Capítulo XXVII

40.7K 3.4K 39
                                    

Capítulo XXVII

  No, no había impedimento que le prohibiera el que él le diera la cara en ese momento. No sentía temor de sus posibles desplantes. Ya no. Ya no más. Ella tenía que enfrentarlo, sino, él volvería a marcharse como ya lo tenía de costumbre. Se puso de pie, permitiéndose romper la regla de no ponerse de pie. Sólo tenía que cruzar aquella puerta que se encontraba en su habitación y llevaba hacia la habitación de Alexander.

   Kate le sorprendió al entrar en su habitación contigua. No se había molestado ni siquiera en tocar a su puerta y pedir hablar con él. Era su esposa. Al menos, tenía el derecho de hablar con él cuando ella quisiera.

_ Hola, Alexander… ¿Podemos hablar?
_ Kate, ¿qué haces de pie?... No deberías…
_ Necesito hablar con mi esposo…_expresó en un tono seco, algo molesta, al ver que él pretendía despacharla, fingiendo interés por ella_. Lo único que quiero en este instante es eso, ¿o no estoy en mi derecho?
_ Sí…_ se sintió culpable al escuchar su tono de voz y al ver su actitud tan distante_. Toma asiento, por favor…
_ Estoy bien… Sólo he venido a decirte que he comprendido cual será siempre mi lugar en tu vida. Y me he cansado de fingir que todo estará bien… Me he equivocado, al igual que tú…
_ Kate…
_ No me interrumpas, por favor… He entendido perfectamente cual siempre será mi lugar, y por lo tanto, he tomado el valor de enfrentarte para decirte que no estoy dispuesta en arriesgar la felicidad de tu hija… ¿Me has entendido?
_ Kate, yo…
_ Alexander, no he venido a escucharte. Sino para que me escuches… No voy a permitir que lastimes a tu hija… Ella te necesita. Tú eres su padre. 

  Y se dio la vuelta, después de terminar de hablar. Sus fuerzas se habían tambaleado de nuevo y no quería mostrarte débil ante él, sino como aquella mujer fría y distante que había fingido ser ante su presencia.

_ Kate…_ se expresó Alexander, sintiéndose enfurecido consigo mismo_. No quería lastimarte. Y ha sido justamente lo que he hecho… 

_ ¿Es tan difícil abrirme tu corazón?_ se había preguntado Kate después de alejarse de su presencia y haber vuelto a su habitación. Sintiendo aquellas pataditas de su bebé_. Amor… Mi pequeño retoño. Todo estará bien… Todo estará bien. Te lo prometo…

  Aquella distancia que él había puesto antes en medio de ellos, ahora era Kate quien la sostenía. Cumpliendo con sus palabras de que sólo sería una esposa por conveniencia. Una esposa invisible ante sus ojos. Una esposa que no tendría intenciones de volver a entregarle su corazón.

  Y una tarde, Kate había decidido darle un giro a aquella vida que tenía. No podía seguir fingiendo que se sentía bien en aquel lugar.

_ Por favor, pídele a uno de los mozos de cuadra que prepare el coche para mí esta noche. Viajaremos a Bath… Y por favor, que no le diga a nadie. No quiero que mi esposo se entere por terceros. Yo se lo haré saber personalmente, cuando llegue. Se me ha informado que ha ido a visitar a su buen amigo, lord Wetherby. Por lo que espero discreción. 
_ Entendido, excelencia…
_ Ahora puedes marcharte…

  Había empezado a preparar una pequeña maleta, con algo de ropa y artículos que le pudieran serle útiles en aquel largo viaje a su casa en Bath. Días antes le había escrito a su tía, informándole sobre su repentina visita, sin hacerle saber sus razones y menos, cuando estaba apenas en su séptimo mes.

   De pronto, empezó a escribir aquella carta que se había prometido escribirle a su esposo. Con la mitad de corazón que aún le quedaba y aún latía en el fondo de su pecho.

   <<  Mi estimado Alexander, no sé como empezar realmente esta carta. Jamás me había propuesto hacerlo, hasta que entendí que era lo mejor para los dos. He tomado una decisión y espero que la respetes, no tan sólo por mí, sino por el bebé que crece en mi vientre.

Estoy iniciando un nuevo mes de mi embarazo. Un mes en que he pensado todo lo que he tenido que vivir desde que supe que esperaba un hijo tuyo. Comprendiendo con ello, que no puedo poner en riesgo la vida de esta criatura que crece dentro de mí… No, no más. Por lo que te ruego que entiendas el motivo que me aleja hoy de Somersham. 

Sé y soy consciente de que jamás podrás amarme. Que tu corazón lo enterraste junto a tu difunta esposa, la madre de Stephanie, y al amor que sentías por ella, por lo que no tendré intenciones de interferir en tu decisión, por lo que espero que hagas lo mismo con la mía.

Siempre había pensado en las cosas que ocurren y en cosas inesperadas que captan nuestra atención, y que lo que hacemos con esos momentos podría influir o cambiar todo el curso de nuestra vida. Pero no creo que seamos arrastrados irremisiblemente por un destino sobre el que no tenemos ningún control. Si así fuera, no tendría sentido hablar de libre albedrio. Todos tenemos el poder de decidir, de decir sí o no, de hacer algo o no hacerlo, de ir en esta dirección o en aquella. Por lo que hoy, he tomado la decisión de pasar el resto de mi embarazo lejos de aquí. Por el bien de ambos. Comprenderás lo que me ha impulsado hacerlo. Ya estar aquí no me hace bien…

Nuestras vidas se han convertido en esto. En un matrimonio que ciertamente no tan sólo nos ha lastimado a los dos, sino a quienes nos rodean. Me he resignado a que jamás me amaras como desearía, por lo que he borrado de mi corazón cualquier esperanza de lograr cambiar tu forma de pensar. Y desde hoy me juro ser para ti, lo que buscabas en mí. Una esposa por convenio. Una esposa de apariencia. Una esposa que te dé hijos. Una esposa de piedra. Una esposa que se exprese al igual que una estatua de mármol. Una esposa invisible e insensible para ti. Una esposa que no te ame. Una esposa que decida cuando estar cerca de ti y cuando mantenerse lejos.

Prometo que estaré en contacto contigo cuando nazca el bebé… Si alguna vez sentiste respeto por mí, por favor, respeta también mi decisión y comprende el motivo que me ha hecho tomarla.

Perdóname por no expresártelo personalmente. Tengo mis razones y con ellas me rijo. 

                                                                                 Kate…  >>

   Era de noche cuando había logrado terminar aquella carta, sintiéndose medio viva y medio muerta. Sabía que dejaba en aquella carta su corazón, aquel corazón que seguía amando a Alexander a pesar de todos los errores que él había cometido. Comprendiendo que había sido desde un principio una tonta al creer que él había regresado por ella y que, quizás, habría la oportunidad de entrar en aquel corazón frío y distante que se negaba a amarla. 

   Dentro de su alma y de su corazón había empezado a inundarse con aquel río que empezaba a fluir dentro de ella.

   Se sentía tan dividida.

    Desde la ventana de su habitación, miraba hacia el horizonte, sin realmente mirar la hermosa noche que había afuera. Sentía el corazón comprimido. Un vacio en lo más profundo de su ser, mientras las lágrimas empezaban a inundar sus ojos. <<Hay un río que fluye dentro de ti>>, decía su interior.

   Sentía que había cometido un error y quería de alguna manera poder buscar el camino que lo solucionara. Ya no podía más. Su corazón se sumergía en una profunda tristeza.

_ Lo lamento… Lo lamento tanto…_expresó al cerrar los ojos_. Este error roe mi alma…

   Respiró hondo, una vez más, mientras abría los ojos. Quería dejar de llorar. Pero se había convertido en algo imposible. Completamente imposible.

_ Me enamoré de ti…_ dijo al secar sus lágrimas antes de disponerse a salir, bajo aquella oscuridad, sin que nadie pudiese verla.

Kate... El río que fluye dentro de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora