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16-De directores y nuevas, nuevas

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—¡No se hará aquí!—la cara de Karkaroff estaba roja por la rabia y con su gran barba mal cuidada parecía un ogro apunto de atacar al pobre director con cara de abuelo consentidor, cuando apretaba los maxilares.

El consejo directivo de padres del colegio Hogwarts de Magia y Hechizaría presentaban una reunión donde el director de dicha institución llenaba los oídos de las familias con tanta burrada como fuer posible, según un Malfoy y un aburrido Ryddle que miraban todo con aire de desinterés y asco de ser posible.
Lucius y Thomas habían dejado el palacio del Wizengamot, solo para estar escuchando la prerrogativas de un director para ellos ya chalado. Thomas Ryddle bostezaba disimuladamente.

—Pero aquí es más seguro que tu castillo.— habló un muy tranquilo Dumbledore.

—¡Qué insinúas, Dumbledore!—explotó Karkaroff.

Lucius tomo nota de no volver a ninguna reunión cuando los tres directores de los colegios con mas prestigio se unieran, eran raros y nada más que unos charlatanes. Nunca pensó que Karkaroff fuera un remilgado y Maximin tenía un aspecto tan severo que se alegro de haber dicho que no cuando su esposa dijo que quería enviar a Luna a Francia. Por otro lado su compañero de lado izquierdo, el señor Parkinson, tenía la expresión aburrida y dejaba escapar uno que otro bostezo. Nada con clase. Aunque él se moría también de aburrimiento no soportaba ver los comportamientos vergonzosos que podía dar algunos padres.

—¿A qué hora terminara esto? Tengo algunas cosas en mi agenda que no puedo posponer.—dijo Ryddle Sr.

—Lo sé Thomas. Pero aquí parece que no hay orden. —Lucius evito convocar un tempus , él estaba harto de todo eso.

—Lo sé. — el señor Parkinson se unió a la conversación—. Escuche que Dumbledore quiere que el torneo sea aquí en Hogwarts, pero antes se había estipulado hacerse en Durmstrang.

—No, no y no. El mundial se hizo aquí ¡además ganaron!—gruñó Karkaroff con su acento rasposo—. No, es preferible que mi escuela sea la que albergue el torneo.

—Yo no me quejo y eso que mi escuela no esta en la lista para nada—Madame Maximin tomó un poco de té mientras sus grandes y largas piernas apenas si sé podían acomodarse entre la mesa y su propia silla.

—Pero querida, tus chicos estarán encantados de estar aquí— Dumbledore tomó un poco más de té— y piensa Karkaroff, tus chicos estarán felices de poder salir del frío de Bulgaria, no lo crees.

—No—gruñó el hombre— es que no lo entiendes, es un honor que Durmstrang sea la sede del torneo.

—¿Hace cuanto que no se hace este torneo?—un directivo de la asociación de padres preguntó con voz sedosa. Era un señor de edad, pero con respeto de casi todos los presentes.

—Ya casi cien años, es algo peligroso.—dijo con afecto, Albus Dumbledore.

—En que escuela fue la última.—volvió al ataque ese hombre.

—Durmstrang—contestó Madame Maximin— y antes de ese fue en Francia, en mi escuela.

—Bien, entonces será aquí.— se paró y salió del cuarto donde se llevaba la reunión. Los padres y encargados de representar otras familias también estuvieron de acuerdo con ello.

Lucius y Thomas miraron mal a los directores y se fueron. Lord Parkinson caminó tras ellos y con su bastón tomó la gala de salir y ser uno de los últimos en desaparecer para sus trabajos.
Los tres directores resoplaron, pero Albus sonrío, él sería quién llevara la competencia. Miró a su viejo y no tan amigo, palmeo la espalda de Karkaroff.

Crónicas de un doncelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora