Capítulo 12 "Entrega"

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Los personajes no me pertenecen. Le pertenecen al autor Akira Toriyama

"Quien ama ha vencido el mundo y no teme perder nada. El verdadero amor supone un acto de entrega total" Paulo Coelho.

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Habían pasado unos treinta minutos desde que Vegeta había acompañado a Bulma a la residencia Brief. Bardock y Nappa se estaban impacientando por los ruidosos ronquidos de Broly. El calvo tenía la tentación de meter un calcetín a la boca de su amigo, pero como ahí estaba "el salvador" por haberlo sacado de la cárcel, no se atrevió hacerlo. Los párpados de ambos querían cerrarse, era obvio lo que sus mentes proyectaban: "ninguno iba a regresar".

—Ya se tardaron, ¿no?— dijo Nappa al mismo tiempo que daba un bostezo—. ¿En serio crees qué vendrán?

Bardock gruñó, se levantó del sillón y se dirigió al joven Nappa.

—Los dos ya están muy grandecitos para que estén muy conscientes de lo que hacen o... lo que estén haciendo—espetó Bardock algo incomodo. El calvo lo miró extrañado—. Me iré a dormir. Hoy los quiero a todos despiertos a las 8:00 a.m.

Nappa observó su reloj, eran las 4: 58 a.m. se escandalizó por eso.

— ¡Pero sólo dormiremos tres horas!— exclamó molesto.

—Pues no pierdas el tiempo en quejarte— lo reprendió Bardock—. Lárgate a bañar y te duermes. No se te olvide apagar la luz—le dijo al mismo tiempo que salía de la sala.

Nappa se puso de pie a regañadientes e hizo lo que Bardock le pidió, y después, se retiró a su habitación.

(...)

Vegeta la besaba apasionadamente, con desespero, adhiriendo sus voraces labios contra los de ella. Sus alientos se mezclaban paulatinamente, provocando también que repercutieran sobre sus pieles. Ouiji la tomó por la nuca, empujándola hacia él para profundizar más el beso. Su lengua, irrevocablemente experta, se abrió camino en el interior de la boca femenina, saboreando y disfrutando el dulce y fresco sabor de ella. Bulma solo se dejaba llevar, nadie la había besado así, ¡jamás! Percibía un cálido y un leve dolor en su zona íntima; eso era algo nuevo, divino, no quería que eso nunca se terminara. Sus delgados labios aún seguían siendo atacados tan salvajemente por los de Ouiji. No deseaba romper ese hermoso momento, tenía miedo lo que él pudiera pensar de ella; pero la herida que le provocó el golpe de Turles en su pómulo le ardía descontroladamente que, aunque no lo anhelaba, necesitaba romper con el beso más gratificante que había experimentado en toda su vida. De pronto, sintió los dedos de Ouiji que se hundían más en su piel, ante eso no pudo evitar quejarse por el dolor en el cual estaba siendo sumida. Vegeta se dio cuenta de ello, deteniéndose a tiempo, con sumo desagrado pero con evidente preocupación. Miró a la fémina intensamente, estudiando sus finos y hermosos rasgos, buscando algún indicio de arrepentimiento; se sintió aliviado cuando no encontró retractación por parte de ella. Entonces, ¿qué fue lo que la había molestado del beso? Por consiguiente, recordó que el imbécil de Turles la había golpeado cerca del labio.

Bulma comprendió el cambio repentino de la expresión de Ouiji. Le sonrió abiertamente y, luego, lo besó en la nariz.

—No es nada —susurró ella mirándolo directamente a los ojos—. Por favor, sígueme besando... quiero que no dejes de acariciarme.

Vegeta aceptó gustoso la petición de la ojiazul, la tomó posesivamente de la cintura y la recostó en la cama. La tenía bajo su merced, acomodándose sobre ella con deseo ferviente. Sus manos, expertas y firmes, se deslizaban con envidiable maestría sobre la suave piel de la fémina. Comenzó a acariciarla delicadamente, pero a su vez, con un afán fervoroso. Vegeta levantó sus manos y las llevó hacia el rostro femenino que lo resguardó entre sus palmas, haciendo chocar ambos labios. Al besarla lo hacía cuidadosamente, radiando la excitación que ya se intuía en el aire. Nada lo detenía esa noche, mucho menos ese inconveniente que tanto sufrimiento lo había acarreado en los últimos años. Además no tenía nada de qué preocuparse, Mei le había dado un destello de esperanza después de haberlo perdido hacía unos meses. Aunque, pensándolo bien, ese centelleo de esperanza lo pudo hallar en Bulma, aquella primera vez que la vio. Y ahora se encontraba con ella, haciéndole el amor, percibiendo una felicidad única y singular que jamás había experimentado; mucho menos con sus otros encuentros sexuales. Sus manos abandonaron el rostro de la ojiazul, llevándolos lentamente a recorrer ese cuerpo deseable que estaba bajo de él. Los roces nacían de las yemas de los dedos, muy suavemente. Se concedía la libertad de pasar por los muslos, las caderas y, finalmente, los bien desarrollados senos.

"El amor de una amistad" +18 ~TERMINADO~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora