15.

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—¡Es muy bonito, papi! ¡Mira cuántos árboles! —Ilayda gritaba emocionaba mientras iban en taxi a la casa de verano donde se quedarían—. ¡Mira el mar! —continuó gritando mientras sacaba la cabeza del auto y señalaba, a pesar de que su padre ya le había advertido que no lo hiciera, porque era peligroso.

Mark la observaba feliz y con mucha ternura. Le gustaba ver a Ilayda tan emocionada, y le agradó incluso más cuando ella le dijo que nunca había visto el mar. Iba a amar ver su rostro cuando estuviesen en la playa y ella pudiera ver el mar de mejor manera.

Johnny no le quitaba los ojos de encima a Mark y su hija. Era increíble lo mucho que se asemejaban, a pesar de que Mark no era su padre biológico. Realmente había sido la mejor idea que había tenido.

Cuando llegaron frente a la casa, Johnny abrió mucho los ojos cuando vio el tamaño de la casa; a pesar de que no era tan grande como la mansión en la que vivían, sí era mucho más grande que una casa convencional. Además era muy bella y elegante, debía admitir.

Se suponía que no era posible construir en ese área, pero Yoon Oh había pagado mucho (mucho) dinero para poder construir su casa allí. Mark había estado solo una vez, pero le encantaba estar allí, poder ver el mar desde su habitación, una vista preciosa y muy relajante.

Con la ayuda de Johnny, Mark bajó las maletas del maletero del taxi antes de pagarle al taxista. Luego, llevaron las cosas a la casa y entraron con la llave que Mark tenía. Era muy amplia por dentro y podía dar la impresión de ser más grande que su casa, aunque no lo fuera.

Johnny debía admitir que Yoon Oh tenía muy buen gusto para la decoraciones de interiores.

—Bien, vamos a dejar las cosas y luego veremos qué podemos hacer —Mark dijo y ayudó a Ilayda con sus cosas, subiendo las escaleras hacia su habitación—. Entonces, princesa, esa será tu habitación —señaló la primera habitación del pasillo—, esa será la mía, y aquella será la de Johnny, ¿sí? —señaló las otras 2 puertas que seguían de la habitación de Ilayda, y la pequeña asintió antes de entrar a su habitación.

Sabía que Johnny no tenía intenciones de dormir en una habitación diferente a la suya, pero al menos debía cubrirse las espaldas con Ilayda, porque sabía que la pequeña solía contarles a todos sobre sus aventuras y cosas. Podía, accidental e inocentemente, contarle a su padre que su papi y Johnny oppa habían dormido en la misma habitación.

Luego de explicarle a la pequeña, Mark fue a su habitación y dejó su maleta allí. Ya que pasarían varios días allí, decidió poner su ropa en los cajones del armario para verlo más ordenado.

Mientras arreglaba su ropa, sintió unos brazos rodeando su cintura por la espalda, y sonrió cuando reconoció esa silueta.

—Oye, Ilayda puede vernos —Mark dijo divertido con una suave risa. Miró sobre su hombro y sonrió más cuando vio el rostro de Johnny.

—No va a vernos, tranquilo —Johnny susurró antes de dejar un pequeño beso en el cuello de Mark, quien se estremeció y suspiró suavemente. Luego de eso, se separó de Mark para dejar que se volteara y lo viera.

—¿Y que tal si sí nos veía? ¿Cómo se lo ibas a explicar, ¿eh? —Mark alzó una ceja divertido. Johnny rió de nuevo y se encogió en hombros.

—Habría hallado la forma —se excusó y caminó a la cama para sentarse y ver a Mark mientras continuaba arreglando su ropa de una manera muy minuciosa.

Allí tomó el tiempo para admirar a Mark una vez más, su delgada figura, su cabello negro, piel blanca, ojos grandes, su nariz fina y sus labios delgados, incluso sus cejas que, a pesar de ser un poco disparejas, eran hermosas. Su sonrisa, que era capaz de iluminar una habitación completa, y su risa contagiosa y de hiena. Todo, cada pequeña cosa de Mark Lee, lo hacía perfecto.

Línea de Fuego | JohnMarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora