Nuevo comienzo.

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Dahyun.

Me encontraba en un hermoso hotel en Miami South Beach, realmente se había lucido con este obsequió pero le dije que podíamos ir a Okinawa, pero no acepto. La vista era sensacional, me podría casar con este paisaje. Lo bueno es que mis padres habían aceptado cuidar a nuestra hija y ellos estaban más que felices que estar una semana con ella. Aunque fue difícil convencerla que se quedará porqué quería venir con nosotras.

Sana había salido a tomar el sol, cuándo la veía en traje de baño no podía evitar mirarla, tenía un cuerpo demasiado trabajado a diferencia del mío, aún hasta la fecha me daba algo de vergüenza que me viera y ella solo se reía de mi por mi actitud.

No había mucha gente, lo cuál me gustaba más. Observe de lejos como muchos hombres intentaban coquetearle, no los culpo con ese short que traía yo también caería a sus pies. Me acerque y sana vino corriendo hacía mi, cuándo vieron que me dio un beso, todos se quedaron con la boca abierta y se fueron.

  — Me pone algo celosa que todo te queden viendo y te comiencen a coquetear—   Hice un puchero.

  — Mejor dame un beso— Preparo sus labios para que lo hiciera pero eso nunca paso.

Frunció el ceño y me cargo, llevándome directo hacía la playa. Me sumergió junto con ella, me sentó en el agua y ella se coloco atrás de mi, apenas lo hizo pude sentir algo duro.

— Se pone duro no más con verte, princesa— Me susurro en el oído.

— No seas una pervertida— Miré hacía el agua.

— Me encanta que aún te de pena estas cosas, me encantas— Me dio un beso en la mejilla. 

Nos la pasamos jugando todo el rato, una que otra vez me nalgueo solo para hacerme molestar porqué sabía que lo odiaba. Parecíamos unas niñas pequeñas, sana era demasiado cariñosa conmigo y me encantaba. Todos nos observaban pero sonreía al ver como nos llevábamos.  Me cargó para salir del agua y dirigirnos a comer algo, todos se quedaban viendo y me hizo sonrojar.

— ¿Qué haces?— Dije con la cara roja. 

— No quiero que te ensucies, además me encanta cargarte.

Todas las chicas soltaron un pequeño grito, eran del grupo que vinieron a coquetearle a sana cuándo recién llegamos, me acuerdo como me senté en su regazo dándole un beso, para ella fue gracioso.  Me llevo para que nos secáramos un poco y pedir algo. La comida estuvo deliciosa, me encanaba la comida de aquí. 

Nos metimos otro rato al agua, pero sana no quería que regresáramos, pero de la nada me dijo que ya fuéramos. Se metió a bañar rápido y enseguida yo, se escuchaba mucho ruido afuera. Alguien abrió la puerta en seguida.

  — ¿Que haces aquí? Aun no me visto— dije confundida.

— Solo ponte la toalla encima— Me sonrió.

Me saco de la habitación y había decorado el cuarto sencillo pero bonito. Encima de la cama se encontraba una carta, cuándo estuve apunto de abrirla ella me detuvo.

— Aún no puedes abrirla.

Yo no entendía el porqué pero tampoco la contradije. Me comenzó a besar, acariciaba mi pierna, me acostó lentamente a la cama, en pocos segundos quito la toalla que aún se encontraba tapándome, la tiro quien sabe dónde. Comenzó a quitarse la blusa, enseguida de su short. Se podía ver el bulto que se encontraba entre su entrepierna. Besaba todo mi cuerpo, jugaba con mis pezones. Hoy quería que sea diferente normalmente ella hacía todo el trabajo, así que me puse encima de ella, me veía confundida. Me senté encima de su entre pierna, podía sentir el bulto entre mis piernas.

Te odio (SAIDA)  G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora