Capítulo XXX

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Capítulo XXX


   La vida se les iba. Se les escapaba de las manos en ese instante. ¿Aquel hombre se saldría con la suya? ¿Podría la maldad salir vencedora en medio de ellos? 


  Alexander miraba con impotencia a Kate, temiendo por ella, procurando, al mismo tiempo, no hacer un movimiento en falso que la pusiese aún más en peligro.


  La lluvia seguía arremetiendo en medio de ellos, haciéndose participe de aquella escena. Mientras el frío calaba por los poros de su piel y avanzaba en sus venas.


  Pronto, aquella salvación que ambos rogaban, llegó junto a Andrew y los sirvientes. Ellos también habían escuchado el eco del grito de dolor de Kate, y se habían acercado, a aquel lugar, armados. 


_ Está rodeado, lord Wallace._ le había dicho Andrew_. Es mejor que la suelte. No tiene salida...


  Aquel hombre miró a su alrededor y hizo un gesto de desprecio. Realmente se encontraba completamente rodeado. Y aquellos hombres estaban armados.


  Kate sintió un dolor aún más profundo, mucho más desgarrador que los anteriores que había sentido. No podía reprimirlo, a pesar de las circunstancias. Se sentía desfallecer. Miró a su alrededor, a pesar del dolor y de la lluvia. Y de pronto, se dejó caer, al sentir que ya no podía seguir de pie.


  Andrew aprovechó en disparar en ese instante, en el hombro del brazo donde lord Steven Wallace tenía el puñal. Kate cayó en ese instante al suelo, mientras Andrew y Alexander corrieron hacia ellos. 


_ No creo que sea sensato seguir arremetiendo en contra de la duquesa..._ le dijo Andrew al tomarlo del cuello, cuando vio que él intentaba atacarla de nuevo_. Alexander, ¿qué quieres que hagamos con él?

_ Amárrenlo bien... Lo entregaremos a las autoridades. Aunque si fuese por mí, le mataría en este momento. ¡Que le agradezca a Dios la caridad de que el estado de mi esposa me impida hacerlo!


  Alexander no tardó en tomar a Kate en sus brazos. Ella se veía mal. Un dolor indescriptible arremetía de nuevo en su espalda. Un sonido le hizo ver a Alexander que ella no podría seguir soportándolo, si él no se movía.


_ Se ha roto la fuente... El bebé... El bebé... Viene... Aaaah... Aaaah

_ Estarás bien... Estarás bien, Kate... Te llevare de regreso._ le había dicho para tranquilizarla, sabiendo que todo ello era una mentira. Él ni siquiera podía predecir que pasaría al llegar a su hogar. 


  En su interior, Kate sentía un gran peso de dolor y preocupación, se encontraba angustiada, ya que después de sentir aquel terrible dolor, no había sentido al bebé. 


  Al llegar a su hogar, su madre y Anne corrieron hacia ellos. Se preocuparon al ver que Kate estaba en los brazos de Alexander, completamente empapada por la lluvia y que estaba de parto.


  La subieron a su habitación, al mismo tiempo, en que mandaban a llamar a la comadrona. Y al médico de la familia, que vivían en el pueblo.


  La primera en llegar fue la comadrona, quien después de examinar el estado de Kate, se dirigió inmediatamente en donde se encontraba Alexander. El bebé venía en camino. Sin embargo, la posición en que se encontraba en el vientre de la duquesa le mostraba que no sería un parto normal.


_ ¿Cuánto más tardara la llegada del médico?_ le preguntó a Alexander al acercarse a él.

_ ¿Por qué lo pregunta? ¿No debería estar usted justamente con mi esposa?

_ Los dolores se intensifican aún más... Por lo que necesitamos que llegue pronto. Me preocupa que se haya roto aguas prematuramente, lo cual ha alterado la marcha natural de las cosas. Y aunque el cuello uterino se este dilatando, el bebé no está en una posición adecuada... Por eso se debe mi pregunta.


  La nuez de Adán del cuello de Alexander se movió cuando tragó.


_ ¿Se refiere a que si el médico no llega a tiempo, la vida de la duquesa no tan solo estaría en peligro, sino la de nuestro hijo?

_ Sí, su excelencia... La verdad, es que una vez que ha roto aguas, el bebé debe salir, o su vida estará en peligro. Y la de la duquesa también.


  El corazón de Alexander empezó a llenársele de incertidumbre. Miedo. Preocupación. El tiempo se agotaba, y tras él, todas aquellas posibilidades que le dieran una luz de esperanza a Kate y a su bebé.


  Cuando el médico llegó, la respuesta que consiguió fue aún más aterradora. Había temido aquello desde que le había indicado a Kate que guardase reposo hasta que naciera el bebé, llevando con ello, que ni siquiera se pusiera de pie. Ella había debido llevar un largo reposo.


  Algo que le hizo a Alexander sentirse aún peor de lo que se sentía.


_ Debemos intervenir de inmediato..._ le dijo aquel hombre a Alexander, después de haber examinado el estado de Kate.


  El tiempo se agotaba. Si que se agotaba para todos.


  Kate, en la habitación, tuvo un acceso de dolor en el vientre, mientras movía la cabeza de un lado a otro, en la almohada. Sabía que gemía. Se oía a sí misma como si estuviera muy lejos. Al igual que al médico. ¿Estaban sacando al bebé?


  << ¡Empuje, duquesa! ¡Empuje!>>

Kate... El río que fluye dentro de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora