Capítulo XIX

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Capítulo XIX

   Una mañana, mientras Andrew y Alexander se disponían a conversar, sin permitirse confesarse aquellos que le inquietaba. Alexander se encontró con un Andrew sorprendido y un poco serio, al ver a Anne cabalgando con alguien.

_ ¿Quién es?_ le preguntó fingiendo desinterés.

   Alexander se giró y visualizó a su hermana, a lo lejos.

_ Es el nieto del conde Preston. Es lord Jeremy Preston. Estuvo en el baile que dimos, ¿no lo viste en medio de los invitados?
_ Realmente, no…
_ Quizás por que estabas algo indiferente ese día… Ha venido ayer a visitarnos y me ha pedido permiso para ver a mi hermana. Se lo he concedido…
_ ¿Has investigado sobre él? 
_ ¿Para qué tendría que investigar sobre él?
_ Podría ser un caballero de dudosa reputación.
_ Habla el maestro…_ dijo graciosamente, sin entender la repentina actitud de su amigo_. Es mi hermana… Y confío en las decisiones que pueda tomar ella. No te inquietes, sé que también la ves como una niña. A veces me suele ocurrir. Además, sólo están cabalgando.
_ ¿Crees que tenga interés en ella?
_ Probablemente… Para mi sorpresa, mi hermana no ha dejado de recibir propuestas de matrimonio. Pero ella las ha rechazado…
_ ¿Las ha rechazado?
_ Ciertamente… Espero, que con lord Jeremy sea diferente. Sé puede observar que es un caballero honorable, al igual que su intachable abuelo…

   Andrew les miró, dudando aquello, mientras sentía que algo crecía dentro de su interior. ¿Rabia? ¿Celos? ¿Una indescriptible irritación?

_ No me confiaría… Ningún caballero puede ser tan integro.
_  No me fiaría… Pero, olvídalo… Allí vienen. Nos han visto y vienen a saludarnos.

   Andrew les saludó, intentado mostrarse lo más amable que podía fingir. Pero al mirar a Anne, sus ojos le expresaron a ella, aquel disgusto que empezaba a emanar, cada poro de su piel. Como un volcán que estuviese a punto de estallar. 


   Anne le sonrío con una fingida inocencia e ingenuidad, sabiendo que esa era la única manera para que él siguiera sufriendo un poco. Si realmente la amaba, él debía descubrirlo por si mismo. No por ella. 

   Lejos de allí…En Londres.

_ ¿Qué intentas hacer, lord Steven Wallace?
_ Simplemente, hacer justicia… Y encontrar con ello, recuperar lo que es mío.
_ ¿Has perdido la cordura? ¡Pueden enviarte a la horca por ello!
_ Mi buen amigo, Nicholas… ¿Acaso has olvidado con quién estas hablando?
_ Ciertamente lo sé… Y por ello intentó persuadirte antes de que cometas un error. Tu primo es el legítimo heredero.
_ No por mucho tiempo, si sigo trabajando en ello.
_ ¿Y qué piensas hacer?
_ Uno de mis hombres empezara a trabajar en su propiedad en Somersham. Le he pedido que me tenga informado sobre cada uno de los pasos de mi queridísimo primo y su esposa…_ bebió un poco de su vaso de whisky_. Es mejor tener al enemigo vigilado, antes de cometer un error. ¿No crees?
_ ¿Intentaras matarlo en su propiedad?
_ Podría… ¿Por qué no? Pero quiero hacerle sufrir un poco… 
_ ¿Qué se te ha metido en la cabeza?
_ De seguro su esposa debe estar en espera… Una dulce y lamentable espera. ¿Qué sucedería, si ahora, no tan sólo pierde a su esposa, sino también al hijo que lleva dentro?
_ ¿Le harás que se culpe por la muerte de ella? 
_ Les tengo entre ceja y ceja… Sigo desarrollando mis ideas dentro de mi cabeza. Y van bien… ¿No te parece?
_ Seré discreto… Hasta ese momento, futuro duque de Somersham.

  Ambos hombres celebraron al levantar sus bebidas.

_ ¿Es cierto, mamá? ¿Es cierto, que tendré un hermanito?_ le había dicho Stephanie al verla sentada en el jardín, aquella mañana, después de la partida del médico.
_ Hola, mi niña…_ la tomó en sus brazos y la abrazó con ternura, al mismo tiempo, en que le besaba en la frente_. Sí, ¿quién te lo ha dicho?
_ Mi tía, Anne…_ sonrió llena de felicidad. ¡Tendría al fin un hermanito con quien jugar! 
_ ¿Te agrada saber que tendrás un hermanito?
_ Mucho… Mucho… ¿Podre jugar con él, verdad?
_ Cuando crezca, sí… Mientras este chiquito, me ayudaras a cuidarlo, como la excelente hermana mayor que serás.
_ Sí… ¿Me seguirás queriendo?_ le miró con cierto temor, a aquella respuesta, que también deseaba conocer.
_ Sí… Jamás podría dejar de quererte. No soy tu verdadera madre, sin embargo, te has robado un pedacito de mi corazón… Siempre serás una hija para mí, aunque no lleves mi sangre.
_ Te quiero, mamá…
_ Y yo a ti…

   Cuando Alexander se enteró de aquella noticia, sintió que al fin sus plegarias habían sido escuchadas.

   Había cumplido, desde hacia días, no entrar en la habitación de Kate. Había sido una tarea difícil, pero había comprendido que era lo mejor para ambos. Y aún más, sintiendo que Dios les había bendecido, a pesar de que su matrimonio fuera por convenio. Fundamentado sin amor. No obstante, si lleno de honestidad.

_ Ahora si podre marcharme lejos, mientras estás de espera… Te quedaras aquí junto a mi madre, mi hermana y mi hija…_se decía a si mismo, mientras la contemplaba a lo lejos, como hacia desde un tiempo_. Es momento que ambos volvamos a enderezar nuestro camino y este matrimonio en lo que debió siempre ser.

   Había sellado a su corazón. Era lo único correcto que se había permitido hacer, cuando sintió que él mismo ya ni se conocía. Se giró y regreso a su despacho, antes de que Kate le descubriese que le miraba. Quería seguir siendo aquel esposo distante y frío, que de pronto, era con ella.

_ Es lo justo para ambos…_ susurró para su adentro. Aunque una parte de si mismo, no creía en ello.

Kate... El río que fluye dentro de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora