Lo que digo para salvarte

7. Roel

Sale el sol, salúdalo

—Hoy es un hermoso día para no morir, Peter. —Abro las cortinas.

—Desearía hacerlo, eres un grano en el trasero —gime somnoliento e irritado antes de lanzarme una almohada y acostarse boca abajo—. Estoy moribundo, déjame dormir.

—No uses el cáncer para victimizarte y sonríele a este lunes 9 de abril. —Salto sobre la camilla, a su lado.

—No me gustan los lunes.

—Lo bueno de estar enfermo es que todos los días son vacaciones —reflexiono y él gruñe—. Esta es la parte donde dices que no puedes discutir contra mi lógica.

—Es verdad. —Se gira sobre su espalda y me quita la almohada que acabo de agarrar—. Pero puedo golpear a tu lógica.

Grito como una niña —puede que exagere, solo un poco— en cuanto una descarga repetida de plumas trata de desfigurar mi rostro.

Lo oigo reír y mi día ya es el mejor solo con eso.

—Buenos días, Patri —saludo entre chillidos al oír la puerta corrediza.

—No creo que sean buenos días para ti, Roel —dice Patricia al verme siendo maltratado por mi hermano menor.

Jamás lo detiene, pero se equivoca al decir que no son buenos días. Lo son.

Son los mejores si estoy con Peter.

E incluso mejores cuando me corren de la habitación para hacerle un chequeo y recuerdo que tenemos nueva vecina.