Capítulo XI

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Hola queridos lectores, este será un capítulo un poco largo a lo acostumbrado, pero la verdad es que también es muy especial y espero que entiendan por qué al final de este. La cosa es que este capítulo tiene una canción muy chévere que la acompaña en un punto clave, creo que es importante y por ello pondré un asterisco (*) en el párrafo donde comience la escena, así ustedes podrán darle play a la canción y sentir mejor el momento, o bien escuchar la canción durante todo el capítulo. Como gusten.

Espero que lo disfruten.

Espero que lo disfruten

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Rachel estuvo a punto de echarse a correr por los pasillos cuando la mano de Aaron se entrelazó en un movimiento rápido con la de ella. Aquella mínima acción provocó que la rubia se detuviera, con el corazón en la garganta y volviera a mirarlo.

Aaron tenía tantas facetas; podía ser el serio capitán pero también un simple joven con deseos de divertirse. Había estado allí segundos antes con la mirada brillante y el optimismo desbordando cada una de sus palabras cuando Rach le había enseñado el mapa y ahora su semblante parecía tan calmado frente a una situación que había logrado alterar a uno de sus mejores hombres.

A la rubia le intrigaba.

El capitán se dio la vuelta y sacó algunas armas de su abrigo. Acercó la mano de Rachel, plantó en ella dos dagas pequeñas y la miró con fuego ardiendo tras sus ojos.

— ¿Qué va a pasar? —cuestionó para llenar el silencio.

— Sólo intentarán hacernos chocar contra las rocas o corales para poder devorarnos. Y, si tienen menos suerte, arrastraran a algunos hombres hacia el fondo del mar para ahogarlos.

Algo se agitó dentro de Rach. Aaron pareció darse cuenta y apretó el agarre sobre su mano cerrada que guardaba las dagas.

— No vamos a morir, Rachel —le dijo en tono quedo. Sus palabras sonaban tan firmes y seguras que por un momento ella se lo creyó.

Un alarido proveniente de la cubierta la hizo separar sus manos de Aaron y señalar las armas en sus manos.

— ¿Entonces por qué me das esto?

El joven ya desfilaba hacia la salida del camarote y Rachel lo siguió con paso acelerado. Creía que él simplemente guardaría silencio, pero luego se volvió y enfocó sus impresionantes ojos azules en los de ella y la miró de la misma manera que en la habitación; como si algo ardiera detrás de su mirada.

— Porque no quiero que te pase nada. No sé si ellas intentarán arrastrarte al fondo del mar, pero si lo hacen entonces debes pelear hasta que vaya por ti.

Para el alivio de Rachel, Aaron volvió la vista al frente después de aquello. Y mientras desfilaban hacia la cubierta principal, la rubia intentaba espantar el calor que se había extendido por sus mejillas.

El Secreto de PerséfoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora