22.

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Había pasado un mes ya desde los incidentes con Ten y Taeyong. Yoon Oh se habían encargado que sus prisioneros se mantuvieran vivos porque no se sentía con ánimos de matar a nadie, pero sabía que no los dejaría ir, para nada. Les deba suministros limitados de comida y agua, lo suficiente para que no muriesen, mientras pensaba que haría con ellos. Si los dejaba ir, irían con Mark a decirle sobre Taeyong y Dong Young, así que sus opciones eran matarlos para silenciarlos, o torturarlos física y mentalmente para que no dijesen nada, si los dejaba ir.

—Ya pensaré en algo —se dijo a sí mismo mientras se sentaba en la silla de su oficina y miraba fuera de los cristales de las ventanas.

Por ahora debía pensar en cómo proteger a sus amantes de las garras de L.E y su gente, porque eran capaces de cualquier cosa. Había bajado un poco la guardia porque no había habido noticias desde el día de la tortura de las chicas, pero sabía que no debía estar del todo tranquilo.

Un golpe en la puerta lo sacó de sus pensamientos, y le dijo a la persona que pasara.

—Jae, te dejaron un paquete —Dong Young entró a la oficina con una caja de cartón, un tanto pequeña, con una carta sellada. El mayor trabajaba como su asistente y ayudaba a Yoon Oh con todo lo que implicaba la empresa, ya que era bastante bueno en lo que hacía.

—¿De quién es?

—No lo sé. No dice remitente, y un chico sólo vino a dejarlo a la entrada.

—Bueno, déjalo allí —señaló a la pequeña mesa de vidrio que se encontraba frente a su escritorio, y el mayor obedeció antes de salir de la habitación.

Yoon Oh se disponía a dejar el paquete allí hasta después, pero la curiosidad lo carcomía, especialmente por el hecho que no tuviese remitente. Así que se acercó al paquete y lo abrió con una navaja, dejando la carta a un lado por ahora.

Dentro de la caja de cartón, había otra caja, de madera y de forma hexagonal. Yoon Oh frunció el ceño y elevó una de sus cejas, confundido. Sacó la caja de madera y, al abrirla, se congeló por completo.

Era un corazón, humano, podía deducir, por el tamaño.

Cubrió su boca por un momento, mientras su respiración se cortaba. Estaba acostumbrado a ver esa clase de cosas, porque él era capaz de desmembrar un cuerpo, pero el terror lo invadió al pensar de quién podría ser ese corazón. Rápidamente, tomó el sobre con la carta y lo abrió, leyendo el papel, el cual estaba escrito con una pluma, pero usando sangre como tinta.

Te dije que hablaba en serio, Casper. Es una lástima, Sicheng era un chico adorable. Me pregunto, ¿quién debería ser el próximo?

—No... —susurró en negación—. No, no, no —negó y corrió a tomar su teléfono, marcando el número del teléfono que le había dado a Sicheng para hablar exclusivamente con él.

El teléfono sonó dos, seis, diez veces, pero el chico no respondió. Intentó de nuevo, y varias veces más al no recibir respuesta. No tuvo opción más que llamar a su celular regular, pero obtuvo el mismo resultado, y el mismo cuando llamó a su apartamento.

—Vamos, Win, contesta —susurraba mientras intentaba por duodécima vez llamarlo a su apartamento, sin respuesta.

Allí fue donde se dio cuenta que, en realidad, Sicheng había sido asesinado.

Se desplomó en la silla de su escritorio y tembló del miedo y de la ira, ocultando su rostro en sus manos, mientras intentaba no llorar. Una de las personas más importantes para él, le había sido arrebatada, y temía por la vida de Taeyong y Dong Young, porque estaba consciente que la chica sabia lo importantes que eran ellos para él.

Debía hacer algo al respecto. No podía dejar que lastimara a nadie, en especial a Dong Young.

Sabía que escapar no era una opción y, en realidad, sería una idea muy estúpida, porque L.E pondría precio a su cabeza y la cabeza de sus amantes, haciendo que cada mafioso alrededor del mundo lo buscara para asesinarlo. Revolvió sus cabellos en desesperación y mantuvo sus manos en su cabeza mientras intentaba pensar en una forma de mantener a sus amantes y a él a salvo del ataque de la chica con su gente.

Ahora se daba cuenta que había sido un verdadero error meterse con ella, porque ella tenía muchas más influencias que él, y tenía ojos por todas partes, haciendo imposible cualquier movimiento sorpresa.

En un arranque de desesperación, comenzó a romper todo dentro de la oficina, gritando y lanzando cosas a las paredes y el piso, armando un escándalo. Incluso golpeó la pared con sus puños unas cuantas veces para descargar su frustración.

Al escuchar tanto ruido, Dong Young rápidamente entró a la oficina de su jefe, asustado al ver el desastre en el que se había convertido su oficina.

—Jae, ¿estás bien? ¿Qué pasa? —preguntó preocupado mientras se acercaba al menor, ya que su mano estaba sangrando.

—Nada, vete —le ordenó, aún agitado y jadeante.

—Pero Jae, estás-

—¡VETE! —le gritó, señalando a la puerta. Dong Young simplemente agachó la cabeza y asintió, saliendo de la oficina rápidamente.

Yoon Oh se desplomó ésta vez en el suelo y cubrió su rostro, ahora llorando debido a la desesperación y el miedo.

Estaba atrapado, como un pequeño ratón en una jaula, esperando el momento para ser devorado por el gato. 

Línea de Fuego | JohnMarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora