Capítulo XX
_ ¿Podría hablar contigo?_ le había dicho Andrew al acercarse a Anne, sin que ella se percatase de su presencia. Mientras ella se encontraba en la caballeriza, junto a su yegua favorita, ante de salir a cabalgar, como empezaba a hacer todos los días. Pero esa mañana, pensaba ir sola.
_ Me has asustado… Pensé que te preparabas para marcharte. He escuchado que regresaras a Londres junto a mi hermano.
_ Realmente…_dijo entre diente, aún enfurecido por la actitud distante de ella con él.
_ ¿Qué quieres hablar conmigo?... Esta mañana estaré un poco ocupada…
_ He de imaginarme que por la visita de lord Jeremy, ¿o me equivoco?
_ Y si fuese así, ¿qué habría de malo?... Mi hermano me ha autorizado a recibir su visita.
_ Entonces, ¿es cierto que lo ve como un futuro pretendiente? ¿Le romperá el corazón o aceptara convertirse en su esposa, señorita Anne?
_ ¿Y a usted que le importa la decisión que yo tome? No es mi hermano…_ le espetó, mostrando la misma irritación que él tenía sobre ella.
Andrew se acercó hacia ella y la tomó con fuerza, por los brazos.
_ ¿A qué estas jugando, Anne?
_ ¿Qué te ocurre?... ¡Suéltame, me lastimas!... No estoy jugando a nada.
_ ¿Qué pretendes encontrar en mí?..._ dejo de apretarla con fuerza, sin soltarla_. ¿Qué pretendes, Anne, en mí?
_ No se que hablas…
_ Yo sí…
La atrajo hacia si, y la besó como había soñado hacerlo, desde que empezó a verla como esa mujer que no podía quitar de su cabeza.
_ ¿Has querido darme celos?... Pues, lo has conseguido. No permitiré que ese lord Jeremy se acerque más a ti. No permitiré que tenga la osadía de pedirte que te cases con él… Pues, primero tendría que pasar sobre mi cadáver. No me agrada.
_ ¿Te estas escuchado?_ le preguntó aún sorprendida. No había esperado aquella actitud de su parte hacia ella. ¿La había besado también?
_ Sí… Y no estoy loco. Sé que por mucho tiempo me he considerado un hombre que huye de los compromisos. Odio el matrimonio, ¡sí, es cierto!… Pero no puedo concebir que otro hombre te tenga. No… Me niego rotundamente a ello.
_ ¡No seré tu amante!_ dijo al sentirse insultada, mientras intentaba zafarse de él.
_ Espera… Déjame terminar. ¿Es qué acaso no lo ves?... Has conseguido cruzar las barreras que había puesto en mí. Te estoy tratando de decir, que si la única forma de tenerte, es amando lo que odio, heme aquí… Quiero pedir tu mano en compromiso. No puedo marcharme a Londres sabiendo que te quedas aquí. No puedo irme sabiendo que te ronda ese lord Jeremy Preston con la misma intenciones. Aunque él parezca ser más honorable que yo.
Anne sonrío incrédula ante aquella repentina confesión.
_ Me tienes a tu merced. A tus pies. Me pongo en tus manos en bandeja de plata… Y escúchame bien. No seguiré permitiendo que me trates con esa indiferencia con la que me has tratado todo este tiempo. Por lo que…_ se expresaba con firmeza, mientras miraba a los ojos de Anne.
_ ¿Por lo qué?
_ ¿Disfrutas, a costillas mía, verdad?
_ Un poco…_ dijo sin dejar de sonreír.
_ Quien iba a decir, que fueses tú quien pondría mi mundo al revés. Anne, por favor, acepta mi propuesta… Y deja de ser tan dura conmigo.
_ ¿Por qué tendría que hacerlo?
_ Porque te conozco… Te conozco más de lo que crees. Y sé que te mueres por decirme que sí.
_ ¡Eres un incorregible, Andrew!_ fingió disgustarse.
_ ¿Quieres que te bese de nuevo para que me digas que “Sí”?
Anne le miró con picardía, sin decir nada. Andrew la besó de nuevo. Besándola como jamás había pensado que llegaría a besarla. Un beso en donde le entregaba su corazón y toda su naturaleza, sin quedarse nada. Absolutamente nada. Ella era dueña de todo lo que poseía.
_ ¿Y bien?..._ dijo al posar sus ojos de nuevo, en ella.
_ ¿Y bien, qué?_ sonrió fingiendo inocencia, al no recordar de que hablaban_. Ah… Sí. Sí, lord Andrew Wetherby, acepto casarme con usted.
_ Bien…_ sonrió, al fin, Andrew_. Creo que antes de partir he de dar la noticia a tu familia. O tu hermano jamás me lo perdonara… He de llevar este compromiso como se debe. Espero que tu hermano me acepte, con mi ganada reputación, posiblemente…
_ Sino te cree, le haré que te crea…
_ ¿Con los mismos métodos que has utilizado conmigo?
_ Realmente… Resultan ser muy efectivos.
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Kate... El río que fluye dentro de ti
RomanceLady Kate Debbington se había resignado a ser una solterona el resto de su vida. Sin embargo, había tenido que acudir a un baile de sociedad en Londres, para complacer a su tía, quien no había perdido aún la esperanza sobre de que ella podía encontr...