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Estuvimos comiendo en silencio, él miraba la casita como si tuviera ideas para decorarla, se quedó mirando el espejo y después me miró, me encontró viéndolo y sonrió de costado sin mostrar los dientes.

-¿Puedo verte bailar?-me preguntó Adam, cuando terminó de comer.

-Me da vergüenza-dije, bailar para una profesora era una cosa y bailar para Adam otra.

-¿Como vas a hacer cuando vayas a un escenario?

-Va a ver gente que no conozco-dije, lo miré y él se estaba mordiendo el labio para no reírse-no te rías de mi.

-No lo hice-me miró sonriendo, nunca lo vi así, su sonrisa llegaba a sus ojos, haciéndolos chinitos, rodé los ojos.

Su celular vibró, y él lo sacó de su bolsillo, miré la pantalla y su cara se volvió seria, frunció el ceño y contestó.

-Hola... se lo pagué, que me conozca no significa que me haga las cosas gratis... ¿De donde saco plata? ¿En serio me estás preguntando eso?... Hago lo que no haces, trabajo... Hace lo que se te cante-cortó.

-¿Estas bien?-pregunté aunque era obvio la respuesta, estaba enojado-¿Quien era?

-Mi padre-contestó gruñendo.

-Ya es grande y sabe lo que hace Adam.

-Ya se nena-se sobó la frente con sus dedos, frustrado, me senté bien y me puse a su lado.

-Intenta hablar con él frente a frente tranquilo.

-No puedo, siempre está tomado o drogado, es imposible.

-¿De donde saca plata para comprar eso?

-Pide en la calle, no sé.

Quedamos en silencio, sabía que Adam no dejaría a su padre, él paga las deudas de su padre para que no lo maten, esta claro que lo quiere y no dejaría que nada le pasase pero su mismo padre se está matando consumiendo drogas.

-¿No pensaste en mandarlo a rehabilitación?

-¿Sabes aunque sea cuánto cuesta eso?-me mira enojado-apenas tengo plata para comer, ni siquiera para una comida digna, lo más rico que probé en este mes fue este sándwich-levantó la voz.

-Si no te gastarás la plata en cigarrillos...-dije enojada.

-El cigarrillo me quita el hambre.

-Pero no te hace bien-quería que tome conciencia-yo te puedo ayudar...

-No quiero tu plata o mejor dicho la de tu padre-me mira enojado.

-¿Y si me haces favores como lo haces para mi abuela?

-¿Vendes cosas por internet acaso?-rodó los ojos.

-No, pero necesito ayuda para arreglar esta casita-dije, me miró esperando a que le diga que es una broma.

-No, gracias-dice riendo.

-¿Por qué?

-¿Que voy hacer? Si no te falta nada para que esté arreglada.

-Necesito poner ventanas nuevas, una puerta nueva, pintar por fuera...

-¿Cuanto me vas a pagar por eso?-se ríe-trabajo y solo tengo los fines de semana hasta las 8.

-No sé, ¿Por qué hasta las 8?

-Sabes que voy a las carreras y peleas ilegales-dijo tomando limonada.

-¿Por qué vas? ¿Hoy vas?

-Por que ahora mismo no tengo ni un peso y no puedo agarrar de lo que ya tengo juntado para mi, gano muchísimo más de lo que gano en la semana.

-¿Y si te pasa algo?-nos miramos a los ojos.

-No vas a convencerme en no ir.

-Podes trabajar de algo...

-No nena, no me vengas con eso otra vez-dijo enojado.

-¡¿Por qué no te dejas ayudar?!

-¡Por que no la necesito!

-¡Si la necesitas!-nos estábamos gritando aunque era innecesario ya que sólo estábamos uno al lado del otro.

-No tengo ganas de discutir nena, menos con alguien que tiene plata.

-¡Porque sabes que tengo razón!

-Deja el tema ya-dice mirándome a los ojos enojado-parecemos Ludmila y Gabriel discutiendo por esto.

-¿Por qué crees que discuten sobre eso?

-Porque son novios, nosotros no, así que deja de discutirme, porque me estás molestando y no quiero pelearme con una niñita malcriada.

-Y suerte que no eres nada mío-me paré y dejé el vaso en el mueble, salí de la casita y entré a la casa dando un portazo.

-¿Que pasa hija?-escuché a mi abuela, pero seguí mi camino hasta la escalera.

-No lo puedo hacer cambiar de pensamiento, cree que soy una niñita malcriada por el dinero, que mi padre tenga Plata no me hace menos inteligente, me puedo dar los lujos ¿Pero que lujo me di? Ninguno, ¡Estoy arreglando la maldita casita de afuera para sentirme bien conmigo misma, no sirvo para ayudar a las personas, por eso murió mi mamá!-dije a mi abuela que me seguía, necesitaba estar sola, estaba bastante enojada y no le quería gritar, subí rápido a mi habitación y cerré la puerta con seguro.

Por suerte nadie me molestó para poder hablar, me sentía muy cansada y al recordarme lo qué pasó en la fiesta me sentí asqueada, miré el sillón, estaba la campera de Adam, escuché el timbre, miré por la ventana, Gabi y Adam se estaban acercando a sus motos, hablaron un rato y Gabi subió a su moto, miré a Adam, él miró a mi ventana, nos quedamos mirándonos hasta que arrancó la moto, se habían ido a las carreras.

Me senté en el sillón, vi un libro en la mesita de al lado, miré su tapa, el ciervo de la portada con color azul era lindo, miré la campera de Adam, tenía un bulto en el bolsillo, saqué la pequeña caja y el encendedor, habían tres cigarrillos, saqué uno y lo miré muy concentrada.

¿Que tiene eso que Adam lo ve tan productivo?

Salía una hoja del bolsillo de la campera, lo saqué y lo abrí, tenía las fechas que no fue al colegio y al lado lo que hizo, bajé el papel, sabía que no era de mi incumbencia, así que lo guardé otra vez con el cigarrillo y el encendedor.

Volví a mi cama, me quedé mirando su campera, quería saber pero no debía, me volteé mirando a la puerta no podía dormirme, puse una película en Netflix, que me pareció muy aburrida o tal vez no le presté atención, puse las series que dejé de ver y me gustaban, vi unos cuantos capítulos y terminé durmiéndome.

La casa del árbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora