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Era de noche, no sabía exactamente la hora, lo que si sabía era que la sensación de sed le molestaba evitándole el sueño. Ángela se levantó de su cama para dirigirse a la cocina, caminó por el pasillo sigilosamente sabiendo que los demás dormían.

Se sentía físicamente mejor y las heridas habían sanado casi por completo.

Al llegar a la cocina tomó un vaso cuidadosamente y lo llenó de agua para después bebérselo con desesperación.

—Yo también estaba sedienta.— Escuchó un susurro haciéndola saltar del susto. Volteó a ver quien era, sus ojos se abrieron en sorpresa al verla.

—Supongo que el entrenamiento nos dejó agotadas.— Ángela rió bajo tratando de aliviar el tenso ambiente que se había creado entre ellas.

—Sí, la verdad siento que Steve puede pasarse con los entrenamientos.— Wanda dio una pequeña sonrisa a Ángela.

—Lo sé, es un pesado, el hielo le ha afectado.— Ángela respondió. Las dos sorprendidas de que pudieran llevar una conversación después de aquella pelea que había tenido.

15 minutos después  las dos mujeres habían tomado asiento en la barra de la cocina; Ángela tenía su rostro apoyado en su mano y Wanda miraba sus uñas cuando contaba sus anécdotas. Sin saber que una confianza estaba creciendo en ellas.

—¿Puedes hacerlo en tus dedos? Es decir, quiero verlo de cerca. —Ángela pidió viéndola con timidez, a lo que Wanda rió asintiendo y se acercó a ella mostrándole sus poderes en sus dedos. —Wow, es muy rojo, es increíble, haz algo.— Wanda contestó atrayendo con su mano el vaso que estaba enfrente de ellas.

—Que asombroso es cuando lo ves de cerca.—Alzo la voz con emoción y rápidamente se tapó la boca, no podía gritar. Las dos rieron pareciendo niñas pequeñas.

—¿Y tú? ¿Puedo ver lo tuyo?— Wanda preguntó una vez que sus risas pararon.

Ángela asintió y sacó su mano de su rostro para mostrar sus habilidades.—No se ve tan genial como lo tuyo.— Le enseñó en sus puntas de sus dedos los 4 elementos que poseía.

Wanda se acercó con curiosidad observando cómo cada uno de los elementos salían de ella. —Así que, ¿puedes hacer lo que sea con ellos?

—Sí, aunque llevo bastante tiempo con ellos, nunca me había animado a practicarlo tanto. Me asustaba tenerlo y a mi papá igual. Pero tuve que, y hasta ahorita sigo aprendiendo de que lo qué pasa si combino uno con el otro. —Wanda prestaba atención a cada palabra y a los movimientos de sus manos.

—Desde cuando que... eres, ya sabes... eso.— Wanda buscó sus palabras correctas señalando las manos de Ángela.

—Desde hace años.— Suspiró y miró sus ojos, después de su padre, no había alguien en quien confiara más para poder contar acerca del pasado. —Papá y yo fuimos a un viaje, nos secuestraron y tal parece que experimentaron conmigo.

—¿Así como nosotros?— Frunció el ceño.

—No, bueno. Si soy sincera yo... no recuerdo mucho, es raro.— Ángela rascó su cabeza. Wanda había pensado indagar en su mente, pues había recordado sus visiones. Pero algo le decía que no tenía que hacerlo, tal vez, quería que ella misma se lo dijera cuando se sintiera lista.

—Lo siento.— Wanda susurró. —Tuvo que ser duro.

—Creo que me entiendes.— Ambas rieron y asintieron.

—No tienes muchas amigas, ¿cierto? —Wanda preguntó.

—¿Cómo?... ¡Oye! No entres a mi mente.— Se quejó haciendo que Wanda se sonrojara y alzara las manos en disculpa.

—Lo siento, lo siento. Es algo que no puedo controlar.

Angela le frunció el ceño, pero exhaló sabiendo que al final, había dicho una verdad que entendía, La falta de autocontrol.

—Pues... es verdad.— Alzó los hombros. —No tengo amigas, creo. Natasha es más como una hermana o prima mayor y algo odiosa, sólo no digas que dije eso.— Sonrió un poco y la miró. —De chica, solía jugar con una niña, Mónica.

2:30am y ellas seguían hablando como si nunca más fueran a coincidir. Las dos se sentían tan a gusto juntas platicando, pero el bostezo de Ángela marcaba el fin de la plática.

—Creo que es hora de dormir, en un rato el capitán hielo nos despertará.— Ángela rodó los ojos al mismo tiempo que se estiraba de la silla.

Wanda rio un poco al sobrenombre de Steve y se mordió al labio al no salirle las palabras.

—Yo eh... —Balbuceó y miró a Ángela.— Tal vez Pietro te dijo pero, realmente estoy muy apenada por lo qué pasó hace tiempo. Me dejé llevar por la venganza y no sabía que podía ocurrir todo eso. —Wanda negó sintiéndose avergonzada.

—Eso ya pasó Wanda, no tienes por que atormentarte. Mejor preocúpate porque no dormirás tus ocho horas y nos espera un entrenamiento horrible. —Se levantó de la silla rápidamente pues sabía que Wanda podría tocar el tema de su hermano y de su constante acercamiento a ella, justo cuando creía que se había salvado, Wanda habló.

—Y sí, quería tocar el tema de mi hermano pero tu mente delata mucho tu nerviosismo ante ese tema. — Wanda rio ganándose una mirada "furiosa" de Ángela. La había atrapado. —Así que podemos hablar de eso más tarde. —Le sonrió un poco burlona pues no se le olvidaba el creciente interés de su gemelo a Ángela.

—Hasta mañana. —Ángela se fue riendo un poco.






"Era una año mayor que yo... ella solía hablarme de una tía suya. Su mamá era la persona más amable que pude haber conocido, ambas contaban historias espaciales que jamás creía hasta que me pasó esto..." señaló sus dedos. "... no la he vuelto a ver aunque sé que muy lejos de hacerlo, no estoy... ah, y solía meterse en problemas con facilidad."

ángela stark ; pietro maximoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora