Juego de Pasión ||COMPLETA||

Sentencia

Pía|

Yo me reí y volví a recostarme en su regazo, tenía que hablar con Sergio, necesitaba el divorcio para rehacer o más bien empezar una vida al lado de Damián, pero lamentablemente él llegaba hasta después, aunque con su salida sin avisar tenía hasta el viernes para llegar tarde, hablarle a Damián a la hora que quisiera, apenas era cuando disfrutaba de los viajes de Sergio. Al final de ese día, Damián me dijo si quería quedarme a dormir con él, y yo acepte, pero le hablaron y se tuvo que marchar, me llevó a mi casa y ahí recibí una sorpresa.

—¿Qué haces aquí papá? —dije emocionada y intenté darle un abrazo pero él no me dejó—. ¿Pasa algo?

—Por que llegas con ese tipejo —mi papá me estaba mirando alterado, algo que en él era extraño. Yo me estaba sorprendida con su reacción.

—¿Tipejo? Papá, es un amigo de la universidad, además es mi jefe, no deberías de hablar así.

—¿Hablar así? Tu madre me dice que tiene las sospechas que tú tienes... —pensó antes de hablarme—, un amante, ¿qué clase de persona eres? Yo no te eduqué de esta manera.

Me quedé espantada, mi papá nunca me había hablado de esta manera.

—Papá por Dios, claro que no, es cosa de trabajo, ¿por qué dudas así de mí?

—Por todo Pía, ve esta casa, se nota el descuido, vete a ti, ¿dónde está Sergio? Ve la sonrisa con la que te bajaste de ese coche, hija, tu cara me lo dice todo, la sorpresa no es porque te esté levantando un falso si no porque te descubrí ¿por qué lo haces? ¿A qué estás jugando?

Yo me senté y lo mire fijamente.

—¿Y qué harías si te dijera que si?

Por inercia baje la cabeza. Él me elevó el rostro para verlo y me hablo.

—No esperaba que me decepcionaras de esa manera.

Mi papá salió y yo me quedé pensando en sus palabras..., había decepcionado a mi papá, a la persona que más quería y más respeto tenía, pero ¿qué podía hacer? Amaba a Damián, y Sergio..., nuestro matrimonio era ya un caso perdido, pero no quería que él me tuviera en ese concepto, para su vida y como me educó era como si le estuviera dando una de las peores noticias, no quería que me viera de esa manera, él era mi adoración.

Me fui a mi habitación y me abracé a una almohada, necesitaba pensar en lo que me dijo, en lo que iba a hacer con eso.

A la mañana siguiente me levanté y me puse algo para ir a trabajar, tome algo de desayunar, sin apetito y me dirigí a la empresa, llegué, anoté mi entrada y me fui directa a mi oficina. No lograba bosquejar nada, todo me hacía recordar a mi padre, en sus palabras, en su decepción, necesitaba hacer algo al respecto.

Damián|

Había logrado tener una noche algo extraña, todos me llamaban para que les diera autorización para liquidar los pagos de la fiesta algunos otros irían a la oficina, había pasado una noche de locos, y al llegar al trabajo esperaba que Pía me animara, pero su cara al entrar a su oficina me preocupó.

—¿Por qué esa cara? ¿Te paso algo anoche?

Ella me miro y intento sonar despreocupada.

—Nada malo, solo que pase una noche de insomnio, de dolor de cabeza.

Me acerque a ella y trate de darle un beso al cual ella se negó.

—¿De verdad estas bien? Pía, ¿sucedió algo anoche?

—Nada —me contestó en tono de voz alto—, nada que te importe.

Sin más comenzó a llorar, yo fui a la puerta rápido y la cerré, después la paré y la obligue a abrazarme, ella lloró en mi hombro, se descompenso, la llevé al sillón y le pase un pañuelo, no quería presionarla a que me dijera lo que le pasaba, así que esperé a que se tranquilizara.