Los personajes no me pertenecen. Le pertenecen al gran autor Akira Toriyama.
"La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos; así, logramos sobrellevar el pasado" García Márquez.
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Se hallaba en el jardín trasero que estaba en el interior donde antes solía ser su casa. Torció a la derecha donde tomó un camino ancho que partía del sendero. El alto matorral descubría una curva y se extendía al otro lado de la alucinante verja de hierro forjado que cerraba el paso. Sacó una llave larga de acero del bolsillo trasero de su pantalón y la introdujo en la oxidada perilla de la reja, esta se abrió segundos después y atravesó la verja. El seto de tejo amortiguaba el sonido de sus pasos. Miró más allá, donde en algún punto del enorme jardín, había una enorme fuente donde antes solía bombear agua con elegancia; su sonrisa flaqueó, ya se encontraba tan deteriorada. Se quedó un rato parada mientras los recuerdos llegaban a su mente.
...
Buscaba a sus dos hijos con desesperación. Dentro de la casa no estaban, así que solo tenía la opción de buscarlos en el jardín y, en efecto, los encontró. Se dirigió a la fuente donde estaban los niños y pudo verlos mejor. Vegeta estaba de pie, cruzado de brazos mientras observaba a Tarble con tal frialdad y desgana. El menor de ellos parecía que había estado llorando. Mei se aproximó hasta que pudo escuchar la vocecita de su hijo menor.
—... me pegó muy fuerte— sollozó Tarble, a la vez que se limpiaba sus lágrimas con el reverso de su manga.
—Nunca te dejes, Tarble— espetó Vegeta con voz furiosa—. Es solo un insecto. Tú vales más que ese estúpido mocoso que te molesta.
— ¿De verdad, hermano?— preguntó el pequeño con brillo en los ojos.
— ¡Claro!— bramó el mayor de los dos con total seguridad—. La próxima vez que vaya a tu salón le daré una muy buena paliza a ese insecto que no volverá a meterse contigo —prometió.
—Gracias, Vegeta— el pequeño le dedicó una sonrisa.
— ¡Sí, cómo sea! —terció Vegeta—. Ahora límpiate esas lágrimas, ¡te ves patético! —le ordenó con voz autoritaria.
El pequeño obedeció de inmediato. Mei sonreía, aunque Vegeta no lo demostraba, le importaba mucho su hermano ¡Haría cualquier cosa por él! Sin embargo, tenía que hablar seriamente con su primogénito, no le gustaba como llamaba al pequeño Tarble a veces.
— ¿A qué juegamos, Vegeta?— preguntó el pequeño de repente.
—Se dice "jugamos", torpe —lo reprimió su hermano, mientras se tomaba el puente de la nariz y hacía un ademán de estar meditando—. Mmm... videojuegos.
— ¡Sí! —vociferó Tarble levantando ambas manos.
Mei salió de su escondite, apareciéndose frente a sus dos más grandes tesoros.
— ¡Niños! Es hora de comer. Adentro— ordenó la señora Ouiji a sus pequeños.
— ¿Ya llegó papá?— preguntó el mayor de ellos.
—Aún no —miró su reloj para corroborar la hora—, pero no ha de tardar.
—Mami. Vegeta y yo íbamos a juegar videojuegos —rezongó el pequeño Tarble frunciendo el ceño —. ¿Podemos comer después?
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"El amor de una amistad" +18 ~TERMINADO~
FanfictionUniverso Alterno: Bulma y Vegeta se conocen mientras estudian juntos en la preparatoria. Su relación comienza con una linda amistad hasta convertirse en algo más que eso. Ella tiene que superar la muerte de su padre y él una triste noticia que cambi...