21.

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El joven tailandés cantaba felizmente en su auto mientras conducía de regreso a casa. Había hecho las compras necesarias de comida y suplementos de limpieza; no dejaba que el personal hiciera eso por él, porque ya hacían prácticamente todo por él, y eso lo hacía sentir inútil. Así que, él se encargaba de las compras y la comida, y el resto del personal de mantener la casa limpia.

Miró con felicidad el pequeño regalo que había comprado para Taeyong, su esposo, sin razón aparente. Su aniversario era dentro de unos meses aún, pero le gustaba comprarle cosas y regalos tanto como pudiese. Le gustaba demostrar así su cariño, además de los abrazos y los besos.

Al llegar a casa, aparcó el auto frente a su casa y bajó las bolsas de las compras, llevándolas a la cocina antes de ir por el regalo.

—¡Amor! ¡He vuelto! —vociferó alegremente mientras subía por las escaleras, luego de que no vio a su esposo en la sala ni en su estudio. Asumió que estaría en su habitación —. Amor, no sabes lo que m-

Se detuvo en seco ante la escena que presenció. Se congeló y el regalo cayó al suelo, haciéndose añicos.

Su esposo estaba en su habitación, como había asumido, pero se encontraba con otra persona, desnudo, en la cama que compartían ambos, montándolo. Pero no era cualquier persona.

Era Yoon Oh.

—T -Taeyong... —Ten susurró, observando a las personas en la cama. Los amantes lo veían con sorpresa y shock.

Yoon On había ido a casa de Taeyong a alentarlo sobre la amenaza de L.E, y, de alguna manera, habían terminado en la cama, aprovechando todo el tiempo que tenían disponible para ellos.

Pero no contaban con que Chittaphon regresara tan rápido de hacer compras.

—Amor... No es lo que parece —Taeyong se levantó de la cama y corrió a tomar la mano de su esposo, pero éste la apartó rápidamente y le abofeteó.

—¡NO ME TOQUES! ¡VETE A LA MIERDA, LEE TAEYONG! —le gritó tan fuerte, que creyó que se había desgarrado las cuerdas vocales—. ¡¿Cómo pudiste?! ¡Y con Yoon Oh! —le acusó con lágrimas en los ojos—. ¡Eres un hijo de puta!

No podía creer que su esposo lo estuviese engañando con alguien como Yoon Oh. Era su amigo, o eso creyó por dios sabe cuánto tiempo.

—Amor.

—No. No tienes derecho a decirme nada —se limpió las lágrimas rápidamente—. Y tú —señaló a Yoon Oh con amargura—, ¿cómo te atreves a hacerle esto a Mark? El dejó TODO por ti, ¿y así le pagas? —le reprochó, ya que sabía que Mark había huido de casa, para estar con Yoon Oh. Pero eso no se podía quedar así. Él debía saberlo.

Salió de la habitación a grandes pasos, tomando su teléfono y marcando el número de Mark. Él debía enterarse y dejar a Yoon Oh tan rápido como pudiese. No merecía ese tipo de trato.

Pero antes que pudiese presionar el botón de llamada, Yoon Oh lo tomó por la espalda, haciendo que tirara el teléfono. Cubrió su boca, acallando sus gritos de auxilio y terror, y lo golpeó en la nuca rápidamente, dejándolo inconsciente al instante. Mark no podía enterarse de nada de eso, o su vida se arruinaría.

Luego de estar ambos vestidos, llevaron al tailandés inconsciente al auto de Yoon Oh y condujeron a un lugar lejos de la cuidad, para encerrar allí a Chittaphon. No debía tener contacto con Mark o con nadie más, y sabían que esa era la única forma de hacerlo. Debían hacerlo callar, y Taeyong no dudó ni un segundo en ayudar a su amante.

Cuando llegaron allí, lo arrastraron dentro y lo lanzaron dentro del sótano de esa casa abandonada, donde normalmente se reunían para discutir temas sobre trabajos especiales dentro de la mafia. En el sótano, encadenaron sus pies a una de las columnas, junto a dos personas que también se encontraban en ese lugar.

Yuta y Hansol.

—¡Ten! —el japonés gritó aterrado cuando vio a su amigo inconsciente y corrió a chequearlo, para asegurarse que estuviese bien.

Volteó a ver a Yoon Oh y a Taeyong, quienes estaban aún en la puerta, viendo a sus prisioneros. Inicialmente, los hombres de Yoon Oh se habían encargado de darle una golpiza a Yuta y a su novio como amenaza para no decirle nada a Mark, pero a Yuta no le importó e intentó a contactar a Mark de todas formas. Yoon Oh, al enterarse, los llevó a ambos a ese sótano, para que no tuvieran contacto con nadie más, de la misma manera que Chittaphon. Habían estado allí por más de tres días sin agua ni comida, y estaban completamente débiles.

—Eres un maldito, Yoon Oh —masculló Yuta furioso, viendo al esposo de su mejor amigo—. Mark va a enterarse de esto tarde o temprano, y estarás acabado. Las mentiras no duran para siempre.

—Pues, mientras la mía dure, ustedes estarán aquí, y no podrán ir a ninguna parte nunca más —Yoon Oh rió cínicamente y salió de la habitación con Taeyong, cerrando la puerta tras él.



Mark suspiró y se acomodó en el sillón de la sala, revisando su teléfono. Hacía más de dos semanas que no hablaba con Donghyuck —por obvias razones—, y Chittaphon y Yuta no respondían sus llamadas ni sus mensajes. Al principio había supuesto que estaban de viaje o muy ocupados, pero ahora comenzaba a preocuparse, especialmente porque ellos no eran así.

Si pensaba que su vida era un desastre, ahora era uno más grande. Ya no tenía amigos, y todo por su estupidez y terquedad. Ya ni siquiera tenía a Johnny, porque lo había lastimado y sabía que estaba molesto con él. Tenía miedo de que lo rechazara.

Esta muy tenso, así que decidió tomar un baño, mientras Ilayda dormía una pequeña siesta. Llenó la tina con agua tibia y se metió, suspirando y cerrando sus ojos mientras se apoyaba en un extremo de la tina y pensaba.

Realmente ya no sabía que hacer, se sentía miserable con su vida, y creía que la única razón por la que aún no se había quitado la vida, era por Ilayda y Johnny. No podía dejar a su hija a merced de su esposo, y eso destrozaría a Johnny, y se negaba a ser la razón de su miseria. Además, Johnny era la única razón de su felicidad, después de Ilayda.

Allí, abrazando sus piernas contra su pecho, comenzó a llorar. No le gustaba hacerlo, porque lo hacía sentir débil, pero no encontraba otra forma de desahogarse.

El hombre del que se había enamorado y al que había jurado amar por el resto de su vida, era un maldito, y lo hacía sufrir cada dos por tres, y ahora se estaba enamorando de una persona con la que nunca iba a poder estar, porque sabía que Yoon Oh no dudaría en matarlos a ambos. No estaba seguro si Yoon Oh aún lo amaba, pero estaba seguro que era muy posesivo, así que no lo dejaría ir jamás, no por amor, sino por orgullo.

No quería poner a Johnny en riesgo, sabía que fácilmente podría huir con el e Ilayda a cualquier parte, pero tenía miedo que Yoon Oh fuera tras ellos. Sabía que Johnny haría cualquier cosa por él, especialmente luego de confesar que lo amaba, pero no quería arriesgar su vida, sólo por un simple capricho.

Pero tampoco quería morir en manos de su psicópata esposo.

Si tan sólo las cosas fuesen más fáciles... 

Línea de Fuego | JohnMarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora