8.

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Cinco años atrás.

El chico suspiró mientras veía a su alrededor, antes de regresar su vista al mapa que tenía en su teléfono. Odiaba mucho este lugar. A pesar de que su madre era coreana, nunca sintió una conexión con sus raíces provenientes de ese país, principalmente porque sus padres nunca inculcaron esa cultura en él. Ni siquiera sabía coreano. Podía leerlo, pero no entender realmente qué era lo que estaba escrito.

Por esa misma razón es que llevaba más de una hora buscando un restaurante. Según el mapa, parecía estar cerca, pero se había perdido, y ahora parecía loco vagando por las calles.

Intentaba pedir ayuda a las personas que caminaban a su lado, pero la mayoría lo ignoraba, ya que no hablaba coreano, y había escuchado una vez, que a los coreanos no les gustaba hablar inglés. Ahora podía comprobar que era completamente cierto.

Luego de profanar por enésima vez, llegó a un pequeño parque, donde vio a unos niños jugando, y parejas sentadas en el pasto, o alrededor de la fuente que se encontraba allí. Decidió que debía descansar por un momento, ya que había estado caminando mucho, y estaba muy cansado, a decir verdad. Se sentó en una banca que había por allí, ignorando completamente al hombre que se encontraba en ese banca, y sacó su teléfono para mandar un mensaje a su madre. Se sintió considerablemente flojo como para escribir el mensaje en sí, así que terminó mandando una nota de voz.

—Hola mama. Estoy en alguna parte de la ciudad, porque me perdí. Sé que estás ocupada con el trabajo y que no te importa realmente, pero solo quería hacértelo saber. Llegaré a casa en cuanto averigüe cómo —y, con eso, mandó el mensaje y suspiró. Eran las cuatro de la tarde, aún bastante temprano, pero realmente moría de hambre, y su flojera pudo más que sus habilidades en la cocina, así que salió a buscar un restaurante, en vez de quedarse en casa a cocinar algo.

¿Así que estás perdido? —la voz que habló a su lado casi le causa un paro cardíaco, y le hizo brincar un poco sobre el banco. Mientras ponía una mano en su pecho, volteó a ver a su derecha, y allí vio a un joven castaño, con ojos como un felino y con una sonrisa encantadora. Lo que llamó su atención fueron esos hermosos hoyuelos que se formaron en sus mejillas cuando sonrió. Era hermoso.

—Ehh... sí. Estaba intentando encontrar un restaurante y me perdí —le explicó al extraño antes de que se diera cuenta de algo—. Espera... ¿hablas inglés? ¡Al fin! —no era su intención comportarse como un niño pequeño, pero realmente le emocionaba encontrar alguien que supiese inglés. Al fin se podría comunicarse con alguien. El joven a su lado rió suavemente ante la tierna reacción de Mark, y el menor sintió cómo se sonrojaba ante el hermoso sonido de su risa. Todo sobre ese muchacho era hermoso y perfecto.

—Sí, hablo inglés. Sé que es raro encontrar a alguien que lo hableMark suspiró aliviado cuando vio la posibilidad de por fin encontrar alguien con quién comunicarse sin hacer el ridículo. Hacía unos minutos había intentado pedir direcciones en coreano, pero falló miserablemente y las personas se alejaron de él como si estuviese enfermo o algo. De seguro había dicho algo inapropiado.

—Entonces, ¿puedes ayudarme? Necesito encontrar este restaurante —le dijo el menor mientras le entregaba el teléfono con el nombre del lugar al que quería ir. El joven tomó el teléfono y echó un vistazo a la dirección antes de sonreír de nuevo.

—Te diré qué. ¿Por qué no te llevo allí? —ofreció el joven, y los ojos de Mark se hicieron extremadamente grandes. No quería molestarle para que lo llevase allí como si fuese un niño pequeño, y, a decir verdad, le ponía nervioso que alguien tan guapo como él se tomara el tiempo para hacerlo.

Línea de Fuego | JohnMarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora