Capítulo II

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Capítulo II


   Alexander Thomas Fitzerald, duque de Somersham. Era un hombre que a pesar de su edad, aún seguía siendo un hombre atractivo y muy elegante. Alguien imposible de ignorar. Era alto, fornido, de cabellera negra y lisa ondulada. Poseedor de unos ojos azules corbatos tan oscuros y hipnotizantes.  A sus 31 años, si él quisiese, no tendría dificultad de hallar alguna  prometida, y no tan solo por su titulo, cualquier joven casamentera se ofrecería en bandeja de plata por ser simplemente: "La esposa del Duque Somersham. Su duquesa."



   En las afuera de aquel baile, Kate Debbington se encontraba sentada en un banco oculto en el jardín y sus senderos.  Se negaba con todas sus fuerzas a volver a entrar, aunque su cordura y normas le indicaran que era lo más correcto. Se había ausentado un tiempo más de lo prudencial. ¿Qué demonios seguía haciendo ella allí? ¿Por qué se permitía seguir siendo el hazmerreír de muchas damas de los presentes? ¿Por qué había abandonado Bath por esos días?... ¡Cuánto deseaba en verdad regresar!



   Un sonido pronto la devolvió a la realidad, sacándola de sus pensamientos. Secó lo que más pudo aquellas lágrimas que habían empezado a bañar su rostro.



— Perdone si la interrumpo..._ expresó el duque Somersham al ver el asombro de ella al verlo allí, en aquel mismo lugar. Aquel mismo asombro que se había llevado al descubrirla en su camino. Pensando que todas las damas presentes se encontraban disfrutando de aquel baile, dentro de aquella propiedad. No sola, en aquel lugar, sumergidas en pensamientos que la hacían ausente de sí misma.— ¿Le he asustado?

— No lo ha hecho...—mentía—. Perdone si le di tal impresión._ expresó mientras sus mejillas se sonrojaban y ella se ponía de pie—. Ya era momento de que regresase junto a mi tía.

— No es necesario que se marche... Si le incomoda mi presencia, me marchare yo...



   En ese instante miró sus ojos azules grisáceos claros, húmedos, aun cuando Kate había tratado de que aquel caballero no se diese cuenta.



— ¿Se encuentra bien? ¿Le ha ocurrido algo, señorita?— expresó preocupado.

— Estoy bien... Gracias. Debo regresar... Me esperan y me he ausentado más de lo debido. Con su permiso, excelencia.— dijo sin permitirle decir algo más. Ya era suficiente para ella haber sido descubierta por aquel duque en aquel lugar tan solitario, mientras se encontraba tan triste.


   El duque se encontraba seguro de una cosa, aquella dama, la cual debía estar aún soltera al no verle ningún anillo en su mano, ciertamente había estado llorando. Y aunque era un asunto de menos importancia para él, no se había podido negar que le había inquietado y deseaba saber el motivo de sus lágrimas. Espero un tiempo prudencial.



— Kate, ¿te sientes bien?— le había preguntado su tía al verla con aquel semblante tan triste.

— La verdad no me siento bien, tía... ¿Sería mucho pedir que regresemos a su hogar?... De pronto he sentido algo de jaqueca. Siento arruinar la venida a este baile...— dijo en un tono lleno de suplica—. Pero no me siento bien para continuar en este lugar.

— ¿Segura?... Acabo de encontrarme con tu buena amiga Amy Bennington y me ha preguntado por ti.

— ¿Se encuentra de regreso en Londres?— sonrió un poco, pero luego se recordó que deseaba marcharse de ese lugar lo más pronto posible. Ya empezaba a ver la ilusión de su tía de quedarse unos minutos más—. Este dolor de cabeza no me permitirá quedarme más tiempo, es una lástima, mañana en la mañana le escribiré para que nos visite y tome el té con nosotras en la tarde sino tiene ningún otro compromiso.  



  A lo lejos...



— Al fin te dignas a aparecer, después de sepultarme con todas las señoritas que mi madre me ha traído, con la idea  de que al fin decida dejar la soltería... Como si estuviese en mis planes hacerlo.

— ¿Sabes quién es?_ le preguntó el duque a su buen amigo, sin querer preguntar realmente. Una pregunta que sorprendió a Lord Wetherby.

— ¿Saber quién es?... Es la sobrina de Lady Genoveva Wilson... ¿Se puede saber por qué lo preguntas?

— Por nada importante...— fingió desinterés.

— Es tan lamentable, entonces... Es una hermosa mujer que se marchitara sola. Al pasar de los años ningún caballero ha puesto sus ojos en ella. Y eso que es realmente hermosa.

— Si tanto te preocupa el que siga soltera, ¿por qué no le has propuesto matrimonio, entonces?

— ¿Proponerle matrimonio y dejar mi soltería?— se empezó a reír—. ¿Cumplir con el deseo de mi madre de convertirme en un hombre casado?... Alexander, mi buen amigo. Amo llevarle la contraría a mi madre. Y sobre todas las cosas, mi soltería. Y no soy ningún buen samaritano que desee cambiar el futuro de una dama, que además de hermosa, es la única heredera de Lord William Debbington. Y que suele venir a Londres, solo a ver a su tía viuda. La hermana mayor de su madre.— lo miró con un poco de picardía—. Pero, quizás Dios del cielo haya deseado que ella viniera esta noche para que tú la conocieras...

— ¿Qué insinúas?_ dijo seriamente.

— ¿Yo?... Nada... Absolutamente nada. Simplemente que se me olvidaba. Ella, al igual que tú, no suele venir mucho a bailes de sociedad. Vive en las afueras de Bath, en la propiedad que heredero de su padre. Y su nombre es Kate Debbington.

— Gracias por una información que realmente no necesitaba.— dijo y se alejo de allí, en busca de su hermana menor.

Kate... El río que fluye dentro de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora