Capítulo XV

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Capítulo XV

_ Siento si le ha disgustado que su hija me llame madre… Para una próxima vez le diré que me llame, duquesa…_ le había dicho Kate cuando tocó a la puerta de su habitación.
_ Perdóname a mí, si te he incomodado al pensar que me he disgustado.
_ Le observe…
_ Sólo fue que no esperaba que ella te llamara así tan rápidamente._ respiró hondo_. Ella no conoció a su madre. Es probable que ya vea en ti aquella madre que deseaba tener.
_ Juro que no pretenderé quitarle el recuerdo de su verdadera madre… Alexander, no pretendo ser una…
_ Kate…_ dijo al mirarla a los ojos, mientras rozaba su rostro_. Me case contigo buscando una madre para ella. Es tan pequeña aún. Necesita una madre que la guie… Perdona mi actitud. Es que todo ha sido tan rápido para mí.
_ Lo entiendo…
_ ¿Entiendes, qué, Kate?
_ Lo rápido y apresurado que ha ido todo esto… Pero, no te inquietes por mí. Sé cual siempre será mi lugar aquí.

   Contuvo las lágrimas que quemaban en su garganta, y en su alma. Mientras se giraba y caminaba hacia sus aposentos ducales. 

   << Él te llevó a su cama, pero nunca te llevará en  su corazón… Entiéndelo, de una vez por toda, Kate…>>

   A la mañana siguiente, ella había buscado como siempre, continuar con aquella vida que ahora tenía. Con los deberes al ser la nueva duquesa.

_ Mi madre propone que hagamos un baile… No será tan formal como los de temporadas. Pero si, adecuado, para que asumas la tarea de preparar todo, como la nueva duquesa de Somersham que eres… Y ambas te ayudaremos.
_ Gracias…_ dijo al ponerse de pie y caminar hacia la ventana de aquel pequeño salón. Pero se sintió de repente mareada, por lo que se sentó de nuevo.
_ ¿Te sientes bien?
_ No lo sé… No lo sé… Creo que sí…
_ Te has puesto pálida de repente. Y tus manos están frías…_ Anne miró un momento su rostro. ¿Podría ser acaso lo que estaba pensando?_ ¿Has estado sintiéndote mal últimamente?

    Kate la miró con cierta extrañeza, mientras afirmaba con la cabeza 

_ Sí… ¿Cómo sabes eso?
_ He visto que has perdido un poco el apetito… Esta mañana casi no desayunaste. 
_ No me apetecía el desayuno… Y sentí como nauseas.
_ ¿Cuándo fue tu última menstruación?... Sé que no son temas que debería tratar. Pero me recuerdas a la primera esposa de mi hermano, cuando ella quedo embarazada de Stephanie, se puso así…

   Kate sonrojó, luego pensó por un momento, antes de responder. 

_ El mes pasado. ¿Estas insinuando que probablemente este embarazada?_ expresó sintiendo que de pronto le caía un balde de agua fría.

   Cuando Anne le afirmó sus pensamientos, le abrazó. 

_ Alexander se morirá de la felicidad… ¡Va a ser padre de nuevo!

   Kate no sabía si llorar o sonreír. Algo en su interior sabía que era una bendición del cielo. Estaba embarazada. Y ese era un regalo divino. Un pequeño bebé se estaba formando dentro de ella. Sin embargo, se encontraba inmóvil, mientras una parte de ella empezaba a reaccionar. Y sonreía y a la vez lloraba. Anne al verla llorar la abrazó con más fuerza. Sabía que era lo que más necesitaba en ese momento.

_ Tenemos que decírselo a mi hermano…
_ Esperemos más tiempo hasta estar seguras… Por favor, Anne. No digas nada todavía.
_ Pero…
_ Por favor…
_ Esta bien… Con una condición.
_ ¿Cuál?
_ Que el baile que has de preparar sea antes de que nazca el bebé…_dijo en son de broma, para luego hablar en serio_. Me encantaría que sea antes de que llegue una nueva temporada en Londres. Solo bromeaba…
_ ¿Por qué?_ la miró con cierta curiosidad.
_ ¿Puedo confiar en ti?
_ Por supuesto… He prometido ser una hermana para ti.

   En ese instante, se permitió abrirse. Por primera vez le hablaba a alguien sobre sus sentimientos por Andrew. Y aquel deseo de hacerle ver lo que se perdía, a él no verla como aquella mujer en que se había convertido.

_ Prometo ayudarte… Serás la señorita más hermosa de la noche, que muchos caballeros desearan bailar contigo. Rodearte. Convertirte en el centro de atención, por lo que Andrew tendrá que admitirse que ya no eres una niña. 
_ Eso ruego… Eso ruego…

   Aquella noche, después de colocarse un camisón color azul celeste, se acercó a la ventana de su habitación. Había una hermosa luna en el firmamento. Por lo que se detuvo a verla un momento, mientras se preguntaba si podía ser cierto todo aquello que estaba viviendo. Estaba casada con un hombre maravilloso que jamás la amaría. Y que en ello había sido siempre sincero. Y ahora, estaba en espera de aquel primer hijo. Cerró los ojos cuando sintió que una lágrima deseaba bañar su rostro.

   No. No debía llorar. Era feliz a pesar de todo.

_ ¿Está hermosa la noche?_ le dijo Alexander al entrar en aquella habitación, después de tocar. Colocándose detrás de ella.
_ Alexander… 

   Él le sonrió. 

_ ¿Algo te inquieta?..._ dijo, buscando su mirada.
_ No…
_ ¿Segura?
_ Sí…
_ No eres buena mintiendo…Te observé pensativa durante la cena. Casi no probaste bocado._ se sonrió con un poco más de picardía, mientras se permitía abrazarla_. ¿No tienes frío?
_ Un poco…
_ Sí, veo que sí… Estás helada…_ dijo al darle calor con sus brazos, queriendo comprender que le pasaba_. Le he escuchado a mi hermana que te propones hacer un baile.
_ Sí…
_ ¿Eso es lo que te tiene un poco inquieta?
_ Probablemente…

    Alexander buscó su mirada. Sin entender por que lo hacia y que le había impulsado ir hasta allí. Pero ya era tarde para darse la vuelta y marcharse. Algo fuerte, le mantenía allí. Pronto se inclinó y presionó su boca sobre la  de Kate. Su  cuerpo manifestaba una voluntad propia  contraria a sus pensamientos. Mientras Kate entrelazaba sus brazos en su cuello. Su boca se pegó a la de ella, al mismo tiempo, en que se permitía abrazarla con fuerza.

    La besó con anhelo desenfrenado, con todo el deseo que guardaba  en su corazón, desde hacia días. No había preguntas que hacer. Ni que quisieran hacerse para encontrar alguna respuesta.

    Era una necesidad primitiva. Una necesidad del alma los que le unía.

   Y fue lo que comprendió Alexander antes de que el alba llegara. 

   Aquella noche había sido diferente. Su necesidad de tenerla en sus brazos se había hecho más fuerte aún. Se reprendió por ello. Si seguía así, no podría seguir manteniendo la cabeza en su lugar.

   En lo que deseaba que fuese ese matrimonio. Y apenas, para su propia sorpresa, habían pasado tan sólo cinco meses.

    Pronto su mirada vagó hacia la columna firme del cuello de Kate y a su perfil relajado ahora por el sueño. Sus pestañas protegían sus ojos azules grisáceos. Y de su boca. Un estremecimiento  recorrió su columna vertebral, pues nunca había pensado que alguien le volviese a sentir tan vivo.

_ ¿Qué me estás haciendo, Kate? ¿Qué me estas haciendo, que cada vez se me hace difícil levantarme de tu cama y marcharme a mi habitación?

Kate... El río que fluye dentro de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora