cap 17

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Cinco meses después



No puedo creer que ya hayan pasado nueve meses desde que llegué a Los Ángeles, Fueron muchas cosas vividas durante este corto lapso.

Hoy oficialmente estoy entrando al último mes de embarazo y eso me tiene con las emociones a flor de piel, por un lado estoy emocionada y feliz porqué pronto conoceré a mi pequeña bebé, y por otro lado tengo miedo, miedo porqué sé y estoy plenamente consciente de que nada será fácil. James ha estado mucho mas raro ahora.

Después de que mis hermanos se marcharon él vino a casa esa misma noche, estaba ebrio, pero no completamente, me abrazó, y me dijo incoherencias, cosas como: "Yo no me quiero ir" "no esta en mis manos " "perdon" y "Perdoname" esas fueron las pocas cosas que pude entenderle.

Estaba triste, se podía notar en su voz, pero yo no quise intervenir, temía a que me gritara o se enojara. Sinceramente no entendí ninguna de sus palabras, al final solo me dió un beso en la frente y salió de la casa. Desde entonces viene todos los días, una vez le pregunté por que lo hacía cuando antes solo venía dos veces a la semana y su repuesta fue "ahora tu embarazo está más avanzado, tengo que estar siempre contigo " y eso fue todo, no pregunté más y él tampoco añadió algo.

—Señora, el señor Lázaro acaba de llegar, esta esperandola en el recibidor.—avisa Merci en la puerta de mi habitación.

—Enseguida bajo, Merci, gracias.—aludo sonríendole, ella asiente y se marcha.

Me levanto del sofá dónde estaba sentada, con un poco de dificultad gracias a mi enorme vientre, que parece que en cualquier momento va a reventar, tomo mi bolso y me dirijo al recibidor.

—Linda, te ves preciosa—sonrie Lázaro al verme.

Vamos juntos a una fiesta en su departamento, más bien es una pequeña celebración entre amigos, con el motivo de que el hermano menor de Lazo ahora es un abogado graduado con honores,

—También estas muy guapo, lazo.—murmuro con una mirada pícara y el ríe.

—No más que tú, ese vestido hace que tu vientre se vea sexy—menciona sonriendo y yo río aún más, mientras caminamos hasta su auto para luego subirnos y marchanos rumbo a su departamento.

Al llegar ya está un grupo de amigos de los chicos, conozco a la mayoría, son amigos cercanos de Lázaro y Manuelle-el hermano de Lázaro- que había conocido gracias a ellos, los saludo a todos y me siento en una mesa con Lázaro, Manuelle y otros.

Habían pasado al rededor de unas cuatro horas, me dolía el vientre, quizás por el cansancio y ya me quería ir pero no quería decirle a Lázaro que me llevará, él estaba muy feliz con su hermano, así que me despedí tomé mis cosas y bajé al living del edificio, le pedí al guardia que me pidiera un taxi y así lo hizo, me senté en unas bancas que estaban junto a la puerta a esperar el taxi, mire la hora que estaba en el reloj de la pared, 02:57am suspire y seguí mirando al frente. Mi celular sonó y rebusque en mi cartera, pero no era el mío, si no el que James me había dado.

—Hola, James.—hablé sin ganas, descolgando la llamada. Los dolores en mi vientre bajo estaban incrementando.

—¿Donde estas, Lucía, por qué no estas en tu casa?— habló enojado ¡Dios! ¿Como mierda sabía que no estaba en casa?

—Vine a una celebración en la casa de un amigo, pero ya me voy—contesto porqué no tenía ánimos de llevarle la contraria.

Joder Lucía, éstas embarazada, ¿no lo entiendes? ¿Donde estas? iré por tile envio la ubicación y corto la llamada.

Minutos después llega el urbe, le pedo disculpas al conductor y lo despacho, el hombre se va enojado y lo entiendo, no debe ser agradable trabajar en la madrugada y que encima te hagan perder el tiempo.

James llega después que el señor del urbe se va. Lo ví salir del auto y caminar hacia mi, lleva puesto un traje, como siempre, pero en lugar de corbata, esta vez lleva un moño alrededor de su cuello, sin duda venía de una gala o fiesta elegante.

—Eres muy inconsciente, ¿como puedes andar a estas horas de la noche en la calle? ¿Sabés que pones en riesgo a la bebé?—tiene lo que llevabamos de camino regañandome, yo sólo asiento, los dolores en mi vientre ahora son mas fuertes y están empezando a asustarme.

—¡Ya basta James! ¡Ya entendí! ¿bien?—alzo la voz tratando de no mostrar mi dolor a través de las palabras.

—Estas poniendo la vida de mi hija en riesgo, ¿Lo entiendes? No puedo simplemente quedarme de brazos cruzados a esperar que algo malo suceda— sigue estacionando el auto en frente de la casa, bajo enojada y dando un portazo, él también lo hace y se interpone en mi camino.

—No vengas ahora a fingir que te importamos, James, sé que sólo haces esto por obligación y para liberar tu consciencia de una carga, desde siempre ha sido así, ya no tienes que fingir más.—es mi enojo quien esta hablando por mí, pero a fín de cuentas esa era la verdad.

Es lo que él dijo meses atrás, es lo que él ha demostrado. Y sí, en esté tiempo puede que le haya tomado un poco de cariño a mi hija, pero eso no quita que para él mi bebé sea un error.

Veo en su mirada un sentimiento que me hace saber que le he dado un golpe bajo, para luego darle paso a una cara de inmenso enojo. Asiente una sola vez con la mandíbula apretada y el rostro rojo. Se abre paso y camina a grandes zancadas hasta su auto, cuando abre la puerta, siento un liquido caliente correr por mis piernas.

Mi fuente se ha roto.

Mi ritmo cardiaco se acelera a un mil por ciento, y miro a James que se esta subiendo al auto.

—Ja...James ¡James!— el miedo en mi voz se puede notar a un millon de distancias, él se gira rápidamente y su mirada recorre mi rostro que de seguro estaba pálido.

Bajo mis ojos hacia mis piernas y él también lo hace.

—Ja-James—las lágrimas en mis ojos no se hacen esperar, encharcando mis mejillas al momento.

Cuando se cae en cuenta de lo que pasa, se apresura hasta mí.

—Tranquila, Lucía. Tranquila.—concilia incluso más alterado que yo, no sabiendo que hacer a la primera y reaccionando después para calgarme y colocarme en el asiento del copiloto una vez más.

Soy incapaz de emitir palabra alguna, presa de los nervios que me orillan únicamente a soltar balbuceos incoherentes. Susurro su nombre con miedo y apretando los ojos por el dolor que me avasalla cada centímetro del cuerpo

—Tranquila, nena, No durará mucho tiempo, iremos a la clínica.—lo escucho decir mientras conduce.

Sólo entonces soy capaz de abrir mi mente para contemplar desde todos los ángulos lo que está por pasar:

Finalmente voy a conocer a mi hija.

Mi Hermoso ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora