Capítulo XVIII

42.1K 3.4K 57
                                    

Capítulo XVIII

   Anne se encerró en su habitación. Se sentó un momento en su tocador, mientras empezaba a quitarse las horquillas de su cabello, al mismo tiempo que se miraba en el espejo.

   No quería pensar en Andrew, pero su corazón y su mente se habían confabulado en contra de ella. Respiró hondo, al mirarse al espejo.

_ Siempre me preguntaré si he sido una tonta al ilusionarme desde niña, contigo. ¿Por qué de todos los príncipes que pude encontrar en mis sueños, me enamore de ti, siendo una niña?... Andrew…_ tocó el espejo_. ¿Algún día me permitirás abrirme a ti? ¿Me permitirás decirte que no ha habido noche en que me levanto y pienso en ti?... No sé a cuantas estrellas les he pedido que donde quieras que tú estés, tú también estés pensando en mí… Hoy sé que me viste, pero te negaste a ver lo que tus ojos te mostraban, ¿por miedo? ¿Por qué siempre te rehusaras a encontrar la felicidad, junto a alguien que realmente te ama? ¿Por qué te niegas rotundamente al matrimonio?... Sé que me viste. Y me dolió ver la mirada con la que me miraste, al negártelo… Me dolió. Me rompió un poco más el corazón… Todo lo que me queda ahora es este tonto sueño… Esperar el día y el valor de decirte que te amo, cuando tú te permitas querer escucharlo…

   En ese instante llego una sirvienta con un té para ella, que le había mandado a subir Kate. Al mismo tiempo, en que se disponía a ayudarla a desvestirla.

_ Gracias… Puedes marcharte…
_ Con su permiso, señorita Fitzgerald…

   Aquella noche, para su sorpresa, Alexander volvió a entrar a su habitación. A pesar de lo tarde que era. Y mucho más, después de aquel baile que ella había organizado.

_ ¿Puedo pasar?_ le dijo, después de tocar a su puerta y entrar.
_ ¿Alexander?... Me has asustado.
_ Perdóname…
_ Si puedes pasar, adelante…_le dijo y él cerró aquella puerta y se acercó a ella.
_ Pensé que estarías descansando… Perdona, si me he tomado el atrevimiento de venir.
_ No te inquietes… No podía dormir. Aún. Estaba aún pensando en como ha avanzado la noche.
_ Ha avanzado como debía avanzar… Has sido una excelente anfitriona. ¿Ya te he dicho lo bien que has desempeñado tu papel de duquesa de Somersham?
_ Creo que sí…
_ He querido de igual forma ratificártelo una vez más…_ se acercó un poco más a ella, posando sus ojos en los de ella. Mirándolos, como si se perdiera en ellos_. Todos los invitados no han dejado de decirme la excelente decisión que he tomado a casarme contigo. 
_ He de sentirme, entonces, halagada…
_ Y yo…_ colocó su mano derecha en la quijada de ella, para levantarla un poco más_. Afortunado…

   No. No debía estar allí. Debía estar en su habitación, lejos de allí. Pero, de nuevo, no entendía aquella fuerza mayor que le desviaba siempre a aquel lugar. Al principio se había excusado que era por su decisión de que ella concibiera pronto. Necesitaba con urgencia aquel heredero varón. Pero ahora… Ahora cedía a otro deseo. 

    Era como si no pudiese concebir el sueño, sino la veía antes de irse a dormir, sentir su cuerpo en el suyo. Escuchar su gemido. Sentir su entrega. Aunque todo aquello, le hiciera luego luchar consigo mismo.

   ¿Acaso ese no era un matrimonio por convenio? ¿Dónde quedaba el convenio cuando estaba junto a ella? Él era el experto. El que debía llevar el control de cómo debía ir las cosas, pero a veces, sentía, que era ella quien tenía control sobre él. Un control que ella misma ignoraba.

   Acercó sus labios a los de Kate. Y se permitió perderse en la sensación que le producían ellos. La sensatez se podía ir por donde había venido. Aunque después, él mismo se lo reprochase.

  La fue desvistiendo con ternura, al quitarle aquel camisón de seda color turquesa. Y a tomarla en sus brazos y llevarla a aquella cama, que a su parecer, le llamaba con desespero. Pronto fue el quien se quito la ropa, y le hizo compañía a Kate. Acercó sus labios, de nuevo a los de ella. Y la besó como si no fuese él, como si dentro de él, hubiese un nuevo Alexander.  Se perdió en la sensación que le producía amarla, como lo hacia, sin dejarse persuadir por sus inquisitivos pensamientos, que intentaban recordarle, como era y debía seguir siendo aquel matrimonio. 

   Pero no escuchaba nada de aquello… Sólo una cosa, fue lo que le hizo darse con la pared. Y abrir los ojos, para reflexionar de nuevo.

_ Te amo…_ le escuchó murmurarle a Kate, después de que ella se había recostado en su pecho. Antes de quedarse dormida.   

   Aquello era algo que había evitado. O había creído haber evitado, al haber sido claro, desde un principio. Pero de pronto, aquellas dos palabras le habían abofeteado. Ella le había dicho aquellas palabras, siendo inconsciente de la magnitud que habían tenido sobre su ser. <<Te amo>>, sentía que todavía eran un eco para sus oídos. Un eco cruel, que le roía el alma. 

   Se puso de pie al no poder seguir en aquella habitación. Sentía que había traicionado al recuerdo de su amada Amelia y se había traicionado a si mismo. Ya había llegado al límite de lo inconcebible, intolerable e inaceptable.

   Ahora si esperaba que ella llevara a su hijo en su vientre, pues no pensaba tocarla de nuevo hasta que la sensatez y la cordura se hicieren sin tacha, dentro de él.

   Kate despertó, antes de que el amanecer llegara a su ventana. Alexander se había marchado, y el lado de su cama, estaba frío. Como si nunca él hubiese estado allí. Sintió una repentina oleada de dolor y culpa dentro de ella. Una lágrima le recordaba lo tonta que había sido al susurrarle aquello que sentía por él, pensando, que quizás todo entre ellos empezaba a cambiar. Aquel matrimonio, desde hacia tiempo, a veces, le hacia creer que no tenía nada de convenio. Pero, momentos como ese, le hacían aterrizar los pies al suelo. Devastándola por dentro.

_ He sido una idiota… Pensé que no me habías escuchado. Pensé… Pensé que probablemente estaba siendo dura conmigo misma. He debido proteger a mi corazón con más fuerza… He debido silenciar mis palabras. Pero, te amo… Te amo. Y es algo que no puedo detener en mí… ¿Por qué te da miedo verlo? No estoy pidiendo nada de ti… Aunque me haría tan feliz que me amaras también. ¿Cuándo aprenderé a entender que entre el fantasma de tu ex esposa y yo, hay una inmensa brecha, donde siempre ganara ella?...

Kate... El río que fluye dentro de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora