¿es el destino que dos personas "únicas" estén juntas?
¿Rasmus era el único chico para mi?
Sus berrinches y tonterías sólo me indicaban que era un idiota, pero era el único que entendía lo que yo sentía, lo que yo sufría.
Los dos somos una amenaza...
*unos pocos días habían pasado desde que ____ y el grupo de supervivientes llegaron al refugio. Ya casi estaban instalados por completo, aprendieron a manejar las instalaciones y se dividieron las tareas. Todo estaba bajo control, o eso creyeron... hasta que encontraron a cierta persona*
~•~
Terminaba de señalizar los botones de la iluminación, cuando escuché a alguien entrar a la sala.
—Entonces... hoy nos toca patrullar a nosotros dos... solitos.—Rasmus dejó una taza de café sobre la mesa.
—Sí.—
—Y... ¿qué planeas hacer?—
—No lo sé ¿patrullar?—
—Que aburrida eres, podemos hacer otra cosa.—lo miré.
—¿qué quieres hacer, Rasmus?—
—No lo sé, tú dime.—alzó las cejas divertido.
—Eres un baboso, iremos a patrullar y fin.—
—Le quitas lo divertido a las cosas... como sea, toma tu café, lo hice con mucho cariño.—
—¿le pusiste 3 kilos de azúcar como la última vez?—
—Nop, esta vez le puse tres cucharaditas.—besó mi mejilla—. ¿Te espero en un rato en la entrada del refugio?—asentí.
—Terminaré de configurar las luces del lugar y voy, prepara las mochilas con algunas cosas ¿si?—asintió.
—Hecho.—caminó hacia la puerta—. ¡te quiero!—
—¡yo también te quiero!—sonreí antes de darle un sorbo al café.
•○•
—¿de verdad crees que encontraremos otros supervivientes?—
—Estoy segura de eso, Mus.—
—¿"Mus"?—Rasmus rió—. ¿Qué tipo de apodo es ese?—
—Tu nombre no tiene una gran variedad de diminutivos.—
—Ya ya, entiendo.—
—Además suena lindo. Mus... me gusta.—
—Todo lo que tú dices suena lindo.—sonrió tontamente.
—¿eso crees? ¿qué te parece "idiota"?—
—Ese no me gusta...—
—Oye...—me puse seria—. ¿cómo te sientes? ¿volviste a tener dolores de cabeza?—
—Anoche, sí.—lo miré preocupada.
—¿Y por qué no me lo dijiste?—
—Te veías tan tranquila durmiendo... no quise molestarte.—
—No seas tonto, acordamos que si volvían a darte dolores de cabeza me avisarías.—
—Como sea, tampoco podemos hacer mucho al respecto.—tomó mi mano.
—Podría haberte hecho un té, darte unas aspirinas.—
—¿vas a darle drogas al adicto?—
—Llevas limpio un buen tiempo.—rió por lo bajo.
—Está bien, prometo que la próxima vez avisaré.—
—Eso espero.—besé su mejilla.
Los repentinos sonidos de autos acercándose nos hicieron lanzarnos al suelo de inmediato, ocultándonos en la hierba alta.
~¡salgan de inmediato, sabemos que están ahí!~
Una voz femenina a través de altavoces nos hizo mirarnos preocupados.
—Mierda...—
—Tranquila, iré yo primero.—
Antes de poder contestarle algo, Rasmus se puso de pie lentamente.
—¡No disparen!—exclamó.
Me puse de pie junto a él y al revisar cuántos forasteros eran, divisé a alguien que ya consideraba muerto.
—Papá...—Rasmus tensó la mandíbula.
Frederik bajó del auto frente a nosotros, escoltado por dos tipos. Rasmus parecía estar cada vez más enojado y por más raro que sonase, podía jurar que una extraña vena oscura resaltó agresivamente en su cuello.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.