Cap 13

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James


Felicidad, tristeza y culpa esos eran los sentimientos que predominan en mi interior. Estoy feliz porque saber que tendré una niña es algo que me alegra el alma sin explicación alguna. Triste porque sé que no estaré con ella como quisiera, y culpa por todo lo que le he hecho a Lucía, indirectamente afectaba a mi bebé.

En estos cuatro meses han pasado muchas cosas que han dado un giro trescientos ochenta grados a mí visa, y sin dudas las más influyentes fueron él día que Lucía llegó a los ángeles, su llegada dió paso a ver a mi hija por primera vez y escuchar su corazón.

Ese día después de comprarle las vitaminas y demás cosas que Claudia le había recetado, dejé a Lucía en su casa y me fuí a mi departamento, una vez allí empece a quitarme el la chaqueta del traje y cuando lo tiré al sofá, escuché como algo plástico caía de él e iba a parar al piso.

Lo tomé y miré que era el CD que ximena me había dado- ese donde supuestamente estaban grabados los latidos de mi hijo- caminé hacía mi habitación con el en la mano, lo puse en el lector de CD de mi ordenador y presioné Reproducir.

Un sonido leve de pálpitos se empezó a escuchar y mi respiración se contrajo ¡Eran los latidos de mi hija!

Desde ese momento algo en mi pecho creció y supe que ese bebé sería mi perdición, que amaría tanto a ese niño que ese sería mi castigo y ahora que sé que será niña, estoy plenamente consciente de ello. Desde el instante uno en que escuche su corazón latir, la amé.

Luego de escuchar sus latidos que para mí, parecían melodías, tome el CD y lo metí en una caja donde aún estaba aquel pedazo de plástico que Lucía había dejado sobre la mesa de la casa que estaba en el jardín de su familia el día que me confesó que mi mas grande error y adoración venía en camino.

Además del amor que cada día crecía mas hacia mi hija, me di cuenta de algo que me tenía aún más agobiado que todo lo que me había pasado.

Estoy loco por Lucía.

Hace tres meses que me di cuenta que ella no es lo que yo creía que era cuando la conocí- la tipica hija menor, mimada y consentida- ella es una mujer que vale la pena, sé que esta buscando la manera de superase y se trae algo entre las manos, aún no sé que es, pero sé que en algún momento ella me lo dirá.

No sé, como me enamoré de ella, simplemente pasó y cuando me dí cuenta ya era muy tarde, solo sé que de un momento a otro quería que esos días a la semana cuando iba a visitarla se hicieran mas largos, estar todos los días allí, eso era lo que quería, pero no podía.

Cuando supe que tenia 24 me sorprendió, pensé que era mas joven, su cara y la inocencia en su mirada me hizo creer eso.

Por otro lado, Irina cree que tengo una amante, dice que ya no soy él de antes y estoy de acuerdo con ella. Desdé hace tres meses que estoy enamorado de Lucía y hace tres meses que estar junto a irina se me hace fatídico, asfixioso.

Irina es la hija mayor del socio mayoritario de la empresa de mi padre, estamos comprometidos desde hace cuatro años, con el único fin de que la empresa completa nos pertenezca ya que Irina será la dueña de dichas acciones, una vez que su padre se retiré. No voy a negar que al principio la relación era divertida pero luego se volvió algo rutinario que acabo con mi pasiencia y comencé a acostarme con cuanta mujer que me gustara se me pusiera en el camino.

Y es aún más estresante para mí estar con ella, ahora que sé y tengo claro cuales son mis sentimientos hacia la madre de mi hija.

Pero no puedo estar con ella, eso sería algo que haría enojar a mi padre y no puedo hacerlo, no puedo decepcionarlo. No cuando a causa mía a estado al borde de la muerte. Simplemente no puedo...

—James...no tienes que hacer esto, si quieres puedo venir yo sola otro día.—  las palabras de Lucía me sacan de mi ensimismamiento.

—Tranquila, quiero hacerlo.— le hago saber mientras entro en el estacionamiento subterráneo del centro comercial.— Quiero comprarle muchas cosas a mi hija.— añado mirando sus hermosos ojos verdes que me encantaron desde el primer instante en que lo mire.

Espero que mi hija tenga sus ojos...

Ella me mira y luego asiente esquivando mi mirada, me molesta que haga eso. Estaciono el auto en un lugar Disponible y bajo, escuchando segundos después como la otra puerta es abierta y luego cerrada. Camino rápido sintiendo sus pasos apresurados detrás de mí, estay cabreado porque parece que me huye, que me repudia.

—¡James!—grita a mis espaldas—¡No camines tan rápido! Como no eres tu quien está embarazado... —dice después, haciéndome parar abruptamente, me giro y ella viene agitada hacía mí.

Se ve hermosa con el vientre abultado, ese en donde llevaba a mi pequeña bebé. Le faltan como dos pasos para llegar a mí cuando uno de sus tacones decide fallarle, me apresuro hasta ella inmediatamente y la tomo por la cintura antes de que caiga al piso.

— Te he dicho que ya no puedes estar usando esos zapatos, Lucía, ¿que hubiese pasado si yo no estuviera cerca? ¡Te hubieras hecho daño! — reprocho con su cintura aún entré mis brazos y ella levanta su mirada hasta mis ojos.

Es tan pequeña que ni siquiera con tacones tan altos lograba ganarme en tamaño.

—Estó no hubiese sucedido si tu no estuvieras casi corriendo dejándome atrás— réplica un poco enojada, mientras me mira a los ojos y su aliento chocaba en mi cara.

No me reprimo esta vez, he estado reteniendo durante más de tres meses las ganas que tengo de besarla, de volver a tenerla como aquella noche, y su cercanía, sus ojos puestos en los mios y su aliento rozando mi boca, es la gota que derrama el vaso.

Así que sin más, me prendo de sus labios.







Mi Hermoso ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora