Llámame.

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—¿Hola?

—Buenas noches, no logré conciliar el sueño, me quedé pensando en cómo te fue —dijo en una sola oración, respiré y me apoyé en el respaldo del lavamanos.

—Me haces sentir como una adolescente que le hablan para saber cómo le fue en la dirección del colegio —él se rio un poco—,  gracias por preocuparte, y por ahora todo va bien, mi madre sacó su histeria, pero al estar contigo como que el enojo que sentía se fue.

—Y entonces ¿iras a la entrevista que me dijiste?

—Si, confió en mí, sé que soy buena en lo que hago, y es urgente salir un poco de mi rutina y de mi realidad tan atosigante, o ¿tú qué piensas?

—Por mi perfecto, así tendrás un pretexto y poder verte, pero antes, quería que durmieras bien.

Se escuchó la puerta de la habitación, eche un ojo y confirme que era Sergio.

—Llegó mi marido, creo que tengo que colgarte.

—No te puedes ir todavía —yo reí un poco—, te dije que te ayudaría a dormir bien ¿no?

—¿Ah sí? ¿Y cómo piensas que haga eso?

—¿Traes la pijama?

—Si, ¿por qué la pregunta?

—Quiero que hagas lo que te voy a decir, ¿estás de acuerdo?

—Podré ver si me conviene.

Él se rio y me dijo que lo siguiera.

—Pon tu mano en uno de tus pechos.

—¿Para? —pregunté ansiosa.

—Hazme caso y no preguntes de más.

—Está bien —dije haciendo lo que me pedía—. ¿Y ahora?

—Comiénzalos a tocar como si yo lo estuviera haciendo.

Yo solo reí, cerré los ojos e hice lo que me dijo, al principio tontee al respecto, después con su vo, me lo tomé mucho más serio, en minutos mis pezones se comenzaban a poner duros, humedecí mis labios y continúe haciéndolo, me producía un placer que yo no sabía que yo misma podía hacer.

—Y ahora, ¿qué hago? _dije con la voz entre cortada.

—Se nota que lo estás disfrutando —yo lo confirmé—, comienza a bajar tu mano hasta tus labios vaginales y cuando llegues a tu clítoris con tus dedos comienza a jugar, piensa que yo lo estoy haciendo, que yo soy el que lo acaricia, que esos labios son míos, que te estoy volviendo a hacer mía, que estoy contigo en ese baño, haciéndote el amor.

Yo hice lo que me pidió, comencé a gemir un poco, trataba de no hacerlo tan fuerte porque Sergio estaba cruzando la puerta,  lo estaba disfrutando, no entendía como Damián conocía tan pronto mi cuerpo, sentía que con su voz y los movimientos que yo misma hacía me iba a volver loca.

Me estsba volviendo loca, seguí jugando hasta que  el inevitable orgasmo llegó  q mi, me mordí el labio para evitar gemir por aquel placer, respiré hondo y saque mi vágina, y él habló.

—¿Te sientes mejor?

Respondí con la voz todavía algo entre cortada.

—Si, demasiado, pero ahora si debo cortar, Sergio está en la habitación y debo de salir con él.

—No me queda de otra ¿verdad? —yo negué—. Entonces nos vemos después Pía, que duermas bien, y sueña conmigo.

Yo reí y me despedí de él, soñar con él era algo que deseaba, pero más aún quería tenerlo cerca de mí, quería abrazarlo, creo que comenzaba a tomarle cierto afecto.

Juego de Pasión ||COMPLETA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora