Capítulo XXV

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Capítulo XXV

   Nadie había adivinado hacia donde había ido aquella niña. Nadie, hasta que Kate sintió una terrible corazonada, al sentir en el fondo de su interior, que ella si lo sabía. La casita de té.

   Sin darse un segundo para buscar ayuda, fue ella quien corrió a aquel lugar. Se sentía desesperada, al saber que era un lugar tan peligroso en aquel invierno, y aún más, cuando el hielo aún no era consistente. Corrió con todas sus fuerzas, sin permitirse detenerse.

_ ¡Stephanie! ¡Stephanie, ten cuidado!_ dijo al verla subir al bote y tomar aquellos remos_. ¡Quédate allí!... ¡No te bajes!...
_ ¡Vete!... ¡Éste lugar no es tuyo!
_ ¡Lo sé! ¡Lo sé!... ¡Ten cuidado! ¡El hielo es quebradizo! ¡Puedes hacerte daño!
_ ¡No te acerques!

   Kate sabía que ella estaba molesta. Aquellos ojos se lo hacían ver con aquel frío que le podía helar el alma, más que aquel invierno que les rodeaba. Stephanie empezó a mover sus bracitos para hacer mover también aquellos remos, que le ayudarían a ir a su casita de té. Estaba tan airada de que Kate hubiese ido a aquel lugar. No la quería cerca de ella.

   Kate, llena de impotencia, sólo pudo ver como aquel bote se movía hacia aquella casita de té. No quería arriesgar más la seguridad de aquella pequeña niña, que ya empezaba a dar de manifiesto cuando le odiaba. No podía reclamarle nada, sabiendo que ella estaba en su derecho. Por su culpa, por permitirse amar al padre de ella, Stephanie estaba pagando aquel terrible error. Debía haberse mantenido al margen de aquel sentimiento que había crecido en ella.

   No obstante, algo más la inquieto que el simple hecho de verla alejarse de ella. El bote empezaba a verse inestable. Y Stephanie, se veía preocupada.

_ ¡Ahhhhh!... ¡Se esta metiendo el agua! 
_ ¡No te levantes, por favor, Stephanie!
_ ¡Tiene un agujero!... ¡Un agujero!
_ ¡Iré a ayudarte!... ¡No te levantes!...

   Pero fue exactamente lo que hizo Stephanie, al ver que el bote se llenaba cada vez más de agua. Kate sólo pudo ver como se ponía de pie, hasta ver como el bote se movía hacia un lado y la pequeña niña se caía al agua. A aquellas aguas congeladas por aquel frío invierno.

_ ¡NOOOOOOO!_ gritó Kate sintiéndose aterrada por todo aquello.

   Kate se lanzó a aquellas frías agua en su recate, sin preocuparle su estado. Su corazón se encontraba abatido por todo aquello. Un nudo dentro de su estómago se formaba. No, a Stephanie no le podía ocurrir nada. No, a esa pequeña niña no. Nadó con toda sus fuerzas hacia donde estaba ella, sin importarle aquel peso que sentía sobre si misma. Sólo podía pensar en ella. En aquella niña que sólo había ido a aquel lugar para llorar el hecho de que su padre no estuviese cerca. Dejándola sola, como si ya no la quisiera. 

_ Stephanie… Resiste… Voy por ti…

   Se sumergió un poco al no verla y la encontró, llevándola hacia la superficie, al mismo tiempo, en que la escuchaba toser. Llevándola con todas sus fuerzas, a un lugar mucho más seguro para ambas. La orilla en donde había estado aquel bote, que se iba hundiendo en su presencia.

_ ¿Estás bien, mi niña? ¿Estás bien?
_ Sí…_dijo al abrazarla, sintiendo aquel temor de casi haber muerto en aquel accidente_. Gracias… Perdóname, mamá…_ y empezó a llorar.
_ No tengo nada que perdonarte…_ dijo al rozar su rostro con aquella ternura maternal. 
_ Mami… Mami, ¿estás bien?_ preguntó al verla hacer un gesto de dolor.
_ Sí… Es sólo un simple dolor.
_ Mami…
_ ¡Ahhhhh!_ expresó al sentir una punzada en su espalda.

   Kate sintió de pronto un dolor más fuerte, sabía que aquello se debía a aquel esfuerzo que había hecho. No, no podía ser que empezara a sentir aquellos dolores antes de tiempo. No… Y sin embargo, se sentía aterrada por la posibilidad de perder a aquella criatura que llevaba en su vientre.

_ Vamos…_ intentó ponerse de pie, pero se le hizo aún más imposible.
_ Voy a buscar ayuda… Mamá, es mi culpa. Mi culpa…
_ No es tu culpa… Busca a tu tía. A Anne.

   Una escena más dramática, que la primera a la cual había vivido, se enfrentaba de nuevo Anne, al ver a su cuñada debatirse ante aquellos dolores. Su madre había mandado a llamar al médico de la familia y a una comadrona, si lo inevitable aparecía en su vida.

     El que Kate perdiera a aquella criatura que se formaba dentro de ella.

Kate... El río que fluye dentro de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora