Durante unos momentos la estancia permaneció en completa calma, las palabras anteriormente pronunciadas por Harry y Morgan aún permanecían en la atmósfera y la esencia que parecía desprender Aaron continuaba siendo percibida por Rachel, postrada en medio de la habitación sin saber qué hacer. Se volvió hacia Harry quien la miraba con una combinación de angustia y necesidad.
Él se encontraba a tan solo unos cuantos pasos de ella, que recorrió rápidamente para llegar hasta donde Rachel estaba y tomar el rostro de la rubia entre sus grandes manos. Sus agarres siempre habían resultado cariñosos y reconfortantes y sin embargo en ese momento algo se sentía extraño en la manera en que la sostenía.
Rachel advirtió los labios de Harry acercarse a los de ella y la rubia se alejó bruscamente. No lo pretendía y se sintió mal en el segundo siguiente, la mirada afligida de su mejor amigo tampoco le ayudó.
— ¿Qué pasa, Rachel? —preguntó, su ceño deformado en una mueca de confusión—. ¿Hay algo malo con esto?
— No... Es sólo que... yo...
— ¿Es que acaso hay alguien más? ¿Es por ese rubio?
— Escucha Harry —dijo midiendo sus palabras con extremo cuidado. No quería hacerle daño—, yo en realidad creo que deberíamos hablar de esto. Siempre te he amado y siempre lo haré —confesó—, pero esto no es correcto...
— ¿Eso significa que estás escogiéndolo a él?
— No. Eso significa que estoy escogiéndome a mí y a lo que yo quiero.
— La verdad me está costando seguirte la pista —comentó con una expresión mortalmente fría.
Ella suspiró —. Harry...
— ¡Dios mío, Rachel! —exclamó en tono peligroso. Había algo extraño, difícil de discernir en sus expresiones faciales, podía notarlo—. ¿Es que nunca te has dado cuenta?
— ¿Darme cuenta de qué? —no pudo evitar balbucear la rubia. A dónde fuera que se estuvieran moviendo con esa conversación, se sentía como un lugar riesgoso al que no deseaba llegar.
Su pregunta provocó que todo en Harry explotara.
— ¡Me la he pasado mi vida entera enamorado de ti! —habló con furia destilando de cada palabra, la intensidad creciendo con cada segundo que su mirada permanecía en la de ella. Rach retrocedió ante su confesión—. Lo que es terriblemente cliché; el sentir algo por tu mejor amiga desde la infancia —agregó—. Pero he estado aquí para ti, siempre, en cada paso, y tú nunca me has notado.
Se recuperó del impacto inicial cuando escuchó sus últimas palabras y no pudo evitar que una inocente risita se abriera paso a través de sus labios. Se dio cuenta, en los ojos de Harry, que reírse había sido un gran error.
Porque la ira era tan palpable en ellos que incluso Rachel se sintió contagiada por la emoción cuando analizó sus sentimientos. La confesión de Harry no le provocó felicidad, ni excitación y mucho menos alivio, aquello era más que evidente. Nada más que una ligera molestia extendiéndose con rapidez por su cuerpo.
— ¡Y ti, idiota, ¿vienes a decírmelo ahora?! —rió con desgana—. ¡He pasado la mitad de mi adolescencia soñando con que dijeras esas palabras, incluso con que te dieras cuenta habría bastado!
— Yo no... —balbuceó.
— ¿Qué no te diste cuenta? —rebatió, cada vez más enfadada—. ¡Claro que no, ¿cómo siquiera habrías tenido el tiempo para eso?! ¡Estabas tan ocupado caminando embobado detrás de cada chica guapa que se cruzaba en tu camino que me ignoraste en todo el proceso!
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El Secreto de Perséfone
FantasyHace diecisiete años una chica buena se cansó de actuar una vida que ni siquiera le agradaba. Atraída por la belleza que le ofrecía la oscuridad y la oportunidad de un camino diferente, olvidó quién era y se encontró escapando de todo lo que poseía...