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 8 MESES Y 2 SEMANAS DESPUÉS

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8 MESES Y 2 SEMANAS DESPUÉS

Tony Stark se encontraba afuera de la sala de partos, un pie pegaba constantemente en el suelo.

Su corazón latía con fuerza y su respiración era acelerada mientras veía al techo esperando alguna noticia de su hija.

—¿Señor Stark? Ya puede pasar a ver a su hija.

Tony se paró rápidamente sabiendo que se aproximaba cargar a la recién nacida y evidentemente él no sabía cómo hacerlo, solo estaba actuando en automático.

Pasó al cuarto escuchando el llanto y las indicaciones de todos ahí adentro, hasta que una enfermera lo esperaba con su bebé en brazos.

—Es una bebé muy linda señor. Tiene sus ojos. —La enfermera sonrió pasándole a la niña, notando la poca o más bien la nula experiencia en cargar bebés. —Por cierto, la mamá la llamó Ángela y necesitamos que vaya a la oficina de registro para que quede el nom-

— ¿Qué? ¿Ángela? ¿Desde cuándo ella tiene el dere... —Fue interrumpido por el sonido de la puerta cerrándose, quedándose el admirando a su pequeña hija.

— Bueno... entonces creo que te llamarás Ángela.








Después de aquel 7 agosto, el día en que su hija nació, Meredith decidió quedarse los primeros tres años con la niña.

A petición de Tony, él definitivamente necesitaba unas clases de paternidad.

Quería que la vida de su hija no fuera como la que él tuvo.

Cada día trataba de esforzarse en ir a ver a la niña. Meredith tenía pareja, cosa que a Tony le molestaba, no por celos, si no que sentía que su hija no recibía la atención que él ansiaba darle.

En parte Tony se sentía confundido, nervioso, de si en verdad podría cuidar a una niña. Pero realmente lo que él no veía es que muy dentro de él tenía una amor tan grande, un amor paternal que solo bastaba ver a su hija para poder sacarlo.








—Que milagro, Sofía. —Tony contestó sarcásticamente echándose un dulce a la boca.

—Soy Meredith, imbecil. —La voz molesta hizo que Tony riera levemente.

—Sí, sí, como sea, ¿cuál es el motivo de tu llamada? ¿Angela ya se hartó de ti?

—Tiene solo tres años, Tony. —Sin que pudiera verla, Meredith rodó los ojos. —Creo que ya es tiempo que te hagas cargo de ella, para siempre.

Tony tragó pesadamente, si bien el último año lo había usado para investigar y aprender a ser papá primerizo, le asustaba el hecho de hacerse cargo de su hija. Sólo tenía tres años y él no sabía como eso podía funcionar.

Tenía miedo que su niñez no fuera la mejor, que ella pasara lo mismo que a él.

—Sí... eh, creo lo mismo. Pasaré por ella en unos minutos. —Se paró de su silla, apagando todo.

—Perfecto, aquí te espero. —La mujer colgó.

Tony salió de su oficina, encontrándose con Pepper en el camino.

—Señor Stark, lo estaba buscando. Tiene una junta en 20 minutos... Debería de ponerse el traje que ayer recogí de la lavandería.

—Tengo algo más importante que hacer, pospón la junta. Tengo que ir por Ángela. —Tony le sonrió. Un jadeo se escuchó de la boca de Pepper, antes de escucharla siguió subiendo las escaleras, escuchando como ella lo seguía.

—¿Ya irá por ella? ¿Por su hija? — Su voz sonaba con sorpresa, escuchaba a Tony seguro de sus palabras y eso la hacía dudar si en verdad estaba de acuerdo con la decisión.

Tony suspiró. —Sí, no puedo seguir escondiéndome de esto, eso no hace Tony Stark. — Volteó a verla con una sonrisa burlona. —Dile a Happy que prepare el auto.

Se fue sin esperar respuesta a la cocina, abrió el refrigerador para sacar una bebida y tomarla, sus manos le temblaban. No estaba seguro, pero sabía que podía.

Iría por su hija y se haría cargo de ella, le daría la mejor vida, mejor que la que él tuvo.

—Vámonos, Happy. Tenemos que ir por tu sobrina. —Le dijo a su amigo que buscaba por él. Se encaminaron al estacionamiento para después subirse en un coche y emprender camino a casa de Meredith.

En el camino Tony no hablaba, una canción de AC/DC sonaba de fondo en un volumen muy bajo, hasta que Happy decidió romper el silencio.

—¿Señor? ¿Está seguro de hacerse responsable de su hija? Digo es que, la edad que ella tien-

—¿Acaso piensas que no seré buen padre? Seré de esos papás de las películas donde se hacen cargo de su hijo por primera vez y son los más felices. —Dijo irónicamente interrumpiéndolo

—Tiene razón, será un excelente padre y él más envidiado.

—Te faltó el papá más guapo, soltero y joven. —Guiñó el ojo viéndolo por el retrovisor, haciéndolo reír y de alguna manera, bajando la tensión del ambiente.

Una vez afuera, Happy estacionó el auto y Tony bajó, se acercó a la puerta tocando dos veces. Esperó segundos que parecían eternos y su cruzó los brazos ansioso.

Iba a volver a tocar, pero Meredith abrió antes la puerta luciendo radiante, con la niña en brazos y una gram maleta entre sus pies.

—Que bueno que llegas. —Le sonrió. —Mira, últimamente duerme mucho y es normal, la llevé a su chequeo general y todo está correcto. —Habló rápidamente. —Juega mucho en las mañanas y tiene calor muy rápido, tienes que ponerle su pijama más liviana porque si no, llora. Le gustan las fresas con azúcar, su papilla favorita es la de durazno. Puedes llevarla a la guardería, regularmente es de 10 a.m. a 4 p.m. Se entretiene viendo Phineas & Ferb y... ah, por cierto, le está costando dejar el chupete. Eso es todo gracias y suerte. —Meredith le entregó a la niña y le pasó su maleta antes de darle una sonrisa y cerrarle la puerta.

Tony se quedó procesando todo lo que había dicho y volteó a ver a la pequeña que estaba en sus brazos con un chupon en sus labios.

—Bueno pequeño monstruo... iremos a casa.

El llegar a casa fue todo un caso, los medios esperaban a Tony invadiendo de preguntas acerca de su hija.

Pepper y James conocieron a la famosa Ángela, hostigándola a tal punto que la niña inició a llorar, él no supo que hacer por lo cual Pepper cargó a la niña y la llevó a la habitación la cual Tony había preparado para ella.

Tony se había encargado de que Ángela estuviera segura en su habitación; había instalado radios y monitores que le avisaran cuando la niña despertara.

Sin embargo, evidentemente tuvo que aprender a dormir con ella, y cuando lo hizo, la edad en la que Ángela tendría que dormir sola, no quería que llegara.

Sabía que ahora ella, sería su punto débil.

•••

ángela stark ; pietro maximoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora