Capítulo 28

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Ya estaba en pie, hoy era el día, el día más importante de mi vida.

Me encontraba con Rich, en un rato llegaría mi madre para irnos todos juntos.

- ¿Nervioso?

- Bastante, ya quiero verlo, ver cómo se ve - respondí. Si bien ninguno sabía cómo iba a ser el traje del otro, típico de novios, quedamos de acuerdo que ambos iríamos de blanco.

Me di un largo baño, necesitaba relajarme un poco, los nervios se hicieron presente.

Me estaba poniendo la bata cuando me avisaron que la persona que arreglaría mi pelo había llegado. La verdad mi pelo me podía arreglar yo, pero insistieron que no.

El chico que se encargaría de peinarme al parecer era gay, era bastante simpático.

- Tienes un cabello de muñeco - analizaba cada pelo de mi cabeza. Agradecí por el cumplido.

- ¿Podré confiar en que quedaré bien?

- Tú déjamelo a mi, que quedarás de cuento - tomó sus cosas para comenzar a peinar - igual si tu novia se arrepientes me avisas - bromeó a lo que reí bastante fuerte.

- Novio - corregí.

- ¡Mucho mejor entonces!

Volví a reír ante su manera de decirlo - igual ahí tienes a mi amigo - me referí a Rich.

- No no, que pasó loco.

Al menos los nervios habían desaparecido por unos momentos.

Luego de un rato ya habían terminado con mi pelo, no me podía quejar, me dejó bastante bien.

- Espero que dure el pelo así de quieto - dije mirándome al espejo.

- Quedará quieto, ya verás. Mucha suerte en tu boda y ya sabes, si se arrepientes me llamas - rió.

- Lo tendré en cuenta - le seguí el juego.

Llamaron a la puerta en lo que el chico se iba, al parecer era mi mamá.

- ¡Hijo! Que hermoso te ves peinado - dijo como si nunca me peinara.

- Gracias mamá. Justo iba a ponerme el traje.

- Póntelo y nos llamas cuando estés listo - tomó a Richard del brazo y salieron.

Me daba cosa tocar el traje de lo blanco que era. Me preguntaba si no parecería un fantasma con lo blanca que era mi piel más el traje.

Al ponerme el traje ya casi por completo, me miré al espejo - este no soy yo - dije al verme, pero me gustaba.

Le pedí a ambos que entren. Cuando lo hicieron, me miraron de pies a cabeza y luego se miraron.

- No me digan que me veo mal - la preocupación me entró.

- Loco te ves increíble - puso ambas manos en su boca.

- Eres como un principe de lo bello vida mía - se acercó.

- ¿Mamá puedes ayudarme con la corbata? - se la extendí y aceptó - Rich ¿me ayudas con las mancuernillas? - le pasé la especie de pasadores con los que se cierran los puños de la camisa.

- Con gusto bro - los tomó y comenzó a ponerlos.

- Estás hermoso mi vida - terminó de acomodar la corbata.

- Tú también mamá, los dos - les di un fuerte abrazo.

Por último puse el boutonniere en mi traje o la típica flor que se ponen los novios. Estaba listo.

- Los dejo para que hablen, los espero abajo para irnos - dijo Rich y salió, el sería el que me llevaría con mi madre.

- Estoy nervioso - admití, aunque era imposible ocultarlo.

- Te entiendo, uno no se casa todos los días - nos sentamos - quiero que sepas que estoy muy feliz y orgullosa porque no ocultas lo que sientes. Nunca me imaginé que el amigo de mi hijo se convertiría en el esposo, en tu compañero de vida. A Erick le tengo un cariño enorme, no lo dañes - tomó mis manos - así como sus padres te quieren como un hijo, yo también lo considero un hijo.

- Lo sé mamá, es un chico increíble. No me explico en que momento me enamoré de él, lo amo de eso no tengo dudas.

- ¿No te importa que tu padre no esté contigo en estos momentos?

- Se ha perdido muchos momentos míos, ya estoy acostumbrado a que no esté conmigo. Te tengo a ti y eso es más que suficiente.

- Te amo - me abrazó fuerte.

- Yo a ti - correspondí a su abrazo.

Me dió la bendición y salimos, cada vez faltaba menos.

Ya en la iglesia, me dediqué a saludar a los invitados. Había gente que no conocía ya que eran invitados de Erick, pero obviamente les agradecí a todos.

Pasó un rato y Erick no llegaba - ya debería haber llegado ¿no? - miré la hora.

- Pero es normal que uno llegue tarde, tranquilo - me intentaba calmar mi amigo.

Pasaron quince minutos y no llegaba, me estaba desesperando.

Los quince minutos se convirtieron en media hora y nadie entendía porque no llegaba, tenía la presión del padre que nos casaría y de todos los invitados.

- ¿Ya lo llamaron? - el nerviosismo ya era visible en mi.

- Sí, marca pero no contesta - contestó Rich.

- Llama a sus papás - pedí nervioso.

- Tienen los celulares apagados.

- Hijo tranquilo, de seguro ya vienen - trató de tranquilizarme.

- Mamá no puedo - comencé a temblar temiendo lo peor.

- Erick apagó su celular - habló Rich.

- ¿Cómo que lo apagó?

Por ti - Chriserick (Segunda Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora