¿es el destino que dos personas "únicas" estén juntas?
¿Rasmus era el único chico para mi?
Sus berrinches y tonterías sólo me indicaban que era un idiota, pero era el único que entendía lo que yo sentía, lo que yo sufría.
Los dos somos una amenaza...
Tres días habían pasado desde lo sucedido en Apollon, tiempo en el cual nos dedicamos a preparar las cosas necesarias para nuestro viaje. Porque sí, Noah y yo iríamos con ellos. Me costó aceptar la propuesta, pues aquí teníamos todo lo que necesitábamos. Pero podía notar la alegría que Noah tenía al convivir con otras personas, hace tiempo no lo veía tan feliz.
Si yo estaba ahí para protegerlo, todo estaría bien sin importar el lugar.
—¿quién cargará estas cosas? Son muchísimas.—Lea miraba con cierto miedo la enorme montaña de mochilas.
—Tenemos la camioneta aquí cerca.—respondió Martin mientras cerraba la última mochila.
—¿y cómo sabes que no se la han llevado?—
—Ha estado lloviendo estos días, dudo que los forasteros hayan salido a buscarnos, no se arriesgarán tanto.—me acerqué a la mesa
—Sí, pero aún llueve ¿cómo iremos hasta allá? Sólo tienes tres trajes aquí.—
—Podríamos ir Rasmus y yo por la camioneta y traerla hasta aquí, no hay muchos árboles y así podríamos tener todo listo.—
—Yo no sé manejar.—miré al rubio, quien comía un pan con mermelada.
—Pues yo sí, así que prepárate.—el chico se metió toda la comida en la boca.
—Lizhto.—reí por lo bajo.
—Vamos...—
•○•
Mientras nos preparábamos para salir, Lea nos alcanzó unos abrigos. Pero cuando le fue a dar uno a Rasmus, algo la hizo retroceder y lanzar la campera al suelo.
—¿qué pasa?—pregunté intentando comprender su miedo.
Y entonces lo vi, Rasmus tenía un líquido rojo en la mano.
—No es sangre, Lea.—el rubio se limpió la mano en el pantalón—. Es mermelada.—su voz sonaba algo molesta.
—Vamos...—tomé el abrigo del suelo y se lo alcancé a Rasmus, quien lo tomó con algo de mala gana.
Durante todo el viaje nos mantuvimos en silencio, era obvio que la actitud de la chica lo había hecho sentir mal. Cuando llegamos a las camionetas, los cuerpos de los guardias seguían ahí. Sentí una horrible sensación en todo mi cuerpo.
—Hagamos esto rápido, no quiero estar aquí más tiempo del necesario... ¿Rasmus?—busqué al chico con la mirada, encontrándolo a unos metros del lugar.
Rasmus se mantenía de pie en medio de la calle, mirando la lluvia caer.
—¿Estás bien?—me acerqué a él.
—¿viste cómo me miraba? Me miraba como si fuese un monstruo... uno muy peligroso.—
—No eres un monstruo, Rasmus.—
—¿no? Pues díselo a los demás, Lea no es la única que me mira con miedo... hasta Simone lo hace.—
—Es normal que tengan miedo, aún no comprenden del todo tu situación. Tampoco es que tenemos lepra o varicela, no somos taaan contagiosos.—me paré frente a él—. Hay que aprender a sobrellevarlo, Noah y yo tenemos reglas en cuanto al contacto, se las enseñaremos.—
—¿te resulta agradable tener que cuidar todo lo que haces para no matar accidentalmente a alguien que amas?—
—Bueno, es eso o tener que alejarme de él, y eso es algo que no haría nunca.—Rasmus me miró lleno de tristeza.
—No todos aceptarán esas reglas... ¿crees que Lea dejará de tenerme miedo o que Simone o cualquier otro volverá a abrazarme sin temor a morir?—
Al ver a Rasmus en ese estado no pude evitar sentirme fuertemente identificada. Teníamos una bomba encima, una que no podía dejarse o desactivarse. Cualquiera que se acercara a nosotros sin cuidado podía morir, y no había nada que hacer al respecto.
Casi por impulso abracé al chico, quien no tardó en corresponderme.
—Tal vez no sea muy consolador, pero si nadie quiere abrazarte... yo siempre lo haré ¿si?—el chico afirmó su agarre.
—Gracias...—
—No es nada...—
No estuvimos mucho más tiempo abrazados, pues los demás podrían preocuparse y esa no era la idea. Subimos a la camioneta y nos metimos al bosque.
—¿no podrían seguir las huellas?—preguntó Rasmus mirando por la ventana.
—Cuando las encuentren ya estaremos muy lejos de aquí...—
Estacionamos la camioneta en la entrada del búnker y comenzamos a subir las cosas.
—¿por qué tardaron tanto?—Patrick me alcanzó un bolso.
Miré a Rasmus, quien sonreía levemente.
—No tienes idea de lo relajante que es caminar bajo la lluvia...—el de gorra rodó los ojos.
—Sí, tú hecha en cara tus superpoderes.—reí por lo bajo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.