"El amor de una amistad" +18 ~TERMINADO~

Capítulo 22 "Esperanza para el futuro"

Los personajes no me pertenecen. Le pertenecen al gran autor, Akira Toriyama.

"Hay tres cosas que el ser humano necesita en su vida: alguien a quien amar, algo que hacer y una esperanza para el futuro" Anónimo.

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Como cada día de labores, Vegeta había salido muy tarde de su oficina. Tenía un problema muy grave y eso era el exceso de trabajo. Con tantos pendientes que tenía en relación a la empresa, tomó la drástica decisión de ausentarse de la escuela por todo un semestre. A pesar de eso, el tiempo no le era suficiente: las juntas, las finanzas, los contratos y entre otras cosas personales; lo tenían totalmente sofocado. Bardock lo había convencido en que tuviera la ayuda de un practicante. Al principio le desagradó esa idea y la fue ignorando, hasta que por fin, tuvo que resignarse y aceptar que no podía llevar a cabo sus responsabilidades él solo. Buscar a la persona correcta que pudiera tomar el cargo de su asistente, no fue una tarea nada fácil. Se le ofrecieron practicantes que ya llevaban mucho tiempo haciendo su servicio en la empresa, pero nadie logró convencerlo. Así que él tuvo que leer y buscar cartas de presentación para encontrar el indicado. Por mandato de Bardock, fue obligado a entrevistar a los estudiantes que habían metido solicitud en el último mes; furioso e irritado, no tuvo más remedio que obedecer. Para su mala suerte, la noticia de que él, "Vegeta Ouiji", sería el entrevistador y que tenía la última palabra en elegir quienes se quedaban y los que no se quedaban, salió a la luz. El rumor se expandió hasta ciudades y estados vecinos, llegando a los sistemas de la empresa una larga lista de solicitudes donde la gran mayoría eran chicas. Después de muchas horas encerrado en su oficina escuchando suplicas y piropos por parte de las estudiantes, llegó la indicada. Fue una sorpresa tan grande al ver a Bulma exigiendo ser aceptada en la empresa. No pudo engañarse, le fascinó que ella estuviera entre las candidatas; aunque eso se convirtió en un obstáculo respecto a la decisión que había tomado sobre alejarla de su vida. Al tenerla frente suyo, se dio cuenta que no podía dejarla ir, no quería. Lejos de la obsesión, eso ya era dominio sobre ella. Esos pensamientos había traspasado la frontera de la locura extrema. Sonrió para sus adentros, burlándose de los sentimientos que Bulma había desencadenado en él. La relación seguiría igual... por el momento.

Había llegado al estacionamiento, caminó hacia una zona exclusivamente para los autos de las familias Son y Ouiji. Cansado y furioso, abrió la cajuela de su automóvil donde guardó su laptop y unos libros contables. Cerró la puerta con brusquedad y se dispuso a marcharse cuanto antes de ese lugar. Adentro, encendió el motor, puso la reversa, y cuando estaba a punto de quitar el freno de mano, una camioneta se interpuso en su salida. Vegeta miró por el espejo retrovisor y en segundos reconoció al conductor que le obstruía el paso.

—Baja de tu auto y sube a mi camioneta.

Escuchó que le decían. Vegeta bufó, deslizó su vidrio y con voz clara e intimidante dijo:

—Quiero estar solo, no me molestes.

—Tienes un trabajo.

Eso se escuchó como una orden y, no tenía más remedio que obedecerla. Cabreado y con la derrota demostrada en su ruborizado semblante, bajó de su auto para luego encapsularlo y guardarlo en el bolsillo de su pantalón. Dirigió sus pasos hacia la camioneta, abrió la puerta del asiento del copiloto donde se sentó. En segundos, la camioneta echó a andar a una velocidad de vértigo, cerrando a tiempo la puerta ante tal adrenalina. Cruzó sus brazos con la mirada al frente sin querer ver al hombre a su lado.

—Habla— demandó en un susurro.

Bardock soltó un suspiro. Si bien, él sabía que durante todo el día había hecho molestar a Vegeta. En las últimas horas, el trato con el muchacho había sido sólo en utilizarlo como un simple peón, poniéndolo hacer deberes tan simples pero a la vez fatigosas, teniendo a un centenar de colaboradores que se podrían ocupar de esos trabajos. Confió en que ya no lo molestaría más, pero no tenía a alguien de su absoluta confianza para ser representante de un importante convenio; además, el castigo todavía no había terminado.