—¿Estás seguro de esto? —Johnny preguntó mientras conducía y miraba a Mark por el retrovisor, como usualmente hacía. Observó cómo el menor jugaba nerviosamente con sus dedos y trataba de sostener el florero con los girasoles que tenía en sus manos.
—Si, tengo que hacerlo... —Mark asintió lentamente y tragó duro. Desde que había arreglado las cosas con Johnny, se había dado cuenta que no podía esperar a perder a alguien más, y que debía arreglar su relación con las personas que le importaban.
Entre ellos, sus padres.
Habían pasado 3 años ya desde que había huido de casa, y pensó que era tiempo suficiente, además que los extrañaba mucho, y que, de cierta forma, debía darles la razón, porque su vida era un desastre por no haberlos escuchado.
Así que, luego de llamar a Donghyuck y arreglar las cosas con él primero, le pidió a Johnny que lo llevase a casa de sus padres.
Por algunos segundos, se arrepintió y pensó en decirle a Johnny que regresase a casa, pero su subconsciente le recordaba que debía hacer eso, o algo peor podría suceder. Así que, a pesar de su estómago estaba revuelto, se mantuvo callado, y luchó contra ese sentimiento.
A pesar de que era un trayecto relativamente corto, Mark lo sintió como una eternidad, viendo edificios pasar y pasar infinitamente, como si nunca tuviesen un fin. Eso lo ponía más nervioso, porque hacía ese calvario incluso más largo y agonizante. Una parte de él quería llegar ya y acabar con eso, y otra quería que el trayecto nunca acabase, porque así no tendría que enfrentar a sus progenitores.
Cuando entraron al vecindario, Mark miró con nerviosismo y nostalgia las casas que se encontraban allí. Era un vecindario pequeño, así que Mark había pasado sus primeros años de adolescencia conociendo a todas las personas que vivían allí, y conviviendo con los hijos e hijas de las familias. Claro, hacía años que no veía a nadie de ese vecindario.
—Aquí es —Johnny anunció y aparcó el auto frente a la casa blanca que Mark conocía tan bien. Un escalofrío recorrió su espina dorsal y tragó duro de nuevo.
Nunca creyó que hacer esto sería tan difícil.
—G -gracias... —la voz del menor flaqueó, y su respiración se cortó cuando Johnny abrió la puerta del auto para ayudarlo a bajar. Tomó su mano y bajó, pero tuvo que apoyarse sobre el auto, porque sus piernas estaban temblando demasiado.
—¿Necesitas que te acompañe? —preguntó el castaño preocupado, notando lo blanco que Mark estaba. Debía quedarse en el auto hasta que Mark regresase, pero lo notaba tan nervioso que quería acompañarlo, al menos como apoyo moral.
—S -sí, por favor —a pesar que sólo lo presentaría como un guardaespaldas, necesitaba saber que estaba a su lado.
Johnny asintió con una sonrisa y tuvo que contener el impulso de besarlo allí mismo, porque sabía que podían estar observándolos. Dejó que Mark pasara y caminó detrás de él, sosteniendo el florero con las flores que Mark le daría a su madre, porque sus manos estaban sudando demasiado y tenía miedo de tirarlo por accidente.
Mark respiró hondo cuando se encontró frente a la puerta principal y dejó salir un tembloroso suspiro antes de tocar el timbre del hogar.
La voz que sonó desde dentro, anunciando que atendería en un segundo, casi hizo que las piernas de Mark dieran de sí allí mismo. La voz de su madre seguía siendo tan dulce y armoniosa como la recordaba.
Al abrirse la puerta, quedó frente a su progenitora, quien abrió sus ojos como platos al ver a su hijo parado en el umbral de la puerta. Mark notó que era un poco más baja de lo que recordaba, y que su rostro denotaba unas pequeñas arrugas alrededor de sus ojos, pero que seguía siendo esa dulce y hermosa persona que fue siempre.
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Línea de Fuego | JohnMark
FanfictionMark Lee es el esposo de Yoon Oh, uno de los empresarios más importantes de Corea. Pero, lo que Mark ignora, es que es también uno de los mafiosos más peligrosos y buscados del país. Debido a sus actividades ilegales y que la vida de Mark se encuent...