Capítulo XXXIII

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Capítulo XXXIII

La bruma del crepúsculo empezaba a caer sobre aquel paisaje en la ventana de Kate, mientras se encontraba sentada cerca, con los ojos perdidos. Sus ojos miraban aquel atardecer sintiéndose ahora tan distinta.

No escuchó el picaporte, como tampoco escuchó los pasos de Alexander. En realidad, no había sido consciente de otra presencia en la habitación hasta que por casualidad levantó la mirada. El ritmo de su corazón cambió de compás al sentirlo cerca. 

_ Espero no haberte interrumpido…_ dijo Alexander al acercarse, mientras rozaba con sus nudillos sus mejillas ruborizadas_. Parecías perdida en tus pensamientos. ¿En qué pensabas? 
_ Pensaba en lo feliz que me encuentro estos días…_admitió_. Pero, sobre todo, en ti, en nuestro hijo y en Stephanie… Estaba pensando en lo hermosa que lucía Anne ayer, vestida de novia y como le miraba Andrew… Ahora será lady Wetherby… ¿Sabes? Todos ustedes son la familia que siempre quise tener y encontré el día en que te conocí.

Sus miradas se encontraron.

_Gracias…_dijo Kate suavemente.
_ No… Gracias a ti por llegar a la mía y a la de mi familia…

Kate alzó la mirada hacia él, mientras él se sentaba a su lado.

_ Tenía tanto miedo de no volver a estar contigo...Y ahora cuando te escucho cada vez decirme esas palabras, siento que he sido bendecida.

La sonrisa de Alexander se desvaneció y se le hizo un nudo en la garganta.

_ Tu corazón es quien ha hecho todo esto posible, cuando me dejó ver aquello que tanto me negaba… Eres la mujer que necesitaba encontrar en mi vida. La mujer que me tenía que hacer recapacitar. Había enterrado a mi corazón y con ello la esperanza. Tú lo reviviste, dándole a mi vida esperanza y un amor que quizás no me merecía…
_ Alexander…_ dijo al sentir aquella caricia llena de tanto cariño en su rostro.
_ ¿Sabes una cosa?_ dijo con cierta picardía, mientras no quería pensar en lo que podía haber pasado. En lo único que quería pensar era en su presente, y también en su futuro. Y en el hecho de que no quería verla nunca más triste ni llorar.
_ ¿Qué?_ dijo con cierta curiosidad.
_ Aún no me has dicho que me amas._ comentó en tono burlón.

Kate sonrió sorprendida, mientras lo miraba a los ojos.

_ ¡Claro que te he dicho que te amo!_ expresó al sonrojarse. ¡Cómo le encantaba verla ruborizada!
_ No ahorita…
_ Su excelencia tampoco me lo ha dicho ahorita…_se excusó fingiéndose ofendida.

Y mientras una sonrisa iluminaba su rostro, Alexander colocó sus labios sobre los de ella.

_ Te amo._ le susurró él dulcemente.
_ Yo también te amo…_ dijo mirándole a los ojos.
_ Nadie me ha tocado jamás como tú… No sé como lo has hecho, pero te has adherido en lo profundo de mi ser. ¿Puedo robarte otro beso?_ sonrió con picardía y ternura.
_ No tienes que robarme, nada, Alexander. Al fin y al cabo, te pertenezco, en cuerpo y alma.

Él sonrió, mientras rozaba su rostro con ternura, mirándola con un profundo sentimiento de amor en sus ojos, antes de inclinarse y besarla en los labios de nuevo.

                                                         Fin

Kate... El río que fluye dentro de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora