cap 10

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James.

He de admitir que la casa es hermosa y muy grande para una sola persona. Cuando le pregunté a donde iríamos y me tendió el papel con la dirección del lugar, me sorprendí, no me esperaba que su padre enojado le hubiera comprado una casa tan bien ubicada y bonita.

Si enojado le compro está casa, talvez si estuviera feliz le compraría un palacio.

—La verdad me esperaba un lugar más pequeño, puesto que me habías dicho que tu padre estaba enojado por la noticia.— comento posicionándome a su lado.

—¿Y qué te hace pensar que fué mi padre quien compró la casa?—pregunta con el ceño fruncido.

—Pues, que tu eres la “princesita” de tu familia y tienes todo lo que deseas, cuando lo deseas y en el lugar que deseas— respondo con sorna y sin mirarla.

—No soy la “princesita” de nadie.— alega sonrojada por el enojo — La compré yo con la herencia que me dejaron mis abuelos al morir.— me mira mal, con una pizca de tristeza en sus hermosos ojos verdes — Además, para el momento que la compré mi padre no sabía de mi embarazo, imbécil.— añade odiosa.

Alzo las cejas, escondiendo trás la burla, el desconcierto que me causa saber que la princesa tiene dinero propio, aunque sea una herencia. Y es qué este lugar es una de las mejores villas de Los Ángeles, una de las más lujusas, y la casa que se cierne frente a nosotros, definitivamente no es la más simple del lugar, al contrario, es una de las más grandes y bonitas.

Abro la boca para responder al insulto, cuando un auto deportivo estaciona detrás del mío, Lucía y yo nos giramos poniendo nuestra atención en la persona que bajaba del vehículo. Un hombre que se queda mirando a la madre de mi futuro hijo con una sonrisa en los labios.

—Buenas tardes, soy Dave Sandoval, El agente de bienes raices, tu debes ser Lucía Montenegro, un gusto—se presenta tendiendole la mano a Lucía, quien corresponde el gesto soriendo y asintiendo– ¿Y usted es?— inquiere una vez más el hombre, esta vez dirigiéndose a mí.

—El padre de su hijo.— respondo simple y sintiendo la mirada de Lucía en mi perfil y el cuerpo del tipo que tengo en frente erguirse y sonreir forzadamente.

—Ah... Bueno entremos a la casa para proceder la firma del documento.— habla seriamente.

Lucía asiente siguiendole los pasos hasta la entrada de la casa, y después de echar un vistazo a ambos lados de la calle frente a la casa, me estiro la chaqueta del traje y me aproximo a seguirlos.

Dentro el lugar es mucho más bonito, los muebles y adornos permanecen en su lugar, el piso está perfectamente pulido y resalta en color blanco.

El hombre y Lucía toman asiento en un sofá negro en forma de L y empiezan con el papeleo de inmediato, yo tomo asiento al lado de Lucía, esperando pacientemente a que terminen, con lo que les lleva más de media hora entre sonrisitas, bromas y finalmente la firma y la entrega de las llaves.

El tipo se despide, y acompañado por la chica hasta la entrada, sale de la casa.

Es el momento.

Me convenzo una vez que por fín quedamos solos.

—Tengo que aclarate algunas cosas.— me mira, asiente y termina de acortar la distancia para sentarse en el sillón frente a mí.—Estamos de acuerdo que lo que paso entre tú y yo fué algo de una noche, pero que debido a nuestra irresponsabilidad ahora seremos padres.— intento ser condescendiente.— Yo no pedí serlo y no quería serlo, pero tampoco puedo hacer como sí no sé nada y seguir con mi vida sabiendo que en algún lugar del mundo hay un hijo mío.— aclaro haciéndo todo lo posible para que entienda mi punto.

—Sé que lo que pasó entré tú y yo fue un error y....

—¡Si! ¡Eso; un error! Eso es lo que es ese bebé, un error que no debió pasar, pero que a fín de cuentas pasó y no podemos hacer nada más que aceptarlo.

Suelto sin pensar en mis palabras y rápidamente  la tristeza y decepción pasan por sus expresivos y hermosos ojos, para luego dar paso a lágrimas que no salen de sus orbes. Bajo la mirada y asiente, no me agrada estar haciendo esto, no quiero ser un hijo de puta y hacerla sentir mal, pero era la verdad; ese niño es un error que ha distorsionado la vida de ambos en solo tres semanas de gestación.

—Lo siento Lucía, pero yo tengo una vida, Una novia la cuál es mi prometida desde hace mas de cuatro años.— al escuchar esto se levanta y su mirada rápidamente contra mí se vuelve inexpresiva— Una familia a la cual no puedo llegar de la noche a la mañana y decirles qué tendré un hijo con otra. Soy el dueño de todas las empresas Evans y la noticia de que voy a tener un hijo con una mujer que no es mi prometida, dañaría mi imágen pública.

—¿Entonces?¿que es lo que pretendes hacer?— habla con dureza, disimulando el llanto con molestia.—Yo...— la voz se le corta y se detiene un momento para bajar la mirada y tomar aire.— Yo no te pido que te hagas cargo de mi hijo económicamente, sólo...— se le salen las lágrimas y se limpia rápidamente, volteando a otro lado.— Tan sólo quiero que estés presente en su vida... Nada más.

—Y yo no estoy diciendo que no me haré cargo.— aclaro.— Sólo que entiendas y aceptes que no estaré todo el tiempo disponible; yo tengo una vida a la que debo atender.

—Supongo que no tengo otra opción ¿O sí?—pregunta decepcionada, y guardo silencio— Ya de nada me serviría negarme cuando estoy a miles de kilómetros de casa, de mi familia. Supongo que tendré que acostunbrarme a vivir bajo tu sombra con mi hijo.— evito nuevamente responder, pues es exactamente lo que quiero.

Me guste o no, le guste o no. No quiero perder la estabilidad que tengo, y salir después de años con ella y un hijo mío en su vientre arruinaría todo eso.

Ante mi silencio, asiente resignada y bajando la mirada.

— Si, entiendo, tú estarás con él, con la única condición que nadie sepa que es tu hijo.— pone los ojos nuevamente sobre los míos —Bien.— acepta con enojó.

Asiento, no me sorprende que acepté; conviví con su familia sé que son unos moralistas, y justo ahora no tiene otra opción más que aceptar lo que impongo.

—Perfecto, vendré por tí a las cinco treinta de la tarde para ir con la doctora.— aviso levantándome y caminando a la salida, ella viene detrás de mí.

Al llegar a la puerta, giro el pomo y me detengo en en la parte de afuera cuando me habla:

—¿Sabes, James?— indaga y me quedo en su ojos.—  Yo también tenía una familia, una casa. Una vida, la cual abandone por este “error”— se toca el vientre plano haciendo énfasis en la palabra— Y lo siento, fué muy iluso de mi parte pensar que tú también abandonarías algo de eso que yo abandoné por esté bebé, que a fín de cuentas solo es un error que no debió existir.

Continúa recarcando la palabra y sonriendo con tristezas agrega:

—Pero te entiendo ¿sabes? Yo tampoco querría arriesgar todo por alguién que conozco hace poco y que solo de casualidad terminará siendo la madre de tu hijo. La única diferencia entré tú y yo es que soy yo la que llevo el niño dentro de mí y no puedo salir corriendo así como así y tan solo de pensar en abortar me dan náuseas.— los ojos verdes vuelven a mojarse— Yo no puedo acabar con su vida, porqué muy en el fondo lo quiero y sé que terminaré adorandolo, aunque haya descontrolado mi vida por completo.— Mira mis ojos con fijeza y sonríe.— Adiós James, te espero a las cinco.

Cierra la puerta antes que las lágrimas acumuladas en sus ojos se desborden por sus mejillas sonrojadas. Dejándome a mí de frente con la madera blanca.

No puedo negar que todo lo que dijo de algún modo me descoloca; ella dejó todo, sólo para darle un padre a su hijo, el cual solo puede ofrecerles dinero y las migajas de su tiempo. Simplemente yo no puedo estar con ellos aunque quiera, mi vida...mi padre, me obligaba a que sea diferente.

La única persona de mi familia que sabe que voy a tener un hijo es mi madre y sólo porqué se lo dije en medio de una borrachera, sin embargo ella me guardará el secreto, aunque no está de acuerdo con que mantenga a mi hijo en secreto, no obstante, la situación nos no deja otra opción.

No puedré estar con mi hijo del modo que él necesitara.






Mi Hermoso ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora