cap 12

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Cuatro meses después.



Hoy se cumple oficialmente cuatro meses desde que llegué a esta ciudad, y muchas cosas han pasado en este tiempo.

En el segundo mes, Lía, Ale, Kate, Louis, mamá y los niños vinieron a visitarme, nos divertimos mucho. Le pregunté a Lía por papá y me dijo que aún estaba molesto. No quise saber más.

En éste tiempo contraté personal para mi casa; Luna, la señora encargada del mantenimiento del lugar y sus “ayudantes” Karla y Merci, y por último Marco, el chofer que James insistió en que contratara porqué dice que cuando tenga el vientre más abultado no podre conducir.

En cuanto a James, viene dos veces a la semana, nunca se ha quedado a dormir exepto una vez que llegó borracho a la casa con un gorro de bebé amarillo, juro que me dieron ganas de llorar cuando dijo que había elegido ese color porque no sabía que sexo sería, ese fue el único día que se quedo en casa toda la noche.

Ahora sé muchas cosas más sobre él por ejemplo; que no me lleva tres años, si no siete, si, siete años, James tiene treinta y uno  y yo veinticuatro, se veía mucho más joven cuando lo conocí. Es hijo único y esta comprometido con la hija de uno de los socios mayoritarios de su empresa; Irina, ese es su nombre.

Está obsesionado con agradar a su padre por alguna razón la cual desconozco completamente. En cuanto a nuestro hijo, creo que le ha tomado un poco de cariño desde la segunda consulta con ximena, consulta en la cual pudimos oír los latidos del corazón del bebé. Ahora cada vez que viene a casa trae alguna cosa para mi hijo, ya hasta ha empezado a docorar su habitación la cual decidimos que será la que esta en frente de la mía.

Por otro lado, nuestra convivencia no es la mejor hay veces que me hace enojar tanto por algo que dice o cualquier otra cosa y término echándolo de la casa después entra con las llaves que le he dado y me pide disculpas. No nos llevamos muy bien pero hacemos lo que podemos.

En cuanto a mi nuevo proyecto, va muy bien, ya he comprado un edificio que esta en etapa de remodelación, y si todo sigue como hasta ahora la inauguración de la nueva empresa de moda y diseño estará lista para después del nacimiento de mi hijo.

El sonido de la puerta principal siendo abierta me hace regresar de mi ensimismamiento, giro la vista y miro a James entrando con una caja blanca en sus manos.

—Mira, Lucía, he comprado esto en el centro comercial hace dos días, es un estuche de biberones.— dice ya sentándose a mi lado, abriendo el pequeño estuche con cuatro biberones— esté, es para la leche.— señala el más grande que es de color blanco y tiene pelotitas de colores dentro de la tapa al igual que los demás —Este es para cualquier otra bebida como jugo u otra cosa.— esta vez señala el mediano— Este para el agua— toma uno de los más chico y me lo muestra antes de regresarlo de nuevo a su lugar y tomar el último—y este otro, para las medicina.— este es incluso más pequeño que me mi meñique.

—¿Como sabes cual es para qué?— es lo primero que me viene a la mente.

Y es que está más que claro que este hombre a duras penas sabe de la existencia de los bebés en el mundo.

—Me lo dijo la dependienta de la tienda.— se encoje de hombros inocentemente guardando los biberones nuevamente en el estuche— ¡Hey! ¡tú!— llama a Merci, quien rápidamente llega hasta nosotros.— lleva esto a la habitación de mi hijo— ordena tendiéndole los biberones a Merci quien los toma y se va en dirección a las escaleras — ¿Estas lista?—me pregunta a mí.

—Si.—susurro.

Tomo mi bolso y celular para después levantándome del sofa. Nos subimos en su auto una vez que salimos de casa y arranca rumbo a la clínica.

—Deberías ser más respetuoso con las personas.— él sabe perfectamente que me refiero a la forma en la que le “pidió” a Merci que guardara los biberones, pero solo se encoge de hombros sin decir nada al respecto, en pocas palabras; no le importaba.

Pongo los ojos en blanco, es un engreído. Quizás si hubiese más confianza entre nosotros intentaría hacer que por lo menos se disculpe con Merci, pero nosotros no somos ni  siquiera amigos, así que solo me límito a mirar por la ventana.

Hoy es nuestra cita con Claudia y estoy un poco más ansiosa que las veces anteriores, puesto que en la última consulta, nos había dicho que si teniamos suerte, hoy sabríamos el sexo del bebé.

—¿Estas ansiosa por saber que será?—pregunta con una sonrisa y asiento.

—La verdad, sí. Me emociona saber que será— respondo en un susurro con las manos en mi vientre ya abultado.

Él ríe y me mira unos segundos sonriendo para luego volver a poner su mirada en la carretera, endureciendo las facciones.

No entiendo sus cambios de humor.

Ninguno vuelve a hablar, y minutos después nos encontramos estacionando en la clínica, bajo y él lo hace después. Se coloca a la par mía y avanzamos juntos hasta recepción, hicimos lo mismo todas las veces anteriores que vendemos aquí, hasta encontrarnos en el consultorio de Claudia quien nos saluda a ambos con un abrazo.

—Rucuestate, querida.—pide con la sonrisa, que no se le borra nunca o por lo menos yo nunca la he visto sin ella.— Si hoy tenemos suerte, sabremos que es este pequeño.

James y yo asentimos y ella coloca el característico gel en mi vientre y comienza a mover el aparato de un lugar a otro sobre él.

—Aquí esta...— Susurra concentrada.

—¿Qué es Claudia.?—pregunta James mirando la pantalla.

—¿Puedes ver que es?— inquiero también con esperanzas.

—¡Felicidades! ¡tendrán una pequeña niña!— mis ojos enseguida se llenan de lágrimas de felicidad al oír eso, y dejo mi cabeza sobre la camilla incapaz de contener la sonrisa.

Por un segundo mi mente me juega una mala pasada y la sonrisa se me empaña con el sollozo que suelto cuando de la nada el sentimiento de soledad me llena el pecho, sabiendome sin ninguna de las personas con las que he estado toda mi vida. Sin mamá, sin papá o mis hermanos ¿Dónde están? ¿Por qué han incumplido la promesa de no dejarme sola nunca?

Cierro los ojos y sacudo la cabeza, no quiero que me afecte, no quiero que nada empañe esto. No estoy sola; la tengo a ella.

Y con eso abro los ojos y vuelvo a sonreír.

¡Voy a ser mamá de una niña!

Me vuelvo hacia James quien también me mira y en sus ojos puedo distinguir alegría y otra emoción que no puedo descifrar. Sonríe y sus ojos se llenan de lágrimas que no derrama.

—¡Carajo!— susurra con la voz conmosionada, dándome la espalda.—¿Una bebé?— inquiere mirando a la doctora, Claudia ríe y yo también.

—Una niña muy sana.— certifica la mujer.

Yo sonrío asintiendo y bajando de la camilla una vez que termino de limpiar el gel de mi vientre.

James y yo salimos del lugar sonriendo sin decirnos nada. Nos subimos en el auto y nos adentramos en la autopista, cuando tenemos que girar para ir a casa, James siguue de largo.

—¿A donde vamos?— le pregunto observándole.

—Al centro comercial ¿Para que esperar más? ya sabemos que será, es momento de hacer las compras para mi bebé.








Mi Hermoso ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora