Capítulo 25 "Enigmas y amistades"

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Los personajes no me pertenecen. Le pertenecen al gran autor Akira Toriyama.

El sexo es la raíz, el erotismo es el tallo, el amor es la flor. ¿Y el fruto? Los frutos del amor son intangibles. Éste es uno de sus enigmas" Octavio Paz.

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—¿Qué haces aquí sola y a obscuras? —le preguntó Ouiji, permitiéndose encender el interruptor, ocasionando que la cocina se iluminara por completo.

Bulma tragó saliva, dejó de hacer lo que estaba haciendo, era imposible aquella distracción. De pronto, se vio impulsada hacia donde estaba Vegeta, parándose frente a él, sosteniéndole firmemente la intensa mirada.

—Pensando—respondió la ojiazul en un hilo de voz.

Vegeta enarcó una ceja, turbado y con un ligero matiz de curiosidad.

—¿En qué?

Así, frente a frente, los embargó esas conmiseraciones que los habían cautivado en ese primer día cuando se vieron por primera vez: confianza, tranquilidad y esperanza.

Bulma se mordió el labio inferior, un pequeño indicio de nerviosismo. No obstante, la muchacha nunca se había sentido tan decidida.

—En que yo... ya no estoy enojada contigo, Vegeta.

Vegeta tenía la ferviente sospecha de que algo malo le había pasado a su mujer cuando ésta salió al parque para que él pudiera hablar a solas con Mei. Estaba preocupado y eso se hacía evidente por la forma en cómo la miraba. Los ojos negros revelaban temor, algo difícil de ver en ellos. La opresión en el pecho lo ponía nervioso hasta los huesos; a tal punto que comenzaba a padecer escalofríos. No tenía idea a lo que lo llevó pensar lo que cruzó por su mente hacía apenas unos segundos, pero era una posibilidad. No pudo engañarse, tal vez era eso y, la verdad era que, de alguna u otra forma, Bulma estaba pensando en dejarlo. ¿Qué lo hacía creer en eso? A lo mejor porque de repente su mujer decidió perdonarlo así, ¡de la nada! A su mentalidad de hombre esa acción le pareció muy sospechosa. Dejó de sacar conclusiones precipitadas y decidió que lo mejor era preguntarle a su mujer el motivo de ese cambio repentino.

—¿A qué viene eso, Bulma?—preguntó Ouiji con voz calmada, tratando en controlar su inquietud.

Bulma estaba decidida, no dejaría que nada ni nadie opacara su felicidad con Vegeta. Lo conocía demasiado y sabía que Ouiji no sería capaz de lastimarla por malicia; si algo estaba claro para ella era que existía un misterio confidencial que solo Gokú y pocas personas lo sabían. Tenía el presentimiento en que no faltaría mucho para que ella también lo supiera, y lo sabría nada más que nadie por el mismísimo Vegeta. Esperaría, sería paciente, así que lo único que podía hacer era seguir con su felicidad. Amaba a Vegeta y haría lo que fuera para que siguieran juntos; si bien a su criterio, ya era el momento para que ambos pasaran al siguiente nivel. Recordó aquellas veces que él le pidió perdón, diciéndole que la extrañaba y confesándole que la amaba; aunque claro, de una manera muy inusual que solo ella sabía cómo interpretar las palabras del orgulloso muchacho.

—Acepto ser tu novia—dijo Bulma esbozando una enorme sonrisa.

A Vegeta lo consumió un fuego interno que se encendía rapidamente por todo su cuerpo, era como si lo hubiera picado un animal ponzoñoso cuyo veneno se expandía por sus venas. No lograba entender esos sentires que su mujer provocaba en él. Feliz. No podía estar más feliz que nunca; todo miedo se esfumó para dar lugar a la alegría. Ouiji quería preguntarle por qué ese cambio decisivo tan repentino, pero como si ella le leyera sus intenciones, con su sola mirada le transmitió que eso no era lo que importaba sino el comienzo de su nueva relación que, esta vez, si daría frutos.

"El amor de una amistad" +18 ~TERMINADO~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora