Capítulo XX

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Aaron se había dado el lujo contar su historia con todos los detalles posibles. Dijo que había entrado en una discusión con su abuela cuando trató de decirle que ellos no se quedarían mucho más de unos pocos días en Luxar. Contó como ella lo había amenazado de despojarlo de su título si ponía un pie en La Poderosa de nuevo y como él, con una sonrisa, le había retado a hacerlo.

Aaron dijo muchas cosas, en realidad.

«Este barco ahora es propiedad de la Reina Marisse. Usted y toda organización que hayan tenido con él, a partir de ahora, queda oficialmente disuelta. Cualquier pertenencia que haya sido dejada en la embarcación pasa a ser reclamada por la Corona Real de Luxar y está completamente fuera de su dominio, Príncipe Aaron». Eran las palabras exactas que le habían dicho cuando había decidido escapar del palacio, esa misma mañana, y darle un vistazo a su barco.

Largas exclamaciones y expresiones de lástima se habían extendido alrededor de la gran habitación. Rachel ya podía imaginarse a Harry protestando porque sus ganancias en el póquer, que habían quedado desperdigadas en la cama días atrás, habían sido confiscadas. Por otro lado, ella se alegró por no haberse dejado sus pertenencias en el barco. Aún sentía las llaves tintinear en su pecho, debajo de su camisa, con cada respiración profunda que daba y una mano distraída se había dirigido allí para sentir sus relieves en los dedos.

Él prometió que tenía un plan en marcha. Que este no sería el final para nadie. Acto seguido, los envió a todos a sus habitaciones a escribir cartas para sus seres queridos y avisó que pronto una doncella pasaría a recogerlas.

Rachel había sido una de las primeras de salir de la habitación cuando la reunión concluyó, evitando las miradas que tanto Harry como Aaron le habían dirigido. Sólo se preguntaba cómo, de pronto, se habían visto envueltos en tal lío y de qué manera podría explicárselo a su padre.

Estuvo sentada frente a una hoja inmaculada de papel con un bolígrafo encima por lo que sintió que habían sido largas horas. Con cada minuto que pasaba sentía a su corazón acelerarse un poco más, sabía que en cualquier momento alguien pasaría para tomar la carta que tendría que haber escrito, para enviarla. Había tantas cosas que quería contarle a su padre, pero no sabía cómo.

Y le tomó tres intentos escribir algo que valiera la pena, terminando su mensaje justo cuando alguien llamaba a la puerta. Rachel sonrió brevemente, esperando que fuera suficiente y que allá donde la enviaran, su padre y hermano pudieran sentir sus palabras al igual que ella.


Queridos papá y Todd,

Los extraño cada día más. Parece que ha pasado una eternidad desde que nos hemos visto, pero prometo que pronto regresaré a casa. Estamos muy cerca de encontrar a mamá, estoy segura, tan segura que podría apostar que en unas semanas volveremos a estar reunidos en el sofá de la sala viendo películas con la cena en mano.

He visto muchas cosas increíbles en este viaje, cosas que me hacen intentar creer en la magia, como sirenas y cíclopes de un solo ojo que han intentado matarme, he visto Dioses y lugares escondidos que habría jurado que no existían hasta que los vi con mis propios ojos. Es todo tan increíble y a la vez tan extraño.

Espero que ustedes estén bien y aunque suene tonto de leer, espero que no se preocupen mucho por mamá y por mí. Conozco los riesgos, pero prometí que la devolvería a casa y eso es lo que haré.

No sé si pueda escribirles de nuevo, pero sólo quería que supieran que volveré pronto, que los extraño y pienso todos los días.

Los ama,

El Secreto de PerséfoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora