9.

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Mark despertó un poco sobresaltado. Había soñado de cómo conoció a Yoon Oh. ¿Por qué soñaría con algo como eso?

Tal vez era su subconsciente señalándole con quién debía quedarse realmente, y a quién le pertenecía de verdad. Eso significaba que debía olvidarse de Johnny. Hasta su subconsciente lo sabía, así que debía ser lo correcto de hacer.

Cuando se volteó en la cama, notó que Yoon Oh ya no estaba allí. No le extrañaba, ya que sabía que, a veces, salía temprano hacia el trabajo los fines de semana. Ya se había acostumbrado.

Se levantó de la cama y caminó al baño para lavar su rostro antes de tomar su bata y ponérsela, para ir a despertar a Ilayda. Entró a su habitación silenciosamente, y sonrió tiernamente cuando vio lo pacíficamente que dormía la pequeña. Sin ningún problema, sin ninguna preocupación. A veces le daba pena despertarla, porque se veía tan tierna, pero sabía que debía hacerlo, o no podría dormir en la noche. Luego de mover el velo de princesa de su cama fuera del camino, se acercó a la pequeña.

—Ilayda, ya es hora de despertar —dijo con voz suave mientras acariciaba su cabello con una sonrisa. La pequeña abrió sus ojos instantáneamente y sonrió cuando vio a su padre despertarla, como lo hacía todas las mañanas.

—¡Bueno días, papi! —dijo Ilayda emocionada y se sentó en su cama, estirándose felizmente. A Mark realmente le gustaba lo feliz que era Ilayda, porque contagiaba a todos con su felicidad y su energía.

—Buenos días, princesa —besó su mejilla con una sonrisa y la ayudó a arreglar su cabello un poco—. Hay es el día de hacer cosas divertidas. ¿Qué quieres...

—¡Al parque con Johnny oppa~! —la pequeña lo interrumpió antes que él pudiese terminar su pregunta—. La semana pasada prometieron que íbamos a ir al parque juntos —hizo un pequeño puchero, haciendo que Mark parpadeara un par de segundos, tratando de recordar lo que había hecho o dicho.

La semana anterior, Johnny le había prometido a Ilayda que irían al parque esa semana, porque ese día había estado lloviendo muy fuerte. Claro que Ilayda no lo iba a olvidar por nada en el mundo.

Mark le sonrió a la pequeña y asintió.

—Tienes razón. Entonces comeremos y, cuando venga Johnny, iremos al parque —Mark dijo con una sonrisa y ayudó a Ilayda a salir de la cama, lavar su rostro y ponerse su bata. Normalmente, tomaba un baño antes de comer, pero los fines de semana, la dejaba desayunar en pijama.

Luego, bajaron a la cocina, donde Mark preparó la comida, con la ayuda de la pequeña. La dejaba ayudarlo a alcanzar los ingredientes y cosas fáciles, para evitar que resultara lastimada por los cuchillos o el fuego. Hizo un desayuno sencillo; huevos revueltos con fruta, y café para él y leche chocolatada para Ilayda.

Mientras comían, Ilayda comentaba a grandes voces lo que harían en el parque, y lo mucho que se iba a divertir. Mark solo la escuchaba feliz, porque le daba ternura el entusiasmo de la niña. Antes que pudiesen terminar, el timbre sonó, y Mark se levantó de la mesa para atender la puerta.

Como supuso, era Johnny. El mayor había estado debatiendo si debía ir con Mark ese fin de semana, pero luego pensó que no debía permitir que nada arruinase su amistad. Así que allí estaba, dispuesto a fingir que todo estaba bien.

Mark lo dejó pasar y fueron directo al comedor, ya que aún debían terminar de comer.

—¡Oppa! —exclamó la pequeña alegremente y corrió a abrazar al más alto. Bueno, una de las piernas, ya que era mucho más alto. Johnny sonrió y se puso de cuclillas frente a la pequeña para revolver sus cabellos—. ¡Si viniste!

Línea de Fuego | JohnMarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora