Ya habían transcurrido treinta minutos desde que Edward se había marchado y Macy continuaba de pie en el mismo lugar, mirando la puerta que había azotado como si esta fuera a abrirse y permitir que escapara de aquella pesadilla.
Por un momento se debatió entre hablar con su madre o no. En la segunda visita que realizó al habitáculo del colgante, su madre le había informado, con pesar, que no podía hacer uso del grano verde de forma indiscriminada. Por más que se sintiera desconsolada y frágil, debía reservar esa visita para cuando el sufrimiento fuera atronador.
Con desilusión, Macy decidió que podía soportarlo. Fue a la cocina y preparó una jarra de café. No podía darse el lujo de descansar cuando tenía que planear la forma en que daría a conocer la verdad. En una bandeja colocó un termo con el café y una taza, y fue a su habitación.
Se sentó sobre la alfombra frente a su cama y ubicó la bandeja a un costado. Fuera como fuera que decidiera contar la verdad, tanto los Cullen como la manada tenían derecho a conocer la historia completa. Al menos tenía el consuelo de que contaría con cierto tiempo a solas mientras Edward reflexionaba. Estimaba que él necesitaría al menos una semana para comprender que no podía condenarse para siempre por lo que ocurrió en el pasado.
Después de mirar el techo por un largo rato, terminó analizando los desvíos de la trama original y la forma de lidiar con los peligros. Por el momento, el principal problema era el trío de nómadas. Cuando había compartido esa información con los Cullen, también les había pedido que no tomaran medidas aún. Tal vez había llegado el momento de pensar en una estrategia.
Cuando el reloj marcó las cinco de la mañana, Macy decidió salir a pasear para gastar toda la energía acumulada que tenía gracias a la cafeína. Tomó un baño caliente y se vistió con un suéter verde y un pantalón oscuro de lana para no pasar frío. Estaba cargando su mochila con una botella de agua, su celular y unas barras nutritivas cuando oyó que llamaban a la puerta de su departamento. Se colocó la cazadora que estaba sobre el brazo del sofá antes de acercarse.
Supuso que se trataría de alguna de sus amigas, incluso consideró que podría ser Sam, por lo que perdió el aliento cuando vio a Edward. Llevaba otra ropa y lucía tranquilo.
—¿Qué haces aquí? —preguntó al recobrarse—. Te dije que regresaras cuando estuvieras seguro de quién eres.
—Ya he reflexionado sobre ese tema.
—¿En apenas una noche? —preguntó Macy con incredulidad.
—No necesito dormir.
—Ya, claro. Eso hace que esto tenga más sentido.
Macy se hizo a un lado para que pasara y se quitó la cazadora después de cerrar la puerta.
—¿Estabas por salir?
—Sí... Iba a pasear para despejarme. No importa. Entonces, ¿ya tienes una respuesta?
Edward asintió con aparente calma.
—No soy un monstruo. He cometido atrocidades en el pasado y me he castigado por ello durante mucho tiempo. Entendí que al tener la capacidad de calificar mi comportamiento anterior como erróneo, ya estaba dando un paso hacia la redención. Sería muy difícil que volviera a cometer los mismos errores porque ese Edward ya no existe.
Macy tomó asiento y trató de disimular su satisfacción. Con la primera charla sobre el alma había esperado que Edward comprendiera que tenía derecho a ser feliz a pesar de sus errores. No hubiera esperado tener éxito con ese último intento y mucho menos en un tiempo récord.
—¿Cómo fue que lo conseguiste?
—No lo hice solo. Esme me ayudó a entender que las acciones pasadas, sean equivocadas o correctas, son las que definen nuestra personalidad en el presente. Si no me hubiera apartado de Carlisle, tendría otra forma de pensar y no estaría aquí.
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EN TUS DOMINIOS 《Fanfic Crepúsculo +18》©
Fanfiction(Finalizada/En corrección) Para Edward Cullen sus días en Forks solamente podían describirse como aburridos y eso estaba a punto de cambiar. Macy Steven había heredado un colgante poderoso y, al desear poder conocer el futuro, terminó apareciendo de...