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Dos semanas Después...



No puede ser. No puede estar pasando. Sencillamente no puede estar pasandome esto.

Levanto la mirada y dejo mis ojos sobre mi reflejo en el espejo del lavado. Niego entre llanto con los ojos, nariz y párpados rojos por haber llorado en los últimos diez minutos.

Sollozo incapaz de mirar más allá, sintiendo como sí me estoy hundiendo con cada segundo, como sí estuviera en un laberinto que sólo tiene pasadizos, pero no salida.

¿Que se supone que debo hacer ahora?

En las últimas semanas he tratado de mantenerlo a raya, lo ignoraba cada que podía; James trato en varías ocasiones acercarse a mí pero yo no hacía más que huirle como una ratita asustada, huyendole a la vergüenza que siento por haberme acostado con un hombre que recién acaba de conocer, y él finalmente entendió que no lo quería cerca, así que hace pocos días dejó de intentar interceptarme.

Presa de un impulso y la rabia del momento salgo de mi habitación cerrando sigilosamente la puerta de esta para no despertar a nadie, pues son la una de la madrugada. Casi corriendo salgo de la mansión en dirección a la casa del jardín, mis puños están apretados, tanto que por un momento la idea de partir en dos el plástico en mis manos, surca mi mente, pero aún así no disminuyo la fuerza, no puedo hacerlo, siento que ni siquiera soy yo.

La puerta principal cerrada, me recibe y con el corazón a punto de salirse por mi garganta, toco tan fuerte como puedo.

James abre la puerta no muchos segundos después, su rostro adormilado cambia drásticamente al verme frente a él, ahora la confusión y el enojo que le provoca mirarme en medio de la madrugada después de haberlo evitado, se le hace imposible de disimular.

-¿Que quieres, Lucía?- pregunta notablemente cabreado, lo empujo a un lado y entro a la sala de estar de la casa, él cierra la puerta y se gira para mirarme- Dime que quieres de una puta vez, tengo que trabajar temprano.

-Estoy embarazada.- suelto sin más, sin anestesia.

.....

James.

Estoy embarazada.

Esas dos palabras resuenan en mi mente haciendo eco por toda mi cabeza, dejándome a mí inmóvil, confundido, con las cejas fruncidas y los labios levemente abiertos, mientras mis ojos están sobre los llorosos de ella, y soy incapaz de emitir palabra alguna.

-¡Di algo imbécil!- grita al borde del desespero y a punto de soltar el llanto.

-¿Embarazada?¿es mío?- suelto dudando, porqué sí, nos acostamos pero... Usamos condón.

¿O no?

No lo recuerdo, estaba ebrio, no tanto como ella, pero lo estaba y ahora no recuerdo sí usé o no un puto preservativo.

Maldita sea.

-¡No maldito imbécil, sólo quise decirtelo para que seas el padrino!- responde recurriendo al sarcasmo para no tirarse al piso y llorar.- ¡Por supuesto que es tuyo!- grita con la voz ahogada.

Estoy sin palabras no puede estar pasandome esto, ¿Cómo carajos va a estar embarazada? Tengo una vida en Los Ángeles, en menos de una semana regresaré a ella, y no puede simplemente aparecerse y decirme que está embarazada ¡Maldita sea la hora en que me acosté con ella!

-¡¿Es que acaso no te cuidas?!- grito enojado, pensando en todo lo que se me vendrá encima con esta estupidez.

Tan pronto como mis palabras salen, ella derrumba y le da rienda suelta al llanto, mostrándose por primera vez vulnerable ante mí.

Suelto aire pasandome una mano por el cabello al tiempo que le doy la espalda y empiezo a andar por el lugar sin rumbo fijo y a pasos cortos.

Yo tengo una vida en los ángeles, no puedo llegar simplemente de la noche a la mañana y decirle a mis padres, que voy a tener un hijo y que este no es de la mujer con la que estoy comprometido desde hace cuatro años.

No puedo llegar a casa y decirle a mi padre que he embarazado a la hija menor de uno de sus socios más importante.

Pero no puedo simplemente irme sabiendo que dejaré un hijo mío a la deriva, no me da la conciencia para saberme padre y no saber ni siquiera el nombre de mi hijo.

Lucía me gustó desde la primera vez que la ví, es una mujer muy hermosa, sus ojos verdes son llamativos, su pelo castaño es tan largo que le llega hasta la parte baja de la espalda, y ¡Dios! Su cuerpo es perfecto, tiene curvas en los mejores lugares. Pero no es ella la mujer que quiero para la madre de mis hijos, no llena mis expectativas. No lo hace.

Por el tiempo que he estado aquí se que su familia es conservadora, su padre es muy estricto, pero ella es su debilidad por las veces que he hablado con ellos -su padre y hermano- sé que ella es su pequeña, la miran como una niña. Son todos muy conservadores, su hermana y hermano han tenido hijos después de haberse casado y estoy seguro que a eso es lo que ella le teme; decepcionar a su padre y que su hijo no tenga un figura paterna.

Y eso lo voy a usar a mi favor.

-Tienes una semana para preparar todo y venir a Los Ángeles conmigo.- su rostro lloroso se transforma en uno totalmente desconcertado y confundido.

-¿Quée?... Ah... ¡No!- responde con la sorpresa aún plasmada en su rostro.

-Escucha lucía, sabes muy bien que tu padre se enojara contigo cuando se lo digas.-ella me miraba atenta tratando de limpiar las lágrimas que cada vez se hacen más y más.- Yo sólo estoy aquí por tres semanas y ya solo me queda una y lo mas probable es que me vaya antes. No volveré, sí quieres que tu hijo tenga un padre que vea por él, que lo cuide, es mejor que te vengas a Los Ángeles.- asiente limpiando sus lágrimas.

-Esta bien.-dice saliendo despavorida de la casa, y antes de hacerlo dejo algo sobre la mesa, me acerco y una prueba de embarazo en positivo.

Suelto aire y miro al techo con la besa a punto de explotarme.

-Dios, ¿Qué he hecho?-susurro para mí mismo.

Las cosas van a cambiar, y al llegar a Los Ángeles le dejaré algunos puntos claros a Lucía. No puedo causarle otra decepción a mi padre, no más, se lo prometí después del segundo infarto producto de una discusión conmigo.

Aprieto en mi mano la prueba de embarazo y la veo una vez más, la meto en un bolsillo en mi maleta y me acuesto de nuevo en la cama.

--Carajo, voy a ser padre.- me repito sin poder creerlo aún.

Un bebé es una gran responsabilidad

A mi mente llega la imagen de Lucía aquél día en la piscina con la pequeña de Louis en brazos, se miraba muy tierna. Rápidamente mi cabeza empieza a imaginar a Lucía así pero que en vez de la hija de su hermana y Louis, es un bebé nuestro.

«Mi bebé »

Una extraña sensación se acentúa en mi pecho al percibir la realidad de eso.









Mi Hermoso ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora