Parte sin título 5

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El dolor no es eterno, pero en ese momento en que lo sufres lo parece. El tiempo es sabio y es capaz de curar las heridas, de sanar los corazones, de traer nuevas cosas, nuevas ilusiones, nuevas aventuras, por esa razón es que los años no pasan en balde, porque con cada uno que vives te vuelves más fuerte, de eso no tengas duda.

Es lo que se repetía Serena cada vez que se sentía triste, ya habían pasado algunos años desde que había dejado de ver a Darien, como se lo había prometido a su hermano dejo de lado la autocompasión y volvió a retomar su vida procurando evitar el tema "Darien", a los pocos días que recibió la llamada de su hermano alisto todo para su viaje a Estados Unidos, más específicamente a Nueva York ahí paso las mejores vacaciones después de tanto tiempo de no ver a su querido hermanito. Luego de eso volvió para retomar su carrera, le hubiera gustado pasar más tiempo vacacionando, pero a su hermano le había salido un excelente proyecto el cual le daría la primera oportunidad de comprobar que era uno de los mejores arquitectos de su generación, él había pensado en regresar junto con su hermana, pero ahora menos que nunca podía dejar el trabajo, así de nueva cuenta se quedó en un país lejano al menos por el momento.

X—X

5 años después...

—Hoy estoy muy aburrida —suspiró observando por la ventana hacia el jardín trasero de la hermosa casa— desde que Molly anda con Neflyte ya casi no me hace caso —se recargó en sus brazos ocultando su rostro— si tan solo no se hubiera ido a esas vacaciones no andaría con él, ¿Quién lo hubiera pensando?, que de esas vacaciones cambiaría su forma de pensar, ahora pareciera como si le hubieran lavado el cerebro, esta tan cambiada, ¿Qué habrá sido lo que Neflyte le dio...?, pero igual no importa, aún sigue siendo mi amiga —suspiró sin dejar de ver por la ventana.

—Hija ven a comer es hora —tocando la puerta de su habitación.

—Voy mamá —se puso de pie y acercándose a abrir la puerta para ver a su madre.

—Anda vamos a comer —le sonrió al ver que abría la puerta.

—¿Y papá?, ¿ya llego? —abrazando a su mamá.

—Si ya llego —le correspondió el abrazo.

—¿Y qué hay de comer? —pregunto imaginándose la mesa servida y con una sonrisa, al tiempo que se separa para dirigirse al comedor.

—Tu comida favorita —sonrió tiernamente, mirando la expresión de su hija.

—Uy que rico —sonrió— vamos, vamos que ya quiero comer —fingiendo empujar a la mujer.

—Tranquila, tranquila ya voy —rio caminando con su hija hacia el comedor ambas llegan muy sonrientes—

—¿Y ese milagro que mis tesoros andan tan sonrientes? —baja el periódico al verlas llegar muy contentas.

—Ay papá lo dices como si fuera una amargada —hizo un gesto de haberse ofendido y se acercó a él para darle un beso— "está bien que ya no sea la misma que hace años, pero creo que papá exagera" —pensó un poco seria.

—No hija para nada, pero hoy estas más sonriente que de costumbre —le sonrió cálidamente, al recibir el beso.

—Bueno, es que me da gusto comer en familia —se sentó a un lado de su padre— solo que es una lástima que Haruka aún no esté aquí

—Seguro que llamara pronto para decirnos que día está de vuelta, para que podamos ir a recogerlo al aeropuerto —dijo el papá con una sonrisa.

BENDITA VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora