Capítulo XVII

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El interior del palacio relucía con pisos tan brillantes que Rachel alcanzaba a ver su propio reflejo en él. Cada cinco pasos había un gran cuadro que abarcaba la inmensa pared y Rach tendría que echarse para atrás para poder contemplarlo en todo su esplendor. Cada diez pasos había una pieza de valor incalculable que se alzaba entre las pinturas de la pared; habían hermosas esculturas, jarrones, piezas de orfebrería, vestidos en exhibición y joyería de aspecto lujoso. De hecho, todo allí tenía un aspecto sumamente lujoso e inmaculado. Nadie esperaría menos de un palacio.

Rachel caminó con cuidado entre el pasillo, sorteando con elegancia las piezas en exhibición que se ubicaban en el centro del pasillo principal. Tenía miedo de resbalar y acabar arruinando lo que parecía ser el museo del palacio.

Cada pieza, pintura y prenda tenía una pequeña inscripción a su costado. Recitaban información importante de lo que ella creía, era la historia de Luxar y su monarquía. Rach leyó algunas en su paso tras Johnson, quién se había negado a hablarle desde que habían ingresado al palacio, rezaban: «Batalla de la Independencia en el Puente de Altamarinos», «Argolla de orfebrería hallada en los territorios de los primeros pobladores de Luxar» y «Último vestido usado por la Reina Gabrielle antes de su secuestro».

Estuvo a punto de preguntar a Johnson por el vestido cuando le escuchó hablar con alguien más al final del pasillo. De inmediato se acercó.

—...no ha sido fácil, Su Majestad. Pero Aaron está seguro de que finalmente podremos poner fin a la búsqueda y devolver a la Reina a su hogar. Todos estamos seguros de que hemos encontrado a quién nos ayudará.

— ¿Y quién es la afortunada jovencita?

Johnson señaló a Rachel y esta enmudeció. No había sido su intención escuchar su conversación y mucho menos entrometerse. La mujer fijó una fría mirada en Rach, enarcando una de sus cejas, fue sólo entonces cuando cayó en cuenta de que se encontraba en un palacio real y que tenía que reverenciar a la mujer.

— Déjalo, querida —le dijo cuándo Rachel lo intentó. Sintió sus mejillas calentarse violentamente—. Soy Marisse, Reina Regente de Luxar.

— Yo... —vaciló—, me llamo Rachel Thomas. Siento si la ofendí de algún modo, no era mi intención...

— ¿Por qué están tan seguros de que esta es?

Su tono era tan frío y sus palabras tenían un matiz tan agresivo que las mejillas de la rubia volvieron a calentarse. Rachel decidió fijar su mirada en el reflejo que le devolvía el piso.

— No tenemos manera de comprobarlo pero... —el tono de Johnson flaqueó y por un segundo él dudó—. Estamos seguros de que ella es.

— ¿Por qué la han traído a mi palacio?

Johnson enmudeció.

De pronto, el reflejo de Rachel pareció triste.

— Ha sido traída aquí por órdenes expresas del Heredero de Luxar —la voz de Aaron se abrió paso a través del incómodo momento. El corazón de Rach dio un vuelco en su pecho cuando se atrevió a levantar la mirada y volverse para verlo—. Es un gusto verte también, abuela.

Harry no iba con él, pero Rach no pudo evitar sentirse aliviada por la intervención del rubio.

— Me alegra contar con tu visita, cariño mío —la Reina Regente abrió sus brazos hacia Aaron, él se acercó y ella lo estrechó con suavidad—. ¿Así que ellos son tus invitados?

Aaron asintió.

— Y un chico más —agregó—. Lo he mandado directamente a una habitación para ahorrarle las... presentaciones.

El Secreto de PerséfoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora