Kate... El río que fluye dentro de ti

Capítulo VI

Capítulo VI

   La noche que ambos esperaban, llegó. Aunque para Kate se había convertido en una terrible tortura. Sin embargo, la resignación era todo lo que le quedaba. Su tía no había parado de decirle que ellas le habían afirmado al duque Fitzgerald que acudirían a aquel evento social. Aunque, realmente, la que lo había hecho por completo era su tía, cuando el duque había afirmado que se encontraba en compañía de su hermana, porque en esa temporada su hermana había tenido su primera presentación en aquella sociedad.

   La resignación era todo lo que le quedaba, cuando cruzó aquel umbral hacia aquel baile que presentaba los vizcondes Harrison.

— Sonríe... No estamos en un funeral, Kate...— le había expresado su tía, mientras ellas empezaban a ver las parejas que bailaban—. Es una hermosa noche...

   Sin embargo, eso era lo que sentía ella. Entraba de nuevo en un funeral. El funeral que le recordaba que el significado de los bailes de temporada se había acabado para ella. Sentía de nuevo aquella repentina oleada de ansiedad, por un fugaz instante deseó darse la vuelta y huir de allí y regresar a Bath.

   A lo lejos observó a su amiga, a Amy Bennington, quien le sonrío a lo lejos y le saludó, al mismo tiempo que se excusaba de su familia, para acercarse a su amiga. Algo que en silencio le agradeció Kate. 

—¡Que sorpresa es verte aquí, Kate!... Pensé que no vendrías...

— No pensaba venir. Pero mi tía me hizo recapacitar y cambiar de parecer...

— Me alegra saberlo... Pues es un baile imperdible. Y yo necesitaba una buena amiga con quien conversar...

   Como era de esperarse, el duque Alexander llegó tarde junto a su familia. Paseó serenamente su mirada en aquel salón que resplandecía con sus inmensas lámparas. Al mismo tiempo, en que los observadores lo miraban aún más asombrados al verlo por segunda vez en un baile. La gente murmuraba aún si poder creer lo que sus ojos apreciaban. ¿El duque Fitzgerald se había dignado a asistir a otro baile?

— Sabía que vendrías...— le expresó con cierta picardía, su buen amigo, Lord Wetherby, después de saludar a la  madre y a la hermana del duque—. Aunque no imaginaba que tan bueno era mi poder de persuasión con tu persona...

    El duque, en ese instante, alzó una ceja, no muy contentó con aquel comentario.

— ¿O es que has encontrado una razón aún más poderosa que las palabras de tu buen amigo?

— No existe ninguna razón poderosa... Sólo que tengo un deber con mi madre y mi hermana.

— ¡Sí, por supuesto!...—sonrió un poco—. Por favor, Alexander, no me engañes... Te conozco a la perfección. Nadie puede obligarte ha hacer algo que no deseas. Y estabas reacio a acudir a este baile... ¿Qué te hizo cambiar de parecer?... Y no me salgas que el deber que tienes con tu familia...

— He hablado... Y lamento si no me crees...— dijo en un tono firme, ignorando aquella mirada llena de dudas de su buen amigo.

    Lord Wetherby no se quedaría con esa. Y era algo que años de amistad le hacían saber a la perfección. Su amigo no se quedaría quieto hasta que encontrase una respuesta que le satisficiera.