Damián.
Paré a un taxi y le di el rumbo de mi casa, iba pensando en todo aquello, nuestro encuentro fue un Juego, lo sabía, un Juego de Pasión que a los dos nos había devuelto algo que hacía falta en nuestras vidas, esa estúpida necesidad de mantener relaciones con alguien que nos diera satisfacción, esa satisfacción que en nuestras aparentes relaciones no nos estaba funcionando.
Llegué a casa, busqué las llaves pero también salió la nota que me había dejado Pía, para que Isabel no lo notara decidí ponerla en uno de los bolsillos de mi pantalón y luego lo llevaría a la oficina para que no la encontrara.
—Pensé que llegarías a dormir.
—Y yo pensé que avisarías que ibas a estar aquí, al no saber decidí irme a tomar unas copas con Christopher, perdón se me fue la hora.
—¿Ni siquiera para hablar?
—Haber Isabel, ¿Cómo demonios iba a saber que ahora si querías venir a estar aquí conmigo? —le contesté en un tono un poco alterado.—Está bien, sí, me equivoqué, yo también debí avisarte, pero pensé que ibas a estar, apenas es miércoles y normalmente estas aquí.
En eso Isabel tenía razón, en la semana no solía salir por si algo se ofrecía en la oficina, pero anoche, anoche era urgente que saliera.
—Necesitaba un trago y hablar con alguien, y creo que es mejor me vaya a cambiar si no se me hará tarde para llegar a la empresa.
Hice intento de irme a cambiar, Isabel me tomó de la mano y me puso junto a ella, la tomé por la cintura y comencé a besarla, era como para decirle que todo estaba bien, y que la quería, y si así era, aunque Isabel últimamente estaba más preocupada en sí misma, su maestría y conseguir otro trabajo, que en nuestra relación, aun así no podía olvidar que tenemos o tuvimos una muy buena relación de pareja.
No demoré mucho en mi habitación, solo era peinarme y ponerme otro traje, así que en cuestión de minutos baje, al parecer Isabel quería compensar sus últimas desapariciones y me preparó algo de desayunar, Socorro, la señora que me ayudaba en casa le estaba apoyando y al ver la prisa que llevaba hicieron algo simple pero servía para probar bocado.
Pía.
En todo el camino el sentimiento de culpa me comenzaba a alterar un poco. ¿Cómo había sido capaz de engañar a Sergio? ¿Tan necesitada de sexo me tenía para que haya hecho aquello?
En un semáforo comencé a ver el ambiente, árboles, personas, carros, todo lo normal en un día en mi vida, y estaba harta de eso, había dejado de trabajar por ser la esposa ejemplar que mi familia esperaba, y que sobretodo, yo había permitido. Llegué a casa, Pedro estaciono el coche, yo salí y entre deprisa, allá en la sala estaba mi hermana Dana hablando con Rosa, mi Nana de tiempo y ahora la cocinera en casa de Sergio.
—¿Estás bien? —se levantó preocupada al verme—. ¿No pasó nada? ¿Por qué llegas a estas horas?
A Dana no le podía ocultar nada, me conocía como la palma de su mano y sabía del abandono total en el que me tenía Sergio.
—Estoy bien, decidí conducir por unas horas y después entré en un bar, creo que perdí la noción del tiempo, no te preocupes Nana, me sentía algo sola y pues se me ocurrió salir —tomé de la mano a Dana, por la cara que me ponía, sabía que estaba mintiendo—. ¿Te importaría ir conmigo hermanita? Quiero pedirte un favor.
Llevé a Dana al jardín, Rosa no nos siguió, fue a la cocina a hacerme un café, dijo que así se me bajaría la cruda, pero eso era lo que menos tenía.
—Bueno ya, ¿te vas a dignarme a decir a dónde fuiste?
—Si te cuento me juras no decir absolutamente nada.
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Juego de Pasión ||COMPLETA||
RomantizmEn el tranquilo vecindario de Pía, las casas parecían contar historias silenciosas de vidas aparentemente perfectas. Calles arboladas y sonrisas forzadas se deslizaban por las calles como sombras de una realidad que solo se mostraba en la superficie...