Capítulo V

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Capítulo V


   Un golpe hubiese sido mejor que aquel comentario que le recordaba la promesa que había hecho a sí mismo. Ya había pasado dos meses y él aún no había hecho más que alejarse de todos los eventos sociales. No toleraba ser acosado por tantas madres desesperadas por atrapar a un buen esposo para sus hijas. Él estaba negado a ser títere de esos deseos. En su mente solo había un propósito, y si se decidía a tomar fuerzas de hacer lo que debía hacer, sabía quien era esa mujer sensata.



   Era quien debía convertirse en la madre de su pequeño ángel. Y la madre de aquel heredero que él necesitaba. El futuro duque Fitzgerald.



— Tía, no insista... No pienso acudir a otro baile.

— ¿Por qué te niegas a la posibilidad de que en uno de ellos puedas encontrar a un buen marido?

— Porque soy feliz como estoy... Mis padres me aseguraron un futuro lleno de comodidades...

— Kate..._ respiro hondo_. ¿No sueñas en tener tu propia familia? ¿Tener hijos a que llenar de amor?



   De pronto, algo las interrumpió. Era un pequeño cachorrito blanco que había corrido en su dirección. Sin ver quién o quiénes eran sus dueños. Hasta que la presencia de quién menos esperaban encontrarse allí, las dejó inmóviles, por la sorpresa.



— Es su excelencia..._ le susurró Lady Genoveva a su sobrina, aún incrédula.



   El duque se acercó a ellas, junto a su hermana Anne, y su pequeña hija.



— Señoras...Os ruego que nos disculpen. Espero que la mascota de mi hija no les haya asustado...—  expresó el duque al disculparse.

— Su excelencia, no, no nos ha asustado...— dijo Lady Genoveva, al mismo tiempo, que hacía una reverencia.

— Snow, no muerde..._ dijo la pequeña niña con un tono dulce y apenado—. Sólo que se escapó de mis manos al ver una mariposa volar...

— Es hermoso su cachorrito, señorita... Y es muy valiente por ir detrás de una mariposa.— le dijo Kate al ponerse en la altura de aquella pequeña niña que empezaba a mirarla con cierto asombro. Sólo su tía Anne le había prestado tal atención, como si ella fuese un adulto.

— ¿Verdad que sí?— sonrió alegremente.

— Sí...— dijeron Anne y Kate, al mismo tiempo.



   El duque se quedó observando aquello, sin saber si era acaso la respuesta que necesitaba para actuar. En su mente había llegado todo aquello que se había prometido hacer y aún no había cumplido. Por lo que la vida le había puesto una magnifica oportunidad en una radiante bandeja de plata.



   Después de las presentaciones requeridas. Pocos minutos después, cada uno continuó sus caminos opuestos. Kate, algo incómoda por aquel encuentro inesperado. Alexander, sorprendido de sí mismo, al haberla observado con cierta determinación, mientras ella le hablaba a su hija. Al menos había logrado una información valiosa para sí. Aquella dama acudiría al baile de los vizcondes Harrison junto a su sobrina.


— He encontrado una madre para ti...— se dijo a sí mismo el duque, mientras subía al carruaje, observando a su pequeña hija—. Espero que la señorita Debbington acepte mi propuesta de matrimonio... Sera solo una matrimonio por conveniencia. Yo necesito una madre para ti, hija mía, y un heredero varón. Y ella, la oportunidad de dejar de ser una solterona. ¿Qué mejor premio que convertirse en la duquesa Fitzgerald, cuando ninguna otra lo conseguirá?



   Y aquello era una verdad innegable.

Kate... El río que fluye dentro de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora