Cap 40

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James Evans.

Ocho meses.

Ocho malditos meses que me había perdido de la vida de mi hija, y lo único que tenía de ella eran fotos, fotos de cuando estaba recién nacida, y malditas fotografías dónde ni siquiera podía mirar su cara pero sí como otro hombre la tenía a ella y su madre como suya.

Estos últimos ocho meses de mi vida se han basados, en ir a la empresa de mi padre aquí en Texas, luego regresar a las diez de la noche al departamento que comparto con Irina, siempre trato de llegar tarde, porque ciertamente, la convivencia con esa mujer no sé me da, de más esta decir que no dormimos justos, desde que llegamos a esté lugar se lo hice saber, cada quien tiene su propia habitación, trato en la medida de lo posible no verla ni cruzar ni una sola palabra con ella, ¿Por que? Pues, por la única razón que veo en ella el motivo que me obligó a separarme de lo único que en realidad quería, que en realidad quiero.

Los primeros meses, fueron los más dificiles y los complicaba más el saber que Lucía, no contestaba ni mensajes ni llamadas de mi parte, ni siquiera para hablar sobre Harley.

Estoy plenamente consciente de su rencor hacía mí por no tomar la decisión que sé era la correcta en el momento que ella me presentó las opciones. Todo este tiempo no he visto a mi hija ni una maldita vez, y me duele saber que en esté momento, Harley no sepa quien soy yo, la incertidumbre me mata cada vez que pienso en que Lucía decida rehacer su vida con otra persona, que mi hija vea a otro hombre como padre.

Y lo peor de todo es que el sacrificio no valió la pena, puesto que hace un mes, Irina me dijo que iría a dormir a casa de una amiga y gracias a esa razón decidí regresarme al apartamento más temprano que lo habitual, al llegar escuché gemidos y jadeos que venían de su habitación, me dirigí allí y abrí la puerta sorpresivamente, encontrándola en pleno acto sexual con un hombre que se veía mucho más joven que ella.

Gracias a eso, hoy estoy firmando el divorcio, Y después de esto, dirigirme con todas mis malditas maletas al aeropuerto. Había hecho todo lo posible para que el maldito papel estuviera listo en poco tiempo y se retrasaron un mes.

La última vez que en realidad tuve una conversación con Lucía, fue hace cinco meses, estaba completamente borracho creo que había estado bebiendo dos días seguidos, que contestará la llamada me sorprendió, pero cuando la miré con los ojos cerrados deduje que ella no sabía a quien le había contestado la llamada, después cuando observe la mejilla roja a un costado suyo, mi corazón se aceleró era mi hija, mi bebé, solo pude ver su mejilla y un poco de su cabello rubio regado en su rostro.

Luego de enviarle mensajes a Lucía intente llamarla, pero desde entonces contestaba la operadora y pensé que había apagado el celular como lo había hecho antes, pero hasta ahora no lo ha encendido y estoy empezando a creer que se ha deshecho de él.

Desde entonces no había vuelto a saber de ellas hasta que una tarde de la semana pasada mi madre me llamó diciendo que creía haber visto a mi hija y a su madre en un supermercado. ¿Como dedujo que Harley era mi Harley? Pues, cuando le hice la pregunta su única respuesta fue; “Esa pequeña es tu clon, es igual a tí cuando estabas así de pequeño” No voy a negar que me llené de orgullo cuando dijo eso, saber que mi bebé seguía pareciéndose a mí me llenó de sastifaccion, mamá también me describió a la mujer que estaba con Harley y sin duda eran mis mujeres, y mi felicidad subía con cada palabra hasta que me dijo que en el estacionamiento, estaba con un hombre que tenía a Harley cargada mientras yo no podía ni siquiera verla, y después que culminara con un “y se subió a su auto con la bebé y se marcharon los tres juntos”  Me enojé, sentía unos enormes celos, no quería que alguién más cargara a mi hija, no quería que nadie más mirará a mi Luce.

Eso no lo iba a permitir, y esa era una de las razones por las que en este momento me estaba subiendo al Jet, yo regresaría por lo que me pertenece y talvez, si todo salé bien le confiese a mi Luce mis sentimientos hacía ella.

En estos últimos meses, papá había enfermado de nuevo, hace tres meses tuvo un infarto muy grave, esté sucedió en la calle, al caer al piso uno de sus purmones se vió afectado por el golpe, ahora no puede morvese a ningún sitió a menos que sea con una cápsula de oxigeno. Está grave, y saber que no estuve con él me llena de remordimientos.

Por otro lado se ha enterado que tengo una hija, aún sigue enojado, pero ha exigido conocerla, no sé con que fin, ya qué el tema le molesta aún más.

......

Justo en esté momento estaba bajando del Jet, el viaje se me había hecho largo, pero al fin estaba pisando el suelo de la ciudad donde estaba mi familia, eran las seis de la tarde, y lo primero que haría sería ir a ver a mi hija.

Aún conservaba las llaves que en un principio Luce, me había dado para entrar y salir de su casa libremente. Las usarías porqué sabía que lucía no me abriría la puerta.

En la entrada del aeropuerto me estaba esperando Juan, el chofer de mi madre. El hombre salió del auto, y metió todas mis maletas en el maletero del auto, yo me senté en el asiento de pasajeros y a los segundos el entró, le dije la dirección y emprendió marcha hacía la casa de la cual ni debí irme aquella noche.

Cada minuto, mi ritmo cardiaco subía más, estaba nervioso, mis manos sudaban, la última vez que me sentí así fue el día del nacimiento de mí pequeña bebé.

Cuando páramos en la entrada de la villa y el vigilante pidió mi identificación se la tendí, al parecer me reconoció ya que sonrió y dió un asentimiento de cabeza, cuando la barra amarilla que impedía nuestro acceso al interior de la villa subió, Juan aceleró, hasta que ordené que se detuviera.

En esté instante estaba frente a la casa de dónde había salido hace ocho meses, el lugar se miraba tan distinto e igual a la vez, me sentía completamente nervioso, sentía que en cualquier momento mi corazón saldría disparado de mi pecho.

Frente a la casa había una línea larga de autos, y dentro se podía escuchar música que al parecer venía del patio trasero, por un momento quise irme y regresar después, pero las ganas de verlas, de ver cuanto había crecido Harley, de mirar su rostro, sus mejillas regordetas, eso era algo que deseaba tanto, que salí del auto rápidamente y caminé hasta la entrada.

Saqué las llaves del bolsillo lateral de mi pantalón, y la introduje en la cerradura, giré la llave y la puerta cedió rápidamente, entré lentamente y eché una mirada por todo el recibidor no había nadie, pero del patio de atrás se escuchaba perfectamente la música y sobre ella risas de niños.

Cuando estaba por avanzar a las escaleras para ver desdé el ventanal que daba hacía el patio, alguién salió de la nada por el pasillo que daba a la cocina y la sala de estar trasera.

No era cualquier figura, era Lucía, mi luce, tenía su cabello castaño suelto, le llegaba hasta la parte baja de la espalda, llevaba puesto un vestido azul oscuro de mangas largar, mi Luce estaba hermosa.

Pero se miraba diferente, en su mirada – que ahora estaba llena de sorpresa–  algo se miraba diferente, ya no era la misma niña que cuando me fuí, ahora se veía más madura, su cuerpo seguía igual de perfecto a excepción de sus pechos que ahora se veían más grande, más apetecibles que la última vez.

Me miraba atentamente, en sus ojos claramente podía mirar muchos sentimientos, pero su expresión era de sorpresa y enojo, su boca se había abierto varías veces pero en ninguna de ellas había logrado decir una palabra, así que decidí tomar la iniciativa.

—Hola, luce.

Mi Hermoso ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora