CW. III

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La puerta se abrió de su recámara se abrió mostrando a Wanda

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La puerta se abrió de su recámara se abrió mostrando a Wanda. Angela se sorprendió, estaba bajando su vestido formal cuando volteó a verla.

—Perdón, debí haber tocado. —Se disculpó sentándose en su cama, su rostro se calentó.

—Bueno, no es algo que no hayas visto. —Angela dijo riendo.

—Eso sonó muy inapropiado. —Bromeó sabiendo que lo decía pues en ocasiones ambas se ayudaban a vestirse y no tenían problema en cambiarse frente a la otra.

—De hecho, ¿se ve bien así? —Le preguntó por su vestimenta.

—Muy bien, te luce bien el blanco. —Le sonrió. —Entonces... ¿irás? —Wanda bajó su mirada a sus manos.

—Sí, Wan. Se supone que Nat vendría conmigo pero prefirió acompañar a Steve en Londres. —Hizo una mueca. —Me refiero a que, no es mi estilo ese tipo conferencias. Esto es algo muy serio. —Angela suspiró.

—Lo sé, tampoco creo que sean las mías. Además, no podría ir sabiendo que todo es gracias a mí. —La miró.

—Fue un accidente.

—Lo sé, pero eso no quita que haya matado a inocentes. —Pudo casi escuchar su voz romperse. —No quería hacerlo.

—Por eso está todo este revuelo. Hemos matado inocentes. Todos. —Le dijo. —Por más que quisiéramos no ser esto. —Alzó su mano en llamas. —Lo somos, tenemos que lidiar con ello y eso significa que habrá consecuencias, como todo.

—Pero no puedo lidiar con ello. Quemé un edificio.

—Por eso estás aquí, para aprender a hacerlo. Controlarlo. —Se sentó a su lado. —Estamos juntas en esto, ¿no? —Le sonrió.

Wanda tragó en seco aún sin saber que decir. —No importa que decida, siempre serás la mejor compañía.

Angela rodó los ojos con gracia. —Que mentirosa. Le diré a Vis que le eres infiel. —Bromeó. Sin pasar en alto que Wanda podría rehusarse a firmar los acuerdos.

—No somos nada, aún. —Se sonrojó. —Ya sabes, es más lento. —Le dijo parándose de su cama. —Pietro está tomando un baño, en cuanto salga le diré que venga.

—En cuanto antes, Vienna me espera. —Torció la boca poniéndose las zapatillas que había encontrado en la habitación de su padre. Obvio eran de Pepper. Esperaba.








VIENNA


Angela se pasó la mano por la falda de su vestido, nerviosa. Tomaba su cabello suelto en unas ondas, miraba a las personas en traje y mujeres vestidas como ellas de un lado a otro.

—Disculpe, ¿Srita. Stark? —Volteó a ver a una mujer sostenido una carpeta.

—¿Sí?

ángela stark ; pietro maximoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora