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—Si, iré al cumpleaños del novio de valería.— respondo bajito para que sólo él pueda escucharme.

—Hija...—la idea no le agrada en lo absoluto, pero la queja u objeción, se ve interrumpida por las palabras de mi cuñada.

—Lamento mucho que tu relación con Gael acabara, Lucí.— me dice y me obligo a sonreír al tiempo que asiento.

— No es nada, Kate, ya no importa.— digo encogiendome de hombros, tratando de restarle importancia.

—Tiene una hija muy hermosa, señor Montenegro.—dice Evans de la nada.

El rojo tiñe mis mejillas ante sus palabras que llaman la atención de todos en la sala, mientras el sonríe con simpleza.

—Lo sé, Evans, Lo sé. — responde mi padre hinchando su pecho con orgullo y ternura al posar sus ojos sobre mí.— No regreses tan tarde, cariño, sabes que no me gusta que salgas de noche.— añade volviéndose hacia mí.

Asiento.

—Esta bien, regresaré pronto, papá.—respondo con una sonrisa, antes de dejar un beso en su mejilla y abrirme paso hacia la puerta principal.

Muerdo mis labios con algo de nerviosismo cuando al pasar al frente de Evans este me saluda con un leve asentamiento y me veo en la obligación de sonreírle con amabilidad, sintiendo después el peso de su mirada a mis espaldas.

Suelto una bocanada de aire cuando salgo fuera de la casa y el aire frío de la noche me golpea el rostro congelandome así los nervios y revolución de emociones que el hombre provoca con solo mirarme de la forma en que lo hace.

Niego y me animo a caminar hasta abordar el auto y encender la calefacción, antes de ponerlo en marcha y diez minutos después observar la casa de mi amiga y las personas acumuladas en frente.

Al llegar estacionó el auto, tomo mi bolso, las llaves y bajo, en la entrada visualizo a Val, quién al hacer contacto conmigo grita y viene corriendo hacia mí con un precioso vestido azul de falda suelta.

—¡Joder! Lucía me dijiste que estarías desde el inicio de la fiesta —me mira con ojos acusadores mientras yo sonrió a modo de disculpa— Ah por cierto ¡Estas hermosa!—grita cambiando de tema drásticamente haciéndome reír, para luego arrastrarme hacía dentro—¡Hoy vas a follar duro! ¡Claro que sí!— vuelve a gritar haciéndome reír a carcajadas.

—Ya basta, Valeria, me sacaras el brazo.— Grito por sobre el fuerte sonido de la música, cuando finalmente llegamos al interior de la casa y nos detenemos frente a la barra improvisada a un lado del salón.

—¡Ahhgs, que exagerada eh!— dice mientras toma un vaso y vierte varios tipos de alcohol haciendo una de sus "bebidas mágicas”— ¡Anda bebe!

........

Miro la pantalla de mi teléfono y a duras penas puedo descifrar la hora en la pantalla encendida; una y diez de la mañana, llevo aproximadamente cinco horas en este lugar, bebiendo todo lo que Valeria con una sonrisa emocionada me ofrece para que pueda darle el visto bueno a sus mezclas.

Estoy ebria ¿Para qué negarlo? Estoy ebria, cansada y tengo hambre, el pedazo de pastel de cumpleaños no ha llegado ni a la cuarta parte de mi estómago.

Le he contado a Val mi ruptura con Gael, desde entonces y después de insultar hasta a su futura generación, mi amiga ha insistido en presentarme a cuánta persona del género opuesto se nos cruza por el frente.

—¡Mira, Lucí, prueba este-— me grita extendiendo un vaso rojo con una bebida de color azul dentro, sin rechistar tomo el vaso y me lo acabo de un solo trago antes de enfocarla y asentirle sonriente a las dos Valerias frente a mí.

Mi Hermoso ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora