Capítulo XVI
Kate había logrado llevar a cabo aquel primer baile, como la duquesa que ahora era. Con ayuda de su suegra y de su cuñada, había logrado invitar a lo más selecto de la sociedad inglesa, sin ofender a nadie. Algo que le hacia sentir orgullosa, de igual manera, que a Alexander. Ella cumplía cada expectativas suyas a la perfección.
Esa noche, el salón de baile de aquella propiedad estaba ordenado con flores de todos los colores y toques de verdes. Los candelabros de bronce relucían bajo la luz de sus velas y todo el salón parecía girar en todo su esplendor con los movimientos circulares de las parejas que bailaban.
Anne en esa ocasión llevaba un vestido rosado de seda, rematado con vuelos de encaje en la parte inferior. Además de tener un escote que mostraba un poco sus senos, sin verse vulgar, al mismo tiempo, que disimulaba con aquel collar de perla, que hacia juego con sus pendientes. Mientras que sus zapatos de satén eran de tacón alto.
_ Buenas noches, señorita Anne…_ le había dicho Andrew al acercarse a ella, al sentirse ignorado por su persona, en lo que había transcurrido la noche. Mientras interrumpía sus pensamientos, al verla sola en un rincón retirado de aquella propiedad_. ¿Qué haces tan sola aquí?
_ Quizás, buscando un momento de privacidad… _ expresó secamente. Sabiendo que si demostraba un poco de alegría por verlo, él la ignoraría y se marcharía.
_ He observado como muchos caballeros pretenden llamar tu atención…
_ Ciertamente…
_ ¿Buscas a un pretendiente, en medio de todos ellos?
_ Si hay alguien digno para mí, no veo porque no. ¿No te parece?
_ ¿Quieres conocer mi opinión?
_ La realidad no… Te conozco desde que era una niña. Te conozco perfectamente, que he de asumir cual será tu respuesta._ dijo, fingiendo desinterés.
Él la seguía mirando, sumamente asombrado.
¿Qué demonios le ocurría a él?, se preguntaba Andrew al verla. Sintiendo una punzada en el pecho, como si de pronto ante sus ojos, se abriese una verdad que él mismo se había negado a observar. Ella era una mujer. Ya no era aquella niña que recordaba en el pasado. Y aunque era la hermana menor de su mejor amigo, en ese instante le importaba un pepino. ¿Qué más daba?... No podía seguir fingiendo que no le importaba en absoluto como los demás caballeros le miraban.
No… Él la había visto primero.
_ ¿Y bien?
_ ¿Y bien, qué, Andrew?
_ ¿Me seguirás tratando tan fríamente?… ¿Ni siquiera soy merecedor de un baile esta noche? ¿O ya has prometidos todos?
_ ¿Y te interesaría?... ¡Por dios, Andrew!... No soy la única dama presente.
_ Pero si quizás la única que me interese esta noche…_ ¿Él había dicho eso?, se preguntaba Andrew aún sorprendido.
Anne por primera vez no supo que decir. Ella también le había sorprendido aquella verdad.
_ No me hagas reír, Andrew…_ dijo firmemente, mostrándole lo fuerte que era ella, después de reaccionar. Tratando mostrarse indiferente a lo que realmente le hacia sentir aquellas palabras.
_ ¿Por qué? ¿Acaso eres feliz siendo el centro de atención de los demás caballeros presentes?...
_ Sí, es así…_ dijo tratando de fingir felicidad.
La mirada de Anne le mostró aquella seguridad en si misma, a pesar de que ella le mentía. Podía recordar aquel gesto que hacia desde niña, cuando ella no decía la verdad. ¿Cómo era posible que jamás lo hubiese olvidado?
De pronto Anne le dio la espalda, con intensiones de alejarse de allí. No obstante, al intentar moverse, dio un mal paso, y casi se cae al suelo, si no es por Andrew.
_ Anne…_ dije al sostenerla, haciendo posible que sus rostros estuviesen más cerca. Sus ojos se miraron, haciéndole a Andrew admitirse con más fuerza que si estaba celoso de que otros se acercaran a ella_. ¿Estás bien?
_ Sí… Gracias.
Pero era algo que chocaba con sus ideales.
Y ella le dolió verlo en su forma de mirada.
La prudencia se escapaba de los pensamientos de Anne, pretendía darle una lección que sin ella imaginárselo, se podía poner en su contra.
¿Quién era el ratón? ¿Quién era el gato? ¿Quién cazaría a quién?
Los ojos de Andrew le miraron de pie a cabeza, mientras ella se alejaba de él. Preguntándose de nuevo aquella pregunta que le torturaba a su ser. Era como si de repente ante su persona, se hubiese presentado aquella mujer que aún no había visto en ella. Aquella que no podía asimilar en sus pensamientos.
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Kate... El río que fluye dentro de ti
RomanceLady Kate Debbington se había resignado a ser una solterona el resto de su vida. Sin embargo, había tenido que acudir a un baile de sociedad en Londres, para complacer a su tía, quien no había perdido aún la esperanza sobre de que ella podía encontr...