¿es el destino que dos personas "únicas" estén juntas?
¿Rasmus era el único chico para mi?
Sus berrinches y tonterías sólo me indicaban que era un idiota, pero era el único que entendía lo que yo sentía, lo que yo sufría.
Los dos somos una amenaza...
Decidí recorrer la casa, así que me vestí rápidamente y salí del garage. Apenas contaba con dos cuartos, un baño y la cocina que al mismo tiempo funcionaba de comedor.
—¿algo interesante?—Rasmus apareció en la cocina aún con el torso desnudo.
—No he revisado mucho, sólo de vista. Deberíamos ver si hay algo importante.—solté antes de volver a salir.
—¿no crees que deberíamos hablar sobre lo que acaba de pasar?—
—Pues no hay mucho que decir ¿verdad?sonreí—. Estoy feliz... ¿tú lo estás?—
—Demasiado, sí.—el chico me devolvió la sonrisa—. Entonces ¿todo bien?—
—Claro, todo bien.—
—Genial.—me acerqué a él y tomé sus mejillas.
—Eso sí, no andes diciendo lo que hicimos a todo el mundo. Moriría de vergüenza...—el chico rió antes de besarme fugazmente.
—Entendido, seré una tumba. Pero si me preguntan... no voy a mentir.—negué sonriente antes de alejarme de él.
—Recorramos la casa y veamos si hay algo de importancia, creo que no lloverá mucho más y apenas se detenga nos iremos.—
—¿tan rápido? Pero acabamos de llegar.—
—Ya perdimos demasiado tiempo, los demás deben estar preocupados. Vamos, revisemos esto. Pero antes ponte una camiseta.—
—¿qué? ¿te incomoda ver mi hermoso cuerpo?—
—No, vas a resfriarte si te paseas así como si nada. Hace frío, tonto.—
—Entonces dame algo de calor.—me abrazó.
—Eres un baboso, lo sabes ¿verdad?—escuché una risita al separarme de él—. Pero hablo en serio, ve a abrigarte.—
Al recorrer el lugar, realmente no encontramos demasiado además de un botiquín de primeros auxilios y algo de ropa.
—¿qué haces?—solté al ver como Rasmus se lanzaba sobre la cama de uno de los cuartos, haciendo que una pequeña nube de polvo se levantara.
—Preparo la cama.—respondió el rubio saltando sobre ésta.
—Habría sido más fácil sacar las sábanas ¿no crees?—tosí levemente.
—Así es más divertido.—se sentó con las piernas cruzadas en el centro—. Ven.—sonrió.
—¿a dónde?—solté con una ceja alzada, a lo que el chico palmeó sus piernas—. No voy a sentarme ahí.—
—Hace un rato no pareció molestarte.—
—¡pero que... ordinario!—solté mientras sentía mis mejillas arder.
—Solo bromeaba. Vamos, ven conmigo.—suspiré antes de acercarme a la cama y sentarme frente a él.
—Ya te lo dije, no voy a sentarme ahí.—
Una pícara sonrisa apareció en su rostro, y cuando comenzaba a preguntarme en qué estaba pensando, me tomó rápidamente de las piernas y me obligó a subir sobre las suyas.
—¿ves? Así está mejor.—soltó risueño mientras pegaba su frente con la mía—. Eres mucho más linda de cerca, ____.—
—¿a si? Pues tú de cerca pareces una galleta con chispas.—
—¿no te gustan mis pecas?—sonreí.
—No... me encantan.—el chico me sonrió de vuelta, atrapando mi rostro entre sus manos.
—Me asusté por un momento.—rió—. Y para que sepas, tú también me encantas.—
Rasmus me besó tiernamente, mientras me empujaba hacia atrás.
—Esto aún tiene tierra...—solté apenas Rasmus se separó de mi.
—Entonces cambiemos las sábanas.—sonreí antes de tomar su rostro y volver a besarlo.
Tras cambiar las sábanas y comer algo rápido, nos acercamos a la ventana del cuarto, notando que el cielo comenzaba a despejarse.
—Deberíamos dormir un poco y salir a primera hora, esos idiotas vendrán a buscarnos.—
—Pero no saben dónde estamos.—soltó Rasmus mientras se acostaba en la cama.
—No hay que confiarse...—
—Por ahora, ven aquí y acuéstate conmigo. Mañana nos preocuparemos por los forasteros.—
Me acerqué a la cama y levanté las sábanas, metiéndome debajo de ellas. Cerré los ojos y suspiré profundamente, cuando algo perturbó ese pequeño momento de paz.
—¿qué haces?—solté al sentir como Rasmus prácticamente me estaba aplastando.
—Te abrazo.—
—Me aplastas.—
—Eres muy amargada a veces...—lo miré.
Me separé un poco del chico y me acomodé mejor a su lado, quedando frente a frente.
—¿Ya estás feliz?—
—Aún no...—soltó el chico mientras pasaba su brazo sobre mi cintura y se pegaba aún más a mi—. Ahora sí.—sonreí.
—Genial, buenas noches.—solté mientras cerraba los ojos y comenzaba a mentalizarme la difícil tarea de conciliar el sueño.
Sentí un cálido beso en mi nariz seguido de un "buenas noches, ____".
Aquella noche dormí sin problemas.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.