Capítulo XXIX

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Capítulo XXIX

Kate empezó a caminar, sin imaginarse que tan cerca estaba de la boca del lobo. La muerte empezaba a jugar y a mover las últimas piezas. 

_ ¡Ay!..._ dijo Kate al detenerse y al recostarse de un árbol, una vez más, sintiendo un dolor de nuevo en la espalda.

Se sintió preocupada, al sentir la intensidad de aquel dolor. 

_ ¡Ay!... No, no aún, por favor…_ se sintió alarmada al saber que estaba sola en medio de aquel lugar y bajo aquella lluvia que empezaba a caer en aquella noche que ahora era más oscura_. ¡AYYYYY!

Cerró sus ojos, sintiéndose dividida. Rogándole a dios que alguien al menos pudiera acercarse y ayudarle. Sentía que algo dentro de ella se dividía. Estaba de parto. Y el médico se lo había advertido. 

_ Buenas noches, duquesa…_le había dicho alguien con un tono de malicia, mientras se sonreía, mostrándose tan frío y alegre por aquello_. ¡¿Cómo que será más fácil de lo que esperaba?!
_ ¿Quién es usted?_ dijo nerviosa, en medio de aquel dolor. Sintiendo que había visto un ser malévolo.
_ ¿Mi querido primo lejano no le ha hablado de mí?… ¡De su querido primo lejano!_ dijo con cinismo, mientras se acercaba a ella y Kate intentaba alejarse, pero se le era imposible_. Soy lord Steven Wallace. No… No intente alejarse… He venido a terminar su encargo. He venido a asegurarme de que se suba al carruaje que se ha preparado para usted…
_ No iré a ningún lugar… Con usted.
_ Es mejor que se porte bien…_ dijo al sacar aquel puñal de su chaqueta_. Si valora su vida… Es mejor que colaboré conmigo…

Kate de pronto sintió que él la tomaba por la cintura y le colocaba aquel puñal en el cuello, cuando ella había intentado alejarse.

_ Es mejor que se comporte bien mientras nos dirigimos a su carruaje… Excelencia._ le expresó con chocancia y cinismo. 

Sin embargo, antes de ella poder empezar a caminar, sintió que algo dentro de ella se rompía, y de pronto, sintió aquella fuente de agua que le anunciaba lo inevitable.

_ ¡AYYYYYYYY!_ se recostó un poco sobre aquel hombre, a causa del dolor, sintiendo de pronto el roce de aquel puñal en su cuello. Aquella arma le había hecho también una pequeña herida.

A lo lejos, aquel grito le había anunciado a Alexander lo cerca que se encontraba de ella. A su vez, de que algo no andaba bien.

_ Es mejor que camine… Sino quiere que su cuello tenga otra herida.
_ No… No puedo moverme…_le había expresado con dificultad.
_ Entonces lo hará… Al menos que quiera que le ayude a morir a usted y a su criatura en este lugar. Eso me ahorraría el trabajo…

Kate empezó a temblar, no tan sólo por el frío de aquella noche lluviosa. Sino al saber que aún no era el momento de que su hijo naciera y menos en esas circunstancias en que ella se encontraba. 

El dolor incrementó un poco más su miedo. Mientras su corazón se estremecía bajo su pecho. Su hijo estaba por nacer. Y al mismo tiempo, se encontraba en peligro, como se encontraba ella con aquel hombre.

Su mente se llenó de confusión. Deseaba gritar su desesperación, pedir ayuda pero sabía que no serviría de nada. Ella no había informado a más nadie sobre su paradero. Estaba exhausta, y no podía hacer más.

Por un segundo, contuvo la respiración para intentar aminorar el dolor y así caminar, cuando sintió que aquel hombre hablaba en serio. No tendría consideración con ella ni con aquella criatura que estaba por nacer. Ahora cuando necesitaba tanto a Alexander, él se encontraba tan lejos para ayudarle. 

El tiempo se había puesto en su contra. 

El futuro, tal como lo había planteado, empezaba a carecer de sentido cada segundo que pasaba, mientras sus lágrimas bañaban su rostro. 

_ ¡Suéltala!..._ había dicho Alexander al aparecer de la sombra_. Es a mí a quien quieres lastimar…
_ ¡UAU! ¡Que sorpresa!, ¿Mi querido primo se digna a hacer acto de presencia, al fin?
_ ¡Suéltala!... No lo repetiré una vez más… Estás rodeado. Gracias a un descuido de tu cómplice, sabemos cual es tu plan…Y lo que han estado haciendo.
_ No soy un idiota… No la soltaré, más cuando sé que ella es mi boleto de salida, primito…

Kate intentó ocultar su dolor, pero era aún más fuerte. Sabía que no podía aguantar más.

Pronto lo miró a los ojos, mirándolo como si estuviese despidiéndose. Sabía que ella no podía soportar más y que aquel hombre no pensaba soltarla.

_ A quien quieres realmente es a mí… ¡Suéltala! Si quieres lastimar a alguien, lastímame a mí, no a ella… Soy yo a quien quieres fuera de tu camino.
_ ¿Me has creído tonto?... Sé que si la suelto, perderé todo lo que he logrado hasta el momento. ¿Temes acaso verla morir? ¿No me digas que también has empezado a sentir algo por ella? ¡Y yo que pensaba que sólo te importaba el hijo que lleva en su vientre!

Kate no debía morir. No… No debería morir.

La antigua arrogancia y lo que había creído que había hecho con el bienestar de ambos, se fue en ese instante, en una cañería. Ahora Alexander se odiaba a causa de todos los errores que había cometido. Estaba dispuesto a aceptar en dar su propia vida, dado que había acabado por comprender que realmente la amaba más de lo que había imaginado, a su regreso a Somersham.

La sensación de derrota llegó como un violento golpe a su corazón, cuando miró aquella mirada de su primo lejano. Realmente había perdido la cordura y era el odio y la avaricia que lo dominaba. 

Ahora, sólo podía pensar que si ella moría, su propia vida no podía vislumbrar ninguna esperanza; estaba condenado a vagar con un eterno terror, de encontrarse con su ausencia.

_ No soy tonto… Te lo he dicho…_ dijo al tomar a Kate más con fuerza, cuando sintió que ella se tambaleaba a causa de aquel dolor_. Es mejor que te vayas despidiendo de ella y del bebé… He venido a hacerte daño. Y no me iré, sin acabar lo que he venido a hacer…

Kate... El río que fluye dentro de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora